Cuentos para contar.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Las últimas navidades

Melchor, cargaba los últimos fardos en su camello.
- ¡Vamos! - le instigaba Baltasar, - que se hace tarde.
- ¡Ya, ya! - decía Melchor, echando un último y melancólico vistazo al palacio donde guardaban los regalos.
Ya en las casas, mientras los camellos bebían la leche que les habían dejado, se reunieron alrededor de la cama de una niñita, que dormía abrazada a su osito de peluche.
- ¡Lo voy a echar de menos! - dijo Melchor.
- Sobre todo la ilusión de los niños..................... - decía Baltasar.
- Bueno venga, que va a salir el sol.

- Ya está, se terminó - decía Papá Noel, mientras doblaba sus ropas rojas y las guardaba en un armario.
Luego, salió de su cabaña y se dirigió a la cuadra, donde descansaban Rudolf y los demás renos.
- ¡Bueno! - les dijo, - ha sido una noche muy dura, pero ha sido la última. Sois libres.
Y acariciándoles uno a uno, dejó que se perdieran por el bosque.
Más tarde, cogía un avión con destino a Belén, donde le esperaban sus colegas.

En el auditorio, los reyes magos charlaban animadamente con Olentzero , papá Noel y demás colegas.
- ¡Atención, por favor! - dijo una voz desde el estrado.
- Os ruego un minuto de atención.
- ¡Ey, mira!, ¡el jefe en persona! - le dijo Melchor a Gaspar dándole un codazo.
- Gracias. Antes que nada, quiero agradeceros de corazón la inmensa labor que habéis hecho durante todos estos años, repartiendo ilusión y alegría por todos los hogares del mundo. pero como ya sabéis, vuestro trabajo  ya no será necesario.. Pero dejémonos de sermones, ¡Y a divertirse!.
En ese momento, una orquesta de ángeles bajó del cielo y se puso a tocar alegres melodías, mientras los reyes magos, Papá Noel  y demás, bebían, bailaban y reían sin parar.

Al día siguiente, una pequeña luz empezó a brillar en el corazón de todos y cada uno de los hombres, mujeres y niños del mundo.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Tomasi, la cerdita glotona

Tomasi, era una cerdita que le gustaba mucho comer. Se pasaba el día comiendo, por lo que se puso muy, muy gorda. Su dueño, muy orgulloso del tamaño deTomasi, la mostraba a todo el mundo.
Un buen día, fue un camión a  la granja, y se llevó a Tomasi hasta una plaza, donde la metieron en un pequeño corral. Al día siguiente, se vio rodeada de un montón de gente que bebía sidra, comía txistorra, y charlaba alegremente.
- Mira aita, ¡Que cerda tan gorda!, dijo Mara, una niña vestida de caserita. - pero está triste.- Y acercándose, le acarició el hocico.
- ¡Compra un boleto aita! -le dijo Mara a su padre, ya que estaban rifando a Tomasi. - Yo la cuidaré si nos toca.
- Bueno, toma el dinero - le dijo su aita, - total, éstas cosas nunca tocan.
Pero dio la casualidad que ésta vez, si que tocó, y se tuvieron que llevar a Tomasi con ellos.
En su casa, había un jardín grande, por lo que Tomasi pudo quedarse allí, en una casita que le construyeron entre Mara y su padre.
Mara y Tomasi, jugaban mucho juntas, por lo que se hicieron muy amigas. Les gustaba revolcarse por la hierba, buscar bellotas y bañarse juntas con la manguera.
Un día, cuando Mara se iba a la cama, escuchó una conversación entre sus padres:
- Tenemos que deshacernos de Tomasi - decía su aita.- Come mucho, y los vecinos no dejan de  murmurar.
- Pero le partirás el corazón a Mara................
- ¡Esta decidido!, mañana la llevo al matadero.
Mara, se fue a su cuarto sin que le oyeran. "-No lo voy a permitir"- pensó. Así que cuando sus padres se durmieron, cogió su mochila, y la llenó con algo de ropa, comida, y sus cuentos favoritos.
- Vámonos Tomasi - dijo Mara, cogiendo a la cerdita de su correa y saliendo a la calle. - Aquí ya no nos quieren.
Mara y Tomasi, se pusieron a andar, sin dirección por los caminos del valle que rodeaba la ciudad, al principio tristes, pero el sol brillaba en el cielo, hacía un día precioso, y los pájaros cantaban, por lo que fueron animándose poco a poco.
Llegó la hora de comer, y Tomasi, sin pensárselo dos veces, tiró una valla con la cabeza, y se metió en un campo de zanahorias, donde se comió todo lo que encontró.
De pronto, oyeron unos gritos:
-¡Mis zanahorias!, ¡maldito cerdo!.
Era el dueño del campo de zanahorias, que levantando las manos, se les acercaba corriendo.
Entonces Tomasi salió corriendo, asustada.
- ¡Te cogeré! - gritaba el casero. Y llamando a sus perros, los soltó en busca de Tomasi.
Los perros eran mucho más rápidos que Tomasi, y con su gran olfato, enseguida dieron con ella. Ladrando y enseñándole los dientes, la acorralaron entre unas rocas. Estaba muerta de miedo.
Entonce, llegó el casero con la escopeta en la mano,
- Ahora verás - dijo, apuntándole con ella.
- ¡Espera! - gritó Mara, que había llegado corriendo hasta allí, casi sin aliento. - Perdónale, tenía mucha hambre. Llevamos todo el día sin comer.
El casero, que era una buena persona, Escuchò la historia de Mara, y decidió acoger a Tomasi en su caserío, con la condición de que ella le cuidara.
Así, Mara, iba al caserío a dar de comer y bañar a Tomasi, y como no, se lo pasaban en grande jugando.

sábado, 15 de diciembre de 2012

El libro de todos los cuentos

A Rubén le encantaba leer cuentos. Los días que podía, se iba a la biblioteca y se pasaba horas leyendo cuentos de todo tipo: Cruzaba los 7 mares con "El pirata malapata", descubría planetas misteriosos con "Saturnino", luchaba contra brujas y dragones convertido en príncipe, volaba con las hadas por países lejanos.........................................
Un día, el bibliotecario, un viejo achacoso y extraño, se le acercó.
- ¡oye chico! - le dijo mirándole fijamente, -Veo que te gustan mucho los cuentos.
- Ssssi señor - le respondió Rubén, tartamudeando.
- Pues toma.
y le dio un grueso y polvoriento libro con las tapas de piel, donde estaba dibujado un misterioso espejo con extrañas inscripciones.
- Es tuyo - le dijo-, es un libro muy especial. En él encontrarás todos los cuentos que se han escrito, y todos los que se escribirán.
Rubén hojeó el libro entusiasmado. Al levantar la cabeza, el bibliotecario ya no estaba, así que guardó el libro en la mochila y se fue a su casa.
Después de cenar, Rubén se acostó en su cama, y sacando el libro, se puso a leer.
"¡Es genial!", pensaba, "¡Hay un  montón de cuentos!". y leyó hasta quedarse dormido.
Al día siguiente, metió el libro en la mochila, y se fue al colegio. Siempre que tenía un momento, lo sacaba y leía ensimismado.
- ¿Qué es lo que lees? - le preguntó Luis, un compañero de clase, - debe de ser muy interesante, estás todo el día leyéndolo.
- ¡Es un libro mágico!. En él están todos los cuentos que se han escrito, y los que se escribirán.
- ¡Venga ya!, no digas tonterías - le dijo Luis.
- ¡En serio!, me lo dijo el bibliotecario.
- ¿Ese viejo loco? - le respondió Luis riéndose. Y se fue sin parar de reírse.
Sin embargo, Luis no dejaba de darle vueltas a la cabeza: "¿un libro mágico?, ¿"El libro de todos los cuentos"?, ¿y si fuera verdad?".
Y así, cuando estaban en clase, Luis cogió la mochila de Rubén, y se llevó el libro.
Después, a la salida del colegio, se fue al parque para leerlo.
- Pero..........¡si está en blanco! - gritó, - ¡no hay nada escrito!.
Lleno de rabia, lo rompió en mil pedazos.
En ése momento, Rubén salía corriendo del colegio, para llegar a casa cuanto antes, y seguir leyendo su libro.
- ¡No está!, ¡No puede ser!, ¡me lo han quitado! - gritó Rubén desesperado, al no encontrar el libro en su mochila. Buscó por todas partes, pero no lo encontró.
Pasados los días, Rubén volvió a la biblioteca. Al verlo entrar, el bibliotecario se le acercó.
- Hola chico - le dijo, - ¿te gustó el libro?.
- Lo siento señor - le respondió Rubén bajando la cabeza, - pero lo he perdido.
- No te preocupes. Toma - le dijo el bibliotecario con una misteriosa sonrisa. Y le dio una libreta y un bolígrafo que sacó de un polvoriento escritorio. - escribe en ésta libreta los cuentos que recuerdes, así nunca los olvidarás.
Al llegar a casa, Rubén empezó a escribir todos los cuentos que recordaba , y escribió y escribió, ¡decenas!, ¡cientos!, ¡miles de cuentos!.
Con el tiempo, Rubén se convirtió en un importante escritor. Cuando le preguntan de donde saca la inspiración para escribir los cuentos, responde:
- Yo simplemente escribo los cuentos que leí en "El libro de todos los cuentos".

viernes, 7 de diciembre de 2012

El país de los instrumentos

El príncipe, había salido a pasear con su caballo por el campo. Entusiasmado con el veloz trote del animal, se encontró en un lugar que le era desconocido.
Con su caballo al paso, el príncipe buscó algún paisaje conocido para orientarse, cuando en medio del camino, vio una flauta.
- ¡Vaya!, alguien se olvidó aquí su flauta.
Como el príncipe era un flautista consumado, se bajó del caballo para tocar un poco, pero ante el mayor de sus asombros, la flauta ¡salió corriendo!,  y se perdió entre los arbustos.
- ¡No puede ser! - dijo el príncipe, - ¡debo estar soñando!.
Estupefacto, el príncipe se montó de nuevo en su caballo, y siguió su camino.
Al rato, vio un tambor al lado de un árbol.
- ¡Vaya!, parece que alguien ha ido perdiendo sus instrumentos por el camino - dijo el príncipe. y al bajarse para cogerlo, esté ¡salió pitando!, y se adentró en el bosque.
- ¡Me estoy volviendo loco! - dijo el príncipe.
Completamente anonadado, el príncipe volvió a subir a su caballo.
"Como vea otro instrumento, ¡no se me escapa!", pensaba.
Entonces, vio una guitarra un poco más adelante. Esta vez, se bajo del caballo muy despacio,
y dando un rodeo, se abalanzó sobre la guitarra.
- ¡Ya eres mía! - gritó.
Agarrando fuértemente la guitarra, se dispuso a tocarla, ya que el príncipe era un experto guitarrista.
El príncipe, estuvo tocando la guitarra, ensimismado en las notas que pulsaba. Cuando de repente, alzó la vista y se vio rodeada de un gran número de instrumentos: Había un violín, una trompeta, un piano, la flauta y el tambor que habían salido corriendo,.........
- ¿qué sucede?, ¿cómo han llegado hasta aquí estos instrumentos? - dijo el príncipe.
- ¡Sigue tocando!, ¡sigue tocando! - gritaron al unísono los instrumentos.
- ¡Pero que es esto!, ¡estais vivos!.
- pues claro - dijo un piano que parecía tener la voz cantante. - Pero por favor sigue tocando, no habíamos oído nunca una música tan maravillosa.
- ¡Pero si sois instrumentos musicales! - dijo el príncipe.
- Si pero nunca nadie nos ha tocado. Sólo el viento cuando deja caer alguna rama sobre mis teclas, o atraviesa la caña de la flauta o de la trompeta.........., pero nada más. Por favor toca alguna canción conmigo.
- ¡No, conmigo!, ¡toca conmigo! -gritó la flauta.
- ¡A mi!, ¡a mi!, ¡tócame a mi! - gritó el violín.
- ¡Tranquilos!, os tocaré a todos - dijo el príncipe -, pero tenéis que tener paciencia.
El príncipe, era un magnífico músico, y sabía tocar prácticamente todos los instrumentos, así que les hizo ponerse en fila, y fue tocándolos uno por uno. 
Después de tocar durante varias horas, el príncipe estaba agotado, pero los instrumentos querían que seguiría tocando más y más.
Entonces el príncipe, dejó de tocar.
- Escuchad - les dijo, - Ahora me voy a ir, pero volveré en un par de días, y seréis todos satisfechos.
Así, ante la protesta de los instrumentos, el príncipe cogió su caballo y partió a su reino.
Al llegar al castillo, redactó un edicto que los voceros leyeron en todas las plazas de pueblos y ciudades:
"- ¡Por orden del príncipe, todos los músicos del reino deberán presentarse en el castillo!."
Se presentaron decenas de músicos, y comandados por el príncipe, partieron al país de los instrumentos.
Al llegar allí, cada músico cogió un instrumento, y con el príncipe como director de orquesta, empezaron a tocar.
Una música maravillosa surgió de aquella orquesta, donde músicos e instrumentos se unieron en el placer de las armonías, contrapuntos, ritmos y melodías.
La orquesta, tocó en todas las ciudades y pueblos del reino, ante los extasiados oídos de la gente, que nunca habían escuchado una música tan maravillosa.
No podía ser de otra manera, ya que tanto el príncipe como los músicos amaban la música, y los instrumentos rebosaban de alegría al ser cumplido su mayor sueño: El de ser tocados.

viernes, 30 de noviembre de 2012

La isla de la verdad

"El pirata Malapata", había conseguido reunir un inmenso tesoro a lo largo de sus correrías por los siete mares. Orgulloso del mismo, decidió enterrarlo en una isla desierta.
- ¡Isla a la vista! - gritó el vigía desde el palo mayor del "Delfín volador", el barco del pirata.
 Así que "Malapata" y sus hombres, fueron a inspeccionarla.
- Parece desierta - dijo "Malapata", - enterraremos aquí el tesoro-, y armados de picos y palas, escogieron  el  lugar más recóndito de la isla para hacerlo.
Mientras los hombres del pirata enterraban el tesoro bajo la supervisión de "Rudi", la iguana que siempre llevaba en el hombro, Este, fue a dar un paseo.
Vio un frondoso árbol del que colgaban un montón de frutos de apetitoso aspecto.
- ¡Con el hambre que tengo! - y se puso a comer hasta hartarse.
"- Estos frutos están deliciosos -" pensó, y llenó un saco que tenía, con ellos.
Al volver donde sus hombres, uno de ellos le preguntó:
- ¿Que llevas en el saco?.
- Nada, unas maderas para hacer fuego - , le dijo "Malapata", que no quería conpartirlos.
y en ése instante, ¡sus brazos desaparecieron!.
Los frutos, rodaron por el suelo al caer la bolsa.
- ¡Eso no son maderas! - dijo uno de sus hombres al verlos.
- Es que..........pensaba hacer un pastel para daros una sorpresa........
y de repente ¡desaparecieron las piernas del pirata!, cayendo estrepitosamente al suelo.
Los hombres de "Malapata", desconcertados, cogieron lo que quedaba de él y fueron al barco.
- ¡Que me ha pasado! -gritaba el pirata.
- No lo se capitán - le contestó "Rudy", - Quizás sea por los frutos que comiste. ¿Donde los encontraste?.
- Pues no me acuerdo, además no quedaba ya ninguno........- mintió "Malapata", que seguía sin querer conpartirlos. Y al momento, ¡desapareció por completo, convirtiéndose en un fantasma!.

- ¡Es increíble!, ¡tiene que haber una explicación!- decía "Rudi", mientras investigaba entre los viejos pergaminos de la biblioteca del "Delfín".
Entre ellos, encontró uno que hablaba de "La maldición de la isla de la verdad". En él, contaba como había una isla en la que todos sus habitantes eran unos mentirosos. todos, menos uno, un hombre sabio que conocía el arte de la magia. Este,  fue condenado a  la hoguera con mentiras, ya que era envidiado por muchos, y  mientras ardía, condenó a todos los habitantes de la isla a convertirse en fantasmas si volvían a mentir. Así, la isla se llenó de fantasmas, que pululaban por todas partes cuando las campanadas del reloj daban la media noche.
- ¡Esta debe ser la isla de la verdad!. Tiene que haber alguna forma de que el capitán vuelva a convertirse en persona, aunque en verdad, quizás sea mejor dejarlo así..... - dijo Rudi socarronamente, y todos rieron.
- Dicen, que los fantasmas se vuelven a encarnar cuando recuerdan quienes han sido antes de convertirse en fantasmas - dijo un viejo pirata que formaba parte de la tripulación.
- podemos intentarlo - dijo Rudi.
Y urdieron un plan.

Cuando dieron las doce de la noche, el fantasma del "Pirata Malapata" apareció en la cubierta de "delfín" gritando y moviendo las manos:
- ¡Temblad, malditos!, ¡Soy un fantasma que viene del "inframundo", y vengo a llevaros conmigo!.
Todos salieron corriendo en cuanto le vieron, salvo "Rudi".
- ¡No, no me lleves contigo fantasma! - gritó la iguana.
- ¿porqué no huyes?, ¿es que no me tienes miedo?.
- ¡oh si, terrorífico fantasma!, ¡estoy muerto de miedo!, pero conozco a alguien que no te teme.
- ¿Quien osa no tener miedo de mi, el más monstruoso y terrorífico fantasma que jamás ha existido? - gritó el fantasma de "Malapata", blandiendo una fantasmal espada.
- Es un marinero. Se encuentra en la gruta de la cascada, y dice que le das más risa que miedo.
- ¿Qué?, ¡Ahora verá!- gritó el fantasma del pirata, y poniendo su más terrible expresión, se dirigió volando hacia la gruta.
- ¿Donde estás, marinero de agua dulce?. ¡Te llevaré allí donde las bestias del abismo te devorarán poco a poco hasta convertirte en plancton! - Gritaba el fantasma de "Malapata".
Pero en la gruta no había nadie. En su interior, se encontraba el tesoro que habían enterrado.
Al ver el tesoro, el fantasma del pirata se quedó como atontado ante el brillo del oro y las joyas que se reflejaba en las paredes y en sus ojos.
- ¡Mi tesoro! - gritó. - ¡Mi precioso y amado tesoro!.
Y al instante, el fantasma se convirtió de nuevo en el "Pirata Malapata".

Al llegar Rudi con los demás piratas a la gruta, vieron a "Malapata" restregándose entre las monedas de oro y las joyas, y cantando: - ¡Es mío, es mío, mi tesoro............!.
- Hay personas que nunca cambian, aunque se conviertan en fantasmas - dijo "Rudi", entre las carcajadas de los piratas.


viernes, 23 de noviembre de 2012

La rana que quería volar

Había una rana que quería volar. Todos los días, saltaba y saltaba, moviendo las ancas como si fueran alas, pero nada, no conseguía despegar del suelo.
Un buen día, se levantó un viento muy fuerte, y la rana salió volando por los aires.
- ¡Vuelo, vuelo! - gritaba llena de entusiasmo.
Pero el viento dejó de soplar, y la rana cayó en medio de un desierto.
La rana empezó a saltar y a saltar, pero no corría ni la más pequeña brizna de viento.
Agotada y muerta de sed, la pobre rana se desmayó.
Al anochecer, la luna salió en el cielo, y vio a la pequeña rana desmayada y exhausta.
- "¡Pobrecita! -" pensó. - "¿Que hará una rana en medio del desierto?.
Y llena de tristeza, se puso a llorar.
Tanto lloró la luna, que formó un río con sus lágrimas, y éste, arrastró a la rana hasta su charca.
Al despertar la rana, vio que estaba en su casa, y al enterarse de lo que había pasado, agradecida, se puso a cantar a la luna en cuanto salió, y le cantó durante toda la noche.

Por eso, las ranas no dejan de cantar por la noche.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El deseo

Estaban mamá y Leire mirando el cielo de noche por la ventana.
- ¿has visto? - dijo mamá, - ¡Una estrella fugaz!, pide un deseo y se hará realidad.
Leire, cerró los ojos con fuerza.
- ¡ya está! - dijo.
- ¿Que has pedido?
- Una muñeca con vestido amarillo, sombrero azul y coletas.

Al día siguiente, Leire fue corriendo donde mamá toda alborozada.
- ¡Mama, mamá!, ¡mira!.
Y le enseñó una muñeca con vestido amarillo, sombrero azul y coletas.
¡Era de entre las muñecas que tenía, su favorita!.

viernes, 9 de noviembre de 2012

La montaña sin fin

En el país de las hadas, reinaba la felicidad. Cada hada tenía su barita mágica, y todos sus deseos eran cumplidos. Pero había una bruja envidiosa que odiaba tanta felicidad.
Un día, la bruja robó todas las baritas mágicas, mientras dormían las hadas, y las llevó a la cima de "La montaña sin fin", y claro, como la montaña no tenía fin, nadie podía llegar a su cima (solamente la bruja con sus poderes maléficos).
Amy, un hada que vivía en el país de las hadas,no se dio por vencida, y fue a ver a Mou, el búho sabio.
- ¡Mou! - le gritó, - ¡Despierta!, tienes que decirme como puedo llegar a la cima de "La montaña mágica"!.
- ¡Maldita sea!, ¡quien osa..........!, ¡ah, eres tú.......!, ¿Qué quieres?, ¿no ves que estoy echado una cabezadita? - le dijo Mou.
- ¡Tienes que ayudarme!, la bruja nos ha robado las baritas mágicas, y las ha llevado a la cima de "La montaña sin fin",¡tengo que recuperarlas! - Le dijo Amy.
- ¿Para eso me despiertas? - dijo Mou metiendo de nuevo la cabeza entre las alas.
- ¡Pero Mou!.
- ¡Es imposible llegar a la cima de "La montaña sin fin"!................bueno, habría una posibilidad............., dicen que se puede llegar ella, cuando no se pretende llegar allí - dijo Mou en tono pensativo. Para ello, deberás olvidarlo todo.
- ¿Y como lo hago? - preguntó Amy.
- uhmmm.........., ¡pues comiendo del "fruto del olvido"!,¡como va a ser!.
- ¿y donde puedo encontrarlo? - pregunto Amy.
- Este se encuentra en las laderas de "La montaña sin fin".
- ¡Gracias! -le dijo Amy, dándole un fuerte beso en la frente, y corriendo precipitadamente hacia La montaña.
- ¡Estas locas hadas! - murmuró Mou, viendo como se alejaba.

Así, Amy llegó a las laderas de "La montaña sin fin". Allí, encontró una pequeña aldea campesina, con  gentes muy amables.
- ¿Sabes donde puedo conseguir "el fruto del olvido"? - le preguntó a un joven de buen parecer.
- ¡Si hombre!, lo encontrarás a las afueras. Es un fruto rojo y alargado que se encuentra en racimos colgando de los árboles.
- ¡Que dices! - dijo un hombre bajito y con barba que pasaba por allí, - el fruto del olvido es amarillo, redondo y con puntitos negros, y crece en el suelo, entre las zarzas.
- ¿Pero estáis locos? - dijo una señora de pelo blanco y aspecto estirado, - si crece en los arbustos, y es de color verde, como una aceituna.
Mientras discutían, Amy se alejó de allí cabizbaja.
"- ¿Cómo lo voy ha encontrar, si no se ponen de acuerdo de como es?" - pensaba Amy.
- ¿Que te ocurre? - le preguntó de repente un chico delgado y sonriente, al verle tan desanimada.
- Nada, ¿Tú sabes como es el fruto del olvido? - le preguntó Amy.
- No tengo ni idea - le respondió el chico, -¿porqué quieres saberlo?. Entonces le contó porqué lo buscaba.
-"¡Pero........!" - pensó Amy cuando termino de contarle su historia " - si no sabe como es el fruto del olvido, significa que lo ha olvidado, por lo tanto..........¡habrá comido de él!".
- ¿Donde vives? - le preguntó Amy.
- al otro lado de la ladera, a 2 días de camino. Me disponía a ir ahora a mi casa - le respondió el chico.
- ¿Puedo acompañarte? - le pregunto Amy.
- Si claro, así me harás compañía.
Y Amy, se fue con el chico al lugar donde éste vivía, con la esperanza de que allí encontraría el fruto del olvido.
Después de caminar durante 2 días, llegaron a un espeso bosque. Este estaba lleno de unos arbustos con unos frutos alargados de color naranja. cogiendo un puñado, el chico se los ofreció a Amy.
- ¿Tienes hambre? - le dijo.
- ¡Si! - dijo Amy excitada, - ¡Este debe de ser el fruto del olvido!.
Pero de repente, le entró miedo. "- Si como de él, lo olvidaré todo"- pensó.
Sin embargo, se acordó de sus amigas, y su familia, y de lo desgraciados que eran sin sus baritas, y armándose de valor, comió del fruto, no sin antes, escribir en una hoja su nombre y dibujar un mapa para poder llegar a su casa.
Nada más comerlo, se quedó completamente dormida.
Al despertar, acababa de amanecer, y el sol brillaba en todas las hojas de los árboles iluminando la hierba cubierta de rocío.
"- ¡Que día más maravilloso!" - pensó, - "¡y que lugar más bonito!", - y lavándose la cara con el rocío, empezó a deambular por la montaña.
Amy, no se acordaba de nada, pero sin darse cuenta, empezó a subir por un camino empinado, mientras disfrutaba del paisaje, ¡hasta la cima de "La montaña sin fin"!.
- ¡Vaya!, ¿Que son esos palitos brillantes? - dijo Amy al ver las varitas. - ¡Son preciosos! - y los guardó en la mochila.
"- Bueno ya es hora de bajar" - pensó, después de descansar un rato. "- ¿Pero a donde voy?".
Al meter la mano en el bolsillo, encontró la hoja con su nombre y el mapa, y pensó que podría ir allí. Así que se puso en camino.
Al llegar al país de las hadas, todas la rodearon alborotadas.
- ¡has vuelto, has vuelto! - gritaban.
Amy no entendía nada, pero como señal de buena disposición, les ofreció los palos brillantes que había encontrado en la cima de la montaña.
- ¡Son las baritas! - gritaron las hadas emocionadas, - ¡las has encontrado!.
Y le llevaron en volandas a su casa, donde le esperaba su familia.
Allí, le explicaron lo que había sucedido, y se convirtió en un héroe. Y poco a poco recobró la memoria.
Así, las hadas recuperaron las baritas, y volvieron a ser felices, al cumplirse de nuevo todos sus deseos.

A la bruja, le hicieron comer del fruto del olvido, y olvidó todos sus poderes, por lo que no pudo hacer más maldades.


viernes, 2 de noviembre de 2012

¡Un monstruo en el bote de galletas!

A Mara, le gustaban mucho las galletas, así que fue a la cocina de su casa, y cogió el bote de galletas para coger una. Al abrirlo, una enorme garra le cogió del brazo, y se la llevó dentro del bote. ¡Era un monstruo peludo, con cuernos y largos dientes!.
- ¡Harás galletas mágicas para mí! - le dijo, - de las que convierten a los hombres en monstruos.
Y la encerró en una cocina, donde encontró la receta de las galletas mágicas, y todos los ingredientes para hacerlas.
La pobre Mara, muerta de miedo, se puso ha hacer galletas, tal como le había dicho el monstruo.
- ¡Ja, ja, ja, ja! - reía el monstruo, mientras ponía las galletas hechas por Mara en todos los botes de galletas. - ¡Todo el mundo comerá mis galletas, y se convertirán en monstruos, ja, ja, ja, ja!.
Así, el padre de Mara, comió una galleta mágica, ¡y se convirtió en monstruo!, y su madre, y su perro,.........
"tengo que hacer algo", pensó Mara, e hizo una galleta de chocolate, de las que le gustaba a su hermano, en la que escribió un mensaje:

"Hermanito, vete donde el cocinero "Argiñano", y pídele la receta de las galletas de mermelada, las que convierten a los monstruos en personas. Luego, escribe la receta en una galleta, y déjala en el bote de galletas. Hay un monstruo que quiere convertir a todas las personas en monstruos. ¡Date prisa!,¡ y sobre todo, no comas ninguna galleta del bote!. "
                                                          Tu hermana Mara.

-¡Uhmmm!, ¡una galleta de chocolate! - dijo Juan, el hermano de Mara, que iba a coger una galleta del bote de galletas.
Al ir a comerla, vio el mensaje de su hermana, y fue corriendo a buscar al cocinero "Argiñano".
- ¡"Argiñano", "Argiñano"!, necesito la receta de las galletas de mermelada - dijo Juan cuando llegó a la casa de "Argiñano". Y le enseñó el mensaje que le había escrito su hermana en la galleta.
- ¡Vaya, vaya!, es una receta muy antigua........, Miraré en mis viejos libros de recetas - dijo "Argiñano". Y abriendo un enorme y polvoriento libro, se puso a buscar la receta.
- ¡aquí está!, - gritó de repente, -" 200 gr. de harina, 100 gr. de azúcar, 4 huevos, mermelada de fresa, a gusto,  canela, y una pizca de polvo de cuerno de monstruo" - ¡rica y con fundamento!.
"Argiñano", escribió la receta en una galleta, y se la dio a Juan para que la dejara en el bote de galletas.

Cuando el monstruo dormía, Mara salió despacio de la cocina, y cogió la galleta que le había dejado su hermano. Leyó la receta.
- ¡Polvo de cuerno de monstruo!, es lo único que me falta - pensó Mara. y cogiendo una lima, se acercó donde el monstruo, que aún dormía a pierna suelta.
Con la lima, raspó el cuerno para conseguir el polvo, y fue corriendo a la cocina para hacer las galletas de mermelada.
Cuando se despertó, el monstruo cogió las galletas que había hecho Mara, y empezó a dejarlas por todos los botes de galletas.
Entonces, el padre de Mara, que ahora era un monstruo peludo con cuernos y largos dientes, se acercó al bote de galletas, atraído por el olor de las nuevas galletas.
- ¡Uhmm!, ¡que buenas están estas galletas! - dijo, comiendo una galleta de mermelada. Y al instante, se transformó de nuevo en persona. y así, todos los monstruos, se fueron convirtiendo de nuevo en personas.
- ¡Qué está pasando aquí! - gritó el monstruo.
- ¡Tranquilo! - le dijo Mara, - come esta galleta, es una nueva receta, verás como te gusta.
El monstruo, que no era muy listo, comió la galleta, y al momento, se convirtió en persona.

Desde entonces, el monstruo, convertido en persona, fue el ayudante del cocinero "Argiñano" en el restaurante de éste, y se dedicó a hacer galletas de todo tipo, de mermelada, de chocolate, de nata,..............., ¡pero no mágicas!.

viernes, 26 de octubre de 2012

El niño que le gustaba jugar en el bosque

Cuando cae la noche, todos los animales del bosque se reunen alrededor de "Mou", el búho sabio, para escuchar sus historias:

"Era un niño, que le gustaba ir al bosque a jugar. Todos los días, al salir del colegio, se iba al bosque, y hacía champas con las piedras en el río, subía a los árboles para coger manzanas y nueces, visitaba a las ardillas y los conejos, se tumbaba en la hierba e imaginaba toda clase de formas en las nubes,.................., se lo pasaba tan bien, que se le pasaba el tiempo volando, y llegaba a casa cuando ya había oscurecido.
-¡Otra vez tarde! - le gritaba su madre al llegar a casa, - ¿Cuantas veces te tengo que decir que no quiero que llegues a éstas horas a casa?. ¿Ya has hecho los deberes del colegio?.
- Bueno.............
- ¡Ve ahora mismo ha cenar!, ¡y luego a la cama, castigado sin ver la tele!.
El niño se iba cabizbajo a la cocina, pero al día siguiente, ya estaba deseando salir del colegio para ir de nuevo al bosque a jugar.

Un día, de vuelta a su casa, como siempre tarde, pensaba en la bronca que una vez más le iba  a echar su madre, cuando se fijó que el jardín estaba muy descuidado, las malas hierbas crecían por todas partes, y el césped, hacía tiempo que no se había cortado.
- ¡Qué raro!, ¡con lo cuidadoso que es mi padre con el jardín! - pensó.
Al entrar a casa, vio que los muebles estaban llenos de polvo, y las telarañas vestían todos los rincones.
- ¿Mamá?- gritó, - ¿dónde están todos?, ¿Qué ha pasado aquí? - mientras una rata enorme se le colaba entre las piernas.
Nadie contestó, entonces pasó por delante del espejo del salón,
-¡ Aaahhhhh! - gritó. En el espejo, vio reflejado un viejo harapiento, con una gran barba que le llegaba hasta las rodillas, y la piel morena y arrugada.
- ¿ Quien eres? - gritó, pero no le respondió.
Vio que su mirada le era familiar, y al acecarse al espejo, ¡Se dio cuenta que era su reflejo!.
Había estado tan agusto, jugando en el bosque, que se había olvidado de volver a casa, y se había convertido en un viejo.
- Aquí no tengo ya nada que hacer - pensó, y se fue de nuevo al bosque para seguir jugando hasta el fin de sus días."

viernes, 19 de octubre de 2012

El planeta de los robots

Saturnino, en uno de sus muchos viajes por el espacio, hasta el infinito y más allá, dio con un planeta que no conocía, así que puso "el gorrión moteado", su nave, rumbo a él.
Allí, encontró toda clase de robots: grandes, pequeños, gordos, delgados, con ruedas, hélices, alas, luces, sirenas, ........, pero estaban todos quietos, ninguno se movía.
 Pero vio un pequeño robot de juguete que andaba y decía: Alto o disparo, alto o disparo, de repente se paraba, y de su pecho salían rayos láser mientras giraba de cintura para arriba.
- ¡Vaya! - dijo Saturnino, - Tú si que funcionas.
- Me quedo sin pilas, me quedo sin piiiiiiiiiilllllllaaaaaaaasssssssssssssssssss.
Y el robot se paró.
- osea, que todos los robots se han quedado sin pilas - dijo, y fue con "el gorrión" a "Galaxi-center", el centro comercial más grande de la galaxia (y el más barato), para comprar pilas.

Al llegar, fue directamente a la sección de pilas, pero vio asombrado ¡que no quedaba ninguna!.
- Soiber, "El zorro del espacio", ha robado todas las pilas - le dijo la dependienta.
Entonces, se dirigió a la guarida de Soiber.
- ¡Soiber, zorro tramposo, devuelve las pilas que has robado! -le dijo.
- jijijiji - rió Soiber -, demasiado tarde, me tendrás que dar algo a cambio.
Tras pensarlo un rato dijo Saturnino: - Te daré "El gorrión moteado".
- De acuerdo - dijo Soiber sorprendido.
Y así, Soiber se quedó con "El gorrión" a cambio de las pilas.

Nada más subirse Soiber al "Gorrión Moteado", éste, salió disparado hacia arriba a toda velocidad,
de repente paró, y girando hacia la derecha salió de nuevo disparado como alma que lleva el diablo.
Nuevamente paró, y empezó a dar círculos cada vez más rápidamente, cayendo en barrena hacia el suelo, y  elevándose en el último momento.
- ¡Para, para! - gritaba Soiber, que rebotaba contra las paredes como una pelota de ping-pong.
- !Haz que pare por favor!.
- De acuerdo - le dijo Saturnino, - pero devuélveme la nave.
- ¡Es todo tuya, no quiero volver a verla, y a ti tampoco! - gritó Soiber.
y así, Saturnino volvió contento con las pilas y su nave, al planeta de los robots.

En el planeta de los robots, Saturnino cogió al pequeño robot que disparaba rayos láser por el pecho, y le puso pilas nuevas, ¡pero el robot seguía sin funcionar!,
- ¡Maldito zorro tramposo, me ha dado pilas gastadas! - dijo enfadado Saturnino,
pero siguiendo su instinto, agarró al robot, y lo abrazó con todas sus fuerzas.
- ¡alto o disparo, alto o disparo! - empezó a decir el robot, y a lanzar rayos láser por el pecho mientras giraba de cintura para arriba - ¡funciono, funciono!.
Así, Saturnino, abrazó a todos los robots del planeta con todas sus fuerzas, y su gran corazón recargó sus pilas e hizo que funcionaran.

viernes, 12 de octubre de 2012

La isla del tesoro

"El Pirata Malapata", valiente y pendenciero donde los haya, se encontraba tomando el sol en la playa, junto a  "Rudi", su iguana.
Vio en el agua una botella flotando que parecía tener algo dentro. Acercó la botella con su espada, y descubrió que efectivamente había un papel enrollado dentro. ¡Era el mapa de un tesoro!.

Al día siguiente, a la salida del sol, cogió "El delfín volador", su barco, y fue en busca del tesoro.
- Primero debo cruzar "El mar de chocolate" - leyó en el mapa, y puso rumbo hacia él.
"El mar de chocolate", era un mar, que en vez de estar lleno de agua, estaba lleno de chocolate.
- ¡Chocolate por todas partes! - gritaba entusiasmado "Malapata", que con una jarra, bebía y bebía sin parar. - Guardaré algo para luego - dijo,y cogiendo una ola, la metió en su zurrón.   

Después, se dirigió hacia "El mar de helado", donde en vez de agua, había helado.
Entusiasmado, "Malapata", se vio rodeado de helado de fresa, de vainilla, de limón,.............., y comió hasta hartarse, guardando una ola para más tarde.

Por último, atravesó "El mar de plastilina", en el que en vez de agua, había plastilina de todos los colores, y después de divertirse haciendo con ella animales, coches, casas, y toda clase de cosas, se guardó una ola en el zurrón , y siguió su viaje.

Al fin llegó a la isla del tesoro. Allí, siguió las instrucciones del mapa:
- Primero debo dar 20 pasos hacia el este: 1,2,3,4,..............
De pronto, en frente de él, apareció un enorme cocodrilo con la boca abierta y el estómago vacío.
- ¡Por fin algo para comer! - dijo el cocodrilo.
Entonces "Malapata", sacó de su  zurrón  la ola de chocolate.
- ¡Toma! -le dijo, y lanzó la ola lo más lejos que pudo.
- ¡Chocolate! - dijo el cocodrilo, y fue corriendo tras él.
Pasado el susto, siguió contando los pasos:
- 28 pasos hacia el norte: 1,2,3,4,................................
De repente, se encontró ante una montaña de pelo, garras y dientes, que le miraba relamiéndose los labios. Era un formidable oso, que se dirigía hacia él con expresión glotona.
- ¿Te gusta el helado? - Le dijo -, y sacando la ola de helado, la tiró con todas sus fuerzas.
- ¡Helado de fresa! - dijo el oso -, y salió corriendo tras él.
Recobrando de nuevo la respiración, "Malapata" siguió contando:
- Ahora 30 pasos hacia el oeste: 1,2,3,4,............................¡30! - y frente a él, encontró una cruz de piedra de la que colgaba un esqueleto.
- Aquí debe ser.- Y empezó a cavar con una pala que llevaba consigo.
Al rato de cavar, dio con algo duro.
- ¡El tesoro, el tesoro! - empezó a gritar.
Efectivamente; un gran cofre se encontraba enterrado en aquel lugar. Pero cual fue su desilusión al ver que estaba cerrado con llave.
Entonces, recordó que aún le quedaba una ola de plastilina en el  zurrón. Con ella, hizo una llave con la forma de la cerradura del cofre, y la endureció a fuego lento. Excitadísimo, Malapata introdujo la llave, y esta giró abriendo "El cofre del tesoro", y dentro, había........................¡Chocolate, helado y plastilina!.

viernes, 5 de octubre de 2012

El rey de los animales.

Esta, es la historia de como un simple caracol se convirtió en el rey de los animales.

El león, era el rey, porque era el más fuerte, el más rápido y el más listo.
Un buen día, mientras echaba la siesta, un pequeño caracol se le subió a la tripa, y le dijo:
- ¡Despierta!, vengo a retarte. Yo soy más fuerte, más rápido y más listo que tú.
El león, sorprendido, se echó a reír.
- ¿Tú?, ¿un insignificante caracol?.
- Si tan insignificante soy, acepta el reto,- le respondió.
- Vale, vale - le contestó el león sin parar de reír -, te dejaré que pongas tú mismo las condiciones.
Al día siguiente, todos los animales del bosque se reunieron para asistir al reto.
- Bien caracol, tú dirás- le dijo el león al caracol con irónica sonrisa.
- ¿Ves aquel lago helado?- le dijo el caracol-, pues el que llegue antes a la otra orilla, será el más rápido.
- De acuerdo,- le respondió el león sin dejar de sonreír.
El conejo, les dio el banderazo de salida, y el león con una impresionante zancada, saltó sobre el lago helado. Al tocar sus patas el hielo, resbalo, quedándose despanzurrado sobre la superficie helada. Intentó le vantarse, pero a cada intento, volvía a resbalar.
Mientras, el caracol se deslizaba por el hielo silbando despreocupadamente. Así, este llegó hasta la otra orilla, mientras el león se desesperaba intentando ponerse de pie.
-¡Me has engañado!-gritaba encolerizado el león.
-¡Bueno, bueno! - le dijo el caracol,(ahora era él quien sonreía) - veamos quien es más fuerte.
¿Ves esa piedra en la ladera de la montaña?, pues el que la lleve más lejos, será el más fuerte.
El león se dirigió hacia la piedra, recuperando la confianza en sí mismo."Está chupado", pensaba.La agarró con sus poderosos brazos.......... pero nada, la piedra ni se movió. Lo intentó de nuevo, pero la piedra seguía sin moverse.
-¡Bueno listillo, te toca a ti!- le dijo el león, fuera de sus casillas,al caracol.
Este, con parsimonia, empezó a dar vueltas alrededor de la piedra, empapándola con sus babas, hasta que ésta, empezó a resbalar por la ladera. ¡El león no salía de su asombro!.
-¡Me has vuelto a engañar!- gritaba-, y se abalanzó sobre él para espachurrarle.
-¡Alto! -se escuchó una poderosa voz, que venía de la rama de un árbol. Era "Mou", el búho sabio. - El caracol, ha llegado antes a la otra orilla del lago, y a movido la piedra, por lo tanto, te ha ganado justamente.-Dijo "Mou".
-¡Entonces, tendrá que demostrar que es más listo que yo, si quiere ser el rey de los animales -dijo el león. -De acuerdo - respondió "Mou"-, pero ésta vez pondré yo la prueba. Deberéis ir al "Templo de la sabiduría".El que consiga entrar, será el más listo, y dentro hallará la sabiduría, necesaria para ser el Rey.
Y así, se pusieron en camino hacia El Templo.

el Templo de la sabiduría, se encontraba en medio del bosque. Al llegar, vieron una pequeña choza de madera.
- ¡Yo lo intentaré primero! - dijo el león.
Al acercarse, se empezaron a dibujar unas letras en la puerta, con tinta de fuego: "¿Quien eres?, ¿De donde vienes?, ¿a donde vas?". Sin dudarlo, contesto:
- ¡Yo soy el rey de los animales!, ¡vengo de una estirpe real de leones!, ¡y seré recordado como el más grande de entre los reyes!.
Pero la puerta no se abrió.
Le tocó el turno al caracol, y al acercarse a la puerta, aparecieron de nuevo las letras de fuego con las mismas preguntas, y éste contestó:
- Soy un simple caracol, que vengo del otro lado del bosque, y me gustaría entrar.
¡y la puerta se abrió!.
Dentro de la casa, ¡no había nada!, pero no le importó, porque ¡era el rey de los animales!.

viernes, 28 de septiembre de 2012

La hermosa princesa.

En un lejano país, vivía Clara, una muchacha de una belleza sin igual, aunque ella, no lo sabía.
Vivía con su tía en un palacio, a las afueras de la ciudad, y ésta, por envidia, rompió todos los espejos del palacio para que no pudiera verse reflejada en ellos.
- ¡Eres muy fea!,- le repetía sin parar.- es mejor que no salgas del palacio, sino, se burlarán de tí, ¡la gente es muy cruel!.
Así, la pobre muchacha, pasaba todo el día en el palacio sin atreverse a salir.

Un día, el correo del rey pronunció un edicto en la plaza de la ciudad:
- ¡Por orden del rey, se convoca a todas las princesas del reino a un concurso de belleza!.
¡La vencedora, tendrá el privilegio de pasar una extraordinaria velada con su excelencia el príncipe Augusto, heredero del trono, con el fin de convertirse en su esposa si así se creyera conveniente!.
El anunció llegó a oídos de la tía de Clara, que rápidamente hizo los preparativos para presentarse al concurso.
-¡ Soy la más guapa!, ¡soy la más guapa!,-se repetía mientras embadurnaba su cara con cremas y pinturas.
- ¿Puedo ir contigo?,- le dijo Clara a su tía.- ¡vendrán las princesas más bellas del reino!.
- ¿Estás loca?, ¡menuda verguenza me daría que me vieran con alguien tan fea como tú!,- Le respondió,- ¡vete a tu cuarto, y no salgas hasta que vuelva!.
La pobre Clara, se fue llorando a su cuarto, pero cuando la carroza de su tía partió, cogió su mejor vestido, y se fue a la ciudad para ver el concurso.

Clara, deambuló por la ciudad, alucinada por el estallido de colores, formas, sonidos, olores,..........que esparcía la vida por todas partes; nunca antes se había atrevido a salir del palacio,
y como en un sueño, se dejó llevar.
Sin darse cuenta, llegó al lugar donde se celebraba el concurso, quedándose ensimismada al ver la belleza de las princesas que se preparaban entre bastidores.
De repente, una mano le agarró del brazo.
- ¡Venga, venga, que eres la siguiente!.- le dijo un hombre largiducho, que por lo visto era el presentador del concurso.- ¡Pero que pelos son éstos!, ¡Peluquera, ven inmediatamente!, ¡dónde se habrá metido............!
- ¡Ya voy, ya voy!,- respondió una rolliza mujer con un cepillo en la mano, que sentandola en una silla, le hizo un precioso peinado con expertas manos.
- Así está mucho mejor.- Comentó el presentador, que agarrándola del brazo, la presento al público y al jurado.
- ¿Cómo te llamas?, ¿y de qué reino vienes?, le dijo el presentador al oído.
- Me llamo Clara, y vengo del palacio de aquí al lado..........
- ¡Con ustedes, Clara, la princesa del Reino De Aquí Al Lado!.
De repente, se hizo el silencio más absoluto,¡nunca nadie había visto una belleza semejante!
Clara, ganó el concurso por unanimidad, y fue nombrada la princesa más bella del reino.

Llegó el momento de presentar al príncipe a la ganadora del concurso.
- ¡Ay!, ¡otra cursi y aburrida princesa con la que tendré que mostrarme cortés durante toda la noche!.- Pensaba el príncipe, mientras esperaba recostado en un sillón.
Entonces entró Clara, como el sol al amanecer, entre los ojos del príncipe, iluminándolos;
y como el sol encuentra su lugar en el cielo, supo Clara que había encontrado el suyo.
Así, la velada se convirtió en una mágica noche en la que dos estrellas soñaron juntas.
En fin, que se enamoraron perdidamente.

Al día siguiente, llegó un mensajero del reino del príncipe, a galope tendido.
- ¡Príncipe!, ¡príncipe!, ¡tienes que volver inmediatamente!, ¡los bárbaros del norte nos atacan!.
Apresadumbrado el príncipe, tuvo que volver a su reino, pero antes le dijo a Clara:
- Volveré, mi amor, mientras, para que no me olvides, toma.
y abriendo sus manos, le dio un pequeño pajarito que se acurrucaba en la palma.
- ¡Cuida de él!.- Le dijo.

Clara, quedó desolada. El  mejor momento de su vida, se desvanecía como si despertara de un sueño.
Pero la cosa empeoró todavía más cuando llegó a casa. Su malvada tía le estaba esperando hecha un basilisco.
- ¡Eres una desagradecida!, ¡Toda la vida cuidándo de tí, y me lo agradeces así!, ¡humillándome!,- gritó llena de rencor. y agarrándola del brazo, la arrastró hasta la celda del castillo, encerrándola.
- ¡No saldrás nunca de aquí!.-dijo.
Clara lloró desesperada, pero de repente escuchó un ansioso piar en el bolsillo de su vestido.Era el   pajarito que le había dado el príncipe.
- No te preocupes,- le dijo - yo cuidaré de tí.
Y así, Clara, le daba al pajarito todos los días el pan y la leche que le traía el carcelero, dejando para ella un pequeño trozo.

Con el tiempo, el pajarito creció, y a prendió a volar. Un día, se metió entre las rejas de la celda y se acercó volando hasta el carcelero, que roncaba reclinado en una silla. Metiendo su pico en su bolsillo, sacó la llave de la celda, y pasando de nuevo por la reja, se la dio a Clara.
Entonces, Clara abrió la puerta de la celda, y sigilosamente se dirigió hacia la puerta del palacio,con el pajarito en el bolsillo. Pero al pasar por delante del carcelero, tropezó con una silla, haciéndole despertar.
- ¿Qué sucede aquí?,- dijo el carcelero frotándose los ojos.
Clara echó a correr, y se dirigió al bosque.
- ¡Maldita muchacha!,- gritó el carcelero, y cogiendo un arco y unas flechas, salió detrás de ella.
Clara, se internó en el bosque huyendo de él, pero éste era un gran cazador, y siguió su rastro hasta encontrarla.
- ¡Ahora verás!,- gritó el carcelero, y armando una flecha, la disparó.
La flecha se clavó en un árbol próximo, rozándole el rostro.
Clara salió corriendo, entre el silbido de las flechas que rasgaban el aire.
Vió entonces un tronco hueco caído en el suelo, y metíendose en él, lo tapó con unas ramas.
Oía el crujido de las hojas pisadas por las botas del cazador, sin apenas respirar.
-¡Donde estás!,-gritaba .- ¡Te encontraré!.
Pero se hizo de noche, y se marchó.
Clara, agotada, se durmió.

Al día siguiente, salió del tronco sigilosamente, por si el carcelero seguí allí, pero ya no estaba.
- Ya puedes salir, pajarito,- dijo Clara metiendo la mano en el bolsillo.
¡Pero el pajarito no estaba  allí!. Angustiada, lo buscó por todas partes.
- ¡Pajarito, pajarito!, ¿donde éstás?.
Entre una hojas, vio un pequeño cuerpecito blanco con una flecha que lo atravesaba.
Temblando, se acercó, y allí estaba el pajarito, sin vida.
Con mucho cuidado, le quitó la flecha, y se lo acercó al pecho, llorando desconsoladamente.

Tanto y tanto lloró Clara, que sus lágrimas formaron un charco en el suelo. Entonces, vio su rostro reflejado en él ¡por primera vez en su vida!, y en ése mismo instante, ¡el corazón del pajarito, empezó a latir de nuevo!, y echó a volar.
- ¡Vuelve pajarito!, ¡vuelve!,- gritaba Clara, con nuevas lágrimas en los ojos, corriendo detrás de él.
Hasta que el pajarito se posó en el hombro de un hombre que sentado en una roca, tenía la mirada perdida en un lago.
Llegó Clara jadeante a la altura del hombre, que volviendo la cabeza, pronunció su nombre en una explosión de emoción.
- ¡Clara!,
- ¡Príncipe!,
y se fundieron en un abrazo, que duró toda la vida.

lunes, 17 de septiembre de 2012

El vestido mágico.

Leire, era una niña que vivía con sus padres en la cabaña de un bosque.
Un día, sus padres le castigaron sin dejarle salir a jugar con sus amigos por llegar tarde a casa, y se enfadó mucho con ellos;
 - ¡Me pienso ir de casa, y no volveré nunca! - y así lo hizo, cuando estaban sus padres echando la siesta, cogió su muñeca preferida y se marchó.
Iba Leire muy contenta cantando y saltando,
- ¡Ya nadie me dirá cuando tengo que volver a casa!.
 De repente, vio entre unos matorrales un vestido blanco que brillaba como si tuviera luz propia;
 - ¡Qué vestido más bonito!, me lo probaré a ver como queda - se lo puso, y de repente una luz muy brillante la envolvió, y ¡apareció en otro mundo!.

Sorprendida, miró a su alrededor. En el cielo se dibujaban todos los colores del arco iris, que iban cambiando entre risitas del viento, el suelo estaba lleno de flores y plantas de las más extrañas formas que hablaban entre sí con enormes bocas, y los animales tenían siete, ocho, e incluso diez patas. Todo era muy raro, pero muy divertido.
- ¡Una niña!, - gritó un extraño animal que parecía un león con patas de caballo y cola de pez..
- Sube a mi lomo, te llevaré a dar una vuelta, Seré tu guía. Por cierto me llamo "Bálar".
- Yo Lei..............., -  y antes de que pudiera terminar, la cogió con unos tentáculos que le salían del pecho y montándola en su lomo, saltó desplegando dos enormes alas.

Leire no salía de su asombro, pero se sentía muy bien, como si conociera ese lugar desde siempre.
A lo lejos vio un cúmulo de nubes mecidas por el viento.
- hacia allí vamos - le dijo Bálar, como si le hubiera leído el pensamiento.
- ¡Esas nubes tienen patas! - Gritó,
- ¡Y cabeza!, ¡y cola!, ¡son ovejas!.
Ante ella se extendió un rebaño de ovejas, como globos de lana flotando en el aire.
- Tienen tanta lana que flotan en el aire -Le dijo Bálar.
Sin pensárselo dos veces, saltó sobre una de ellas quedando engullida en su mullida lana.
y saltó y saltó riendo de un a otra entre los balidos de las ovejas que resoplaban de placer.
Pero al saltar sobre lo que creía era una oveja, descubrió que en realidad era una nube,
y cayó al vacío ante la impasible mirada de las ovejas y de Bálar.

Cayó, cayó y cayó, pero cuando creía que iba a ser su final al estrellarse contra el suelo, descubrió ¡qué éste era de goma!, y rebotó, rebotó y rebotó subiendo cada vez más alto, y tan alto subió, que llegó hasta la luna.

- ¡Qué divertido es éste mundo! - dijo Leire.
- Y que lo digas - respondió una voz que salía de todas partes.
- ¿Quien eres?.
- Soy la luna, ¿tienes hambre?.
- Pues sí.
- Come entonces todo lo que quieras, estoy hecha de queso, de toda clase de quesos: roquefort, idiazábal,........
- ¡Me encanta el queso! gracias - y se puso a comer hasta quedar satisfecha.
Con la barriga llena y después de tantas emociones, Leire se quedó dormida y la luna le arropó con una loncha de emmental.

Una hermosa canción le despertó, sonaba un coro de voces cristalinas en el cielo.
Miró hacia arriba y vio una multitud de estrellas de muchas formas y colores que subían, bajaban, chocaban entre sí, aparecían y desaparecían, se estiraban y encogían,....................
- Baila y canta con nosotras - le dijeron.
- ¡Me encanta bailar y cantar! - respondió Leire.
Y así bailó y cantó con todas las estrellas alrededor fundiéndose en un solo canto.

Las estrellas fueron desapareciendo poco a poco, y el canto dejó paso al silencio.
Leire miró a su alrededor, La luna se había dormido, las estrellas se habían ido y se sintió sola.
- ¡Echo de menos a mis padres! - pensó.
De repente, apareció Bálar de la nada.
- ¿Quieres volver a casa?.
- Si,  por favor.
- Entonces te llevaré donde "Mou" el búho, existe desde el principio del mundo y es muy sabio -  y cogiendo un arco iris que se dibujaba en el horizonte, lo puso a modo de tobogán, por el que se deslizaron cogidos de la mano, hasta la tierra.

Llegaron a un bosque, cuyos árboles no paraban de crecer, ocultando cualquier camino.
- Ahora debes seguir sola.
- ¡Pero si los caminos desaparecen a cada instante!.
- No te preocupes, si verdaderamente quieres volver a casa, encontrarás el camino que te lleve hasta Mou - dijo Bálar, y desapareció tal como había venido.
Asustada, Leire cerró los ojos.
- ¡Quiero volver a casa!, ¡Quiero volver a casa! - se repetía mientras avanzaba a tientas.
De repente oyó el ulular de un búho, y abrió los ojos.
- ¿Eres Mou? - le dijo a un búho, que con cara de malas pulgas le miraba desde la rama de un árbol.
- Si soy yo, ¿Que quieres?.
- Quiero volver a casa, hecho de menos a mis padres.
- Eso es muy sencillo - dijo refunfuñando Mou,-sólo tienes que quitarte el vestido y aparecerás allí donde te lo pusiste-.
Pero recuerda que si te lo quitas, ya nunca más podrás volver a éste mundo.
Sin pensárselo dos veces Leire se quitó el vestido, y apareció de nuevo en el bosque donde vivía.
Fue corriendo hasta su casa, y abriendo la puerta saltó  a los brazos de sus padres.
Así se dio cuenta de ¡cuanto les quería!.