Cuentos para contar.

sábado, 23 de marzo de 2013

El gato que se subió a un árbol

Erase un gato que se subió a un árbol. Un perro grande y con malas pulgas, le perseguía para morderle, por lo que no tuvo más remedio que subirse al primer árbol que vio.
- ¡Arbolito!, ¡arbolito!- le dijo asustado, -¡crece y crece hasta las nubes, que hay un perro que me quiere morder!.
Y el árbol, creció y creció hasta las nubes.
Pero el perro seguía a pie del árbol ladrando y gruñendo, fuera de si.
- ¡Arbolito!, ¡arbolito! - le dijo el gato al árbol, temblando de miedo, - ¡Crece y crece hasta la luna, que el perro está cada vez más enfadado!.
Y el  árbol creció y creció hasta llegar a la luna.
Pero el perro seguía en sus trece, intentando subir al árbol con los ojos inyectados en sangre.
- ¡Arbolito!, ¡arbolito! - gritó el gato desesperadamente, - ¡Crede y crece hasta el sol, que el perro ha subido a una de tus ramas.
Y el árbol creció y creció hasta llegar al sol.
Pero los rayos del sol prendieron la madera de las ramas, y empezó a arder.
El fuego se extendió rápidamente por el tronco, por lo que el gato bajó por él lo más rápido que pudo.
El perro, al ver el fuego, salió corriendo, y así, el gato pudo por fin bajar del árbol, sano y salvo.

El gato, respiró aliviado, pero vio las cenizas del árbol, y se puso muy triste.
Entonces, vio entre ellas un fruto que no se había quemado, y haciendo un agujero en la tierra con sus patas, lo plantó.
El gato, regaba todos los días el fruto, y con el tiempo, empezó a crecer y crecer hasta convertirse en un formidable árbol.
Y así, el gato se subía al árbol todas las noches para dormir entre sus ramas, tan agradecido estaba.



sábado, 16 de marzo de 2013

Las semillas mágicas

En un país muy cercano,había una aldea en la que sus habitantes vivían en perfecta armonía con la naturaleza. Cultivaban la tierra y criaban animales en sus granjas con un profundo amor y respeto.

Un día, apareció por la aldea un mago, y fue a hablar con el alcalde.
- ¡Soy "Sauwm"! - le dijo, - ¡el mago más poderoso de la tierra!. Vengo a ofreceros un trato. En vuestras tierras, hay una gran cantidad de oro. Si lo extraéis  para mí, yo me encargaré de que nunca os falte comida.
Curiosamente, una extraña plaga, había atacado a la cosecha últimamente, y no sabían como hacerle frente, por lo que el alcalde, después de reunirse con los aldeanos, aceptó el trato.
Y así, todos los hombres del pueblo, empezaron a trabajar en las minas que construyeron para extraer el oro, y El mago, con sus artes mágicas, les daba gran cantidad de comida por él.
Pero con el tiempo, el oro empezó a escasear, por lo que el mago les daba cada vez menos comida, hasta el punto de que los aldeanos, empezaron a pasar hambre.

- ¡Necesitamos más comida! - Le dijo el alcalde a "Sauwm" - ¡estamos pasando hambre!, y los cultivos hace tiempo que se echaron a perder.
- Hicimos un trato, ¿no es así? - dijo El mago, - oro a cambio de comida. Si no hay oro............, pues no hay comida.
- ¡pero no podemos seguir así!, nos pasamos trabajando en la mina de sol a sol, y apenas nos llega para alimentar a nuestras familias con lo que nos das. La gente está harta, y quiere acabar con esto.
- ¡Un trato es un trato! - rugió el mago, - mira, consigue unos cuantos hombres leales a ti, y obliga a los campesinos a trabajar en la mina. Yo en cambio, haré con no os falte la comida a ti  y a tus hombres.
El alcalde, aceptó el trato, y con un puñado de hombres fieles, obligó a los campesinos ha seguir trabajando en la mina sin apenas poder alimentar a sus familias , mientras ellos, disfrutaban de comida en abundancia.

-¡ Esto no puede seguir así! - le dijo Pedro a su amigo. - Tenemos  que volver a cultivar la tierra, como antes, y no depender de la comida que nos da El mago.
- ¡Tienes razón! - le contestó.- Juntemos a la gente y hagámoslo.
Entonces, Pedro y otros hombres de la aldea, empezaron a cultivar la tierra en las afueras del pueblo.
Pero el alcalde y sus esbirros, se enteraron, y con palos y espadas, destrozaron los cultivos.

Un día, llegó una anciana a casa de Pedro.
- Vengo de muy lejos, y estoy muy cansada y hambrienta - le dijo. - ¿Podría quedarme esta noche en tu casa?.
- ¡Si hombre!, ¡como no! - le contestó Pedro. - Descanse esta noche y mañana continuará su viaje.
Pedro, compartió con la anciana los escasos alimentos que tenía, y le ofreció su cama para dormir.
Al día siguiente, antes de despedirse, la anciana le dio un saco con unas semillas.
- Toma - le dijo, -has demostrado tener un gran corazón. Planta estas semillas y ya nunca más pasareis hambre. ¡Son mágicas!.
Así lo hizo, y de la noche a la mañana, el campo se llenó de frutas y hortalizas rebosando por todas partes.
Pero el alcalde y sus esbirros, volvieron a destrozar los cultivos. sin embargo,al día siguiente, ¡ los campos estaban de nuevo a rebosar!, y así sucedía cada vez que destrozaban los cultivos, hasta que ya hartos, dejaron de hacerlo.

Así, los campesinos, tuvieron toda la comida que quisieron, y dejaron de trabajar en las minas.
El alcalde y sus esbirros, se fueron de la aldea, llenos de vergüenza y culpabilidad.
La anciana y El mago, desaparecieron tal como habían venido, y la gente volvió a vivir en armonía con la naturaleza y con ellos mismos.




viernes, 8 de marzo de 2013

Un día en la nieve

- ¡Vaya!, ¡está todo nevado! - dijo Leire al mirar por la ventana.
- ¡Venga!, cojer los trineos y la ropa de nieve que nos vamos al monte -dijo el aita(1) de Leire.
Y así, enfundados con botas, guantes, gorros,  y chamarras, Leire y sus aitas(2) se fueron al monte para pasar el día en la nieve, no sin antes meter en la mochila un termo con chocolate bien caliente, y unos bollitos para huntar.
En el camino, se pararon en una cafetería para desayunar.
- ¡Mira aita!, que peluche más raro venden aquí - dijo Leire, enseñándole una especie de hombre cubierto de pelo blanco y cara de mono.
- Es "El hombre de las nieves". Dicen que vive en el monte, pero es muy tímido, y no se deja ver - le dijo su aita.
- ¿Y vive aquí?
- Bueno, algunos dicen que le han visto, pero es sólo una leyenda.

Con el estómago bien lleno, Leire y sus aitas, se dirigieron  a las laderas del monte para jugar con la nieve.
Allí hicieron batallas de bolas, se tiraron con el trineo, e hicieron un muñeco de nieve bien grande, con ramas y una zanahoria que habían llevado para la ocasión.
Pero sin darse cuenta, Leire se alejó un poco de la ladera mientras jugaban al "pilla-pilla".
De repente, se lebantó una fuerte tormenta de nieve, y Leire se encontró perdida en medio del bosque.
Asustada, se apoyó en un árbol, y entre el cansancio y el miedo, se quedó dormida.

Al despertarse, se encontró en una cueva. Las paredes estaban pintadas con paisajes de muchos colores, y en el suelo había pieles de animales. En una esquina, había una fogata con un gran puchero de sopa calentándose, y sentado al lado, ¡estaba "El hombre de las nieves"!.
- ¡No tengas miedo! - le dijo al ver el rostro asombrado de Leire, - no voy a hacerte daño. Te encontré en el monte dormida, y te traje a mi casa para que no te quedaras helada - y le ofreció un tazón de caldo bien caliente.
- Gracias - le dijo Leire. - ¿Eres "El hombre de las nieves"?.
- Así me llaman, pero no le digas ha nadie que vivo aquí. Si me capturan, me meterán en una jaula para que la jente me vea, y no me gustaría nada.
- ¡Tranquilo! - le dijo Leire, - te prometo que no se lo contaré a nadie.
Leire y "El hombre de las nieves", estuvieron un buen rato charlando, y se hicieron buenos amigos.
- Bueno Leire - dijo "El hombre de las nieves", - ya va siendo hora que vuelvas con tus aitas, estarán preocupados.
Y fueron por el bosque hasta el lugar donde Leire se había quedado dormida, donde se despidieron con un fuerte abrazo.
Pero Leire estaba muy cansada, y volvió a quedarse dormida apoyada en un árbol.

- ¡Despierta!, ¡despierta!.
- ¿Que sucede......? - dijo Leire desperezándose.
- ¡Dios mío!, ¡estás viva!, - gritó el aita abrazándola como un oso.
- ¡ Mi pequeña!, ¿has estado aquí todo este tiempo? - le preguntó su ama(3) con lágrimas en los ojos.
- No..........bueno sí, - se corrigió Leire, acordándose de la promesa que le había hecho al "Hombre de las nieves" ¿a donde iba a ir?.
- Pues es un milagro que no te hayas conjelado - dijo el aita.
Y abrazados, se fueron a casa a tomar chocolate caliente y jugar al parchis frente a la chimenea.

-Buenas noches "Hombre de las nieves" - dijo Leire, antes de dormirse en la cama, abrazada a su peluche de pelo blanco y cara de mono.

(1) Aita: Padre en euskera.
(2) Aitas: Padres en euskera.
(3) Ama: Madre en euskera.




viernes, 1 de marzo de 2013

El niño miedoso

A Juan, le daba miedo todo: la oscuridad, los perros, el mar...................
Todos los días, sus padres le llevaban al parque, y se iban a trabajar. Juan se quedaba solo, jugando con la arena o leyendo un cuento, mientras los otros niños, jugaban a la pelota o al pilla-pilla.
En el parque, había una viejecita que se sentaba siempre en el mismo banco a dar de comer a las palomas.
- ¡Juan! - le dijo un día. - ¿Porqué no juegas a la pelota con los otros niños?
- Es que............, me da miedo jugar con otros niños - le respondió.
- Vaya. ¿Quieres que te cuente un cuento?.
- Bueno.
Entonces la viejecita le contó un cuento de piratas, que era los que más le gustaban a Juan.
Y así, todos los días le contaba un cuento, de hadas, dragones, príncipes, marcianos, monstruos,.........,por lo que se hicieron muy amigos.
Una tarde, se hizo de noche, y los padres de Juan no habían vuelto.
- ¿Quieres que te acompañe a tu casa? - Le dijo la viejecita -, parece que a tus padres se les ha olvidado venir a buscarte.
- Vale - le dijo Juan, y se fueron hacia allí, de la mano.
Cuando iban por un oscuro callejón, oyeron unos pasos por detrás que se acercaban.
-¡Dame todo lo que tengas! - era un ladrón, que agarrando el bolso de la viejecita, tiraba de él para llevárselo.
- ¡No!, ¡es mío! - gritó la viejecita  forcejeando con el ladrón.
Este, entonces, le empujó tirándole al suelo.
-¡Ahora verás! - dijo.
En ése momento Juan, armándose de valor gritó:
- ¡Déjale en paz!.
El ladrón se volvio.
- ¿Qué vas ha hacerme, miedica?.
- Yo.................
Sin pensárselo, Juan cogió un rama que había en el suelo, y ésta ¡Se convirtió en una magnífica espada que brillaba bajo la luz de las farolas!. Entonces, se subió a una bicicleta abandonada en una basura, y ésta ¡se convirtió en un formidable caballo blanco que relinchaba echando vapor por la nariz!.
Al galope, se dirigió hacia el ladrón blandiendo la espada.
- ¡Déjale en paz maldito!
El ladrón, muerto de miedo, salió corriendo como alma que lleva el diablo.
- ¿Estás bien? - dijo Juan al acercarse a la viejecita.
Entonces, vio su espada en la mano, y el formidable caballo blanco.
-  ¿Qué ha sucedido............?
- Pues que eres un príncipe, pero hasta ahora no habías tenido ocasión de demostrarlo.
De ahora en adelante, ya nunca más tendrás miedo, y cuando lo tengas, sabrás afrontarlo, con tu espada y tu caballo blanco.
Y de la viejecita salió una luz brillante, que la envolvió, ¡y se convirtió en un hada!
- ¡ No lo olvides nunca, príncipe! - y se alejó volando.
Desde entonces, Juan empezó a jugar con los otros niños, y poco a poco fue superando sus miedos, ¡porque sabía que era un príncipe!.