Cuentos para contar.

sábado, 22 de marzo de 2014

Saturnino y el misterio del planeta cambiante (El origen de "Los soñadores") (parte 1ª)

La fascinación de Saturnino por los misterios del universo, le hacían recorrer el espacio sideral, con su nave, El Gorrión moteado, en busca de respuestas.
La computadora del Gorrión había descubierto un planeta que no constaba en la cartas de navegación, y hacia allí se dirigían, con un cosquilleo, tanto en el estómago de Saturnino, como en los circuitos del Gorrión.

La nave descendió en un pequeño prado.
- Bueno Gorrión, modo camuflaje - ordenó Saturnino - estaremos en contacto por el comunicador.
- Dirígete hacia el norte, detecto presencia de vida inteligente - respondió la voz metálica del Gorrión - ten cuidado.
Saturnino cogió su equipo de exploración y se dirigió al norte, como le había indicado El gorrión. El paisaje era espléndido; recorrió frondosos bosques, campos floridos llenos de mariposas revoloteando, ríos cristalinos y verdes valles, hasta llegar a una extraña ciudad. Extraña, porque las únicas construcciones que había, eran toboganes, columpios, camas elásticas, tiovivos, etc., parecía un enorme parque infantil. En ella, había niños corriendo, peleándose, jugando con el barro, andando en bici, sin la presencia de ningún mayor detrás de ello, intentando que se comieran el bocadillo. Anduvo por la ciudad entre el alboroto generalizado. Se repetía la misma escena allí donde iba.
- Hola, ¿Donde están tus padres? - Le preguntó a un niño que se hurgaba la nariz, sentado en el suelo.
- ¿Padres?, ¿Qué es eso?.
- Pues personas mayores,................
- ¿Eres tú una persona mayor?
- Bueno................
El niño salió corriendo detrás de otro que le acababa de tirar del pelo. Saturnino, desconcertado, y  cansado de tanto alboroto, regresó a la nave, ayudado por el localizador.
- Es extraño Gorrión, no he encontrado a ninguna persona mayor en la ciudad - comentaba en la nave mientras comía una cena ligera.
- Quizás sea un planeta guardería, controlada por robots.
- No se, tampoco he visto ninguno. Bueno mañana será otro día. Buenas noches Gorrión.
- Buenas noches Satur.
Saturnino, cansado, se rindió a un profundo y apacible sueño.

Un aire frío le despertó. Abrió los ojos, vio nubes persiguiéndose en el azul del cielo, y sintió la humedad de la hierba en su espalda. Se incorporó sorprendido;"- ¿Donde estoy? "- se preguntó. "- ¿Y el gorrión?"
Miró a su alrededor, sólo encontró un tostador a su lado. Intentó contactar con el gorrión, pero no obtuvo respuesta. Todavía no había amanecido, y por la situación de las estrellas, calculó que era el lugar donde había aterrizado; sin embargo, nada era tal como lo recordaba. Se dirigió hacia el norte, donde debería estar la ciudad de los niños. Cruzó dunas y palmeras, donde el día anterior, crecían árboles y flores, y al llegar donde debería estar la ciudad, se encontró con un formidable palacio, digno de cualquier cuento de hadas que se precie. Un río, corría presuroso delante del palacio, en su orilla, un hombre, sentado en una roca, pescaba, mirando soñoliento la superficie del agua.
- Oiga - le dijo Saturnino - ¿no se levantaba  aquí una ciudad llena de niños?
- Puede ser, y quizás mañana haya un volcán, o un aeropuerto,..................¡Quien sabe!
- ¿Me estás tomando el pelo? - le dijo Saturnino enfadado.
-¿Yo?, no pareces de aquí - le contestó mirándole fijamente -, pero no ne preocupes, mañana quizás seas un conejo, o un despertador, ¡Quien sabe!
- ¿Es que en éste planeta todo cambia de un día para otro?
- ¡Exacto! Eres más listo de lo que pareces.
- ¿Y que puedo hacer para recuperar mi nave?, ¡Ahora es una tostadora!
- Sólo la niña te puede ayudar.
-¿La niña?
- Si, La soñadora. Sus sueños se convierten el realidad ¿sabes?.Tiene el poder de transformar el planeta en el escenario de sus sueños, y a todos los que vivimos en él, en sus actores. ¡Es una pesadilla!
- ¡Pero yo no he cambiado!
- ¡Entonces eres uno de ellos! - soltando la caña, el hombre salió disparado, sin parar de chillar. Saturnino, miraba atónito como se alejaba. "- tengo que encontrar a la niña" - pensó. "- ¿Y que niña no sueña con ser una princesa y vivir en un palacio como en el que tengo delante?"
Así que entró en el palacio. Era un palacio formidable, con grandes torres cilíndricas unidas por arcos, y una torre central que sobresalía sobre las demás culminando en un tejado cónico; como el de Walt Disney  vamos. Llegó hasta la puerta del palacio, cruzando jardines y fuentes. Estaba abierta. Dentro, el polvo y las telarañas cubría un lujoso hall, del que ascendían unas escaleras de mármol con barandillas doradas. Tenía la sensación de que al llegar arriba, se encontraría a "Bella y Bestia" bailando en un salón; pero en lugar de eso, ¡se encontró a un terrorífico dragón, encadenado frente a una celda. El dragón se le acercó amenazante. Saturnino, sin inmutarse, sacó el desintegrador del cinturón, y disparándole, le convirtió en puntitos de luz que se difuminaron al instante.
- ¡No, no y no!, ¡Así no es como deberías haber matado al dragón! - dijo una niña,saliendo de la celda, enfadada. Iba vestida con un formidable traje de princesa.
- ¡Perdón, su majestad!, olvidé mi espada en casa. - respondió divertido Saturnino.
La niña se le quedó mirando con el gesto fruncido.
- Vaya, veo que eres uno de los nuestros - le dijo.
- ¿Uno de los nuestros?
- ¡Pues claro!, ¡un soñador!, ¡por eso no puedo hacer que cambies!
Viendo la expresión de extrañeza en la mirada de Sasturnino, la niña se dio cuenta de que no era consciente de ello.
- Princesa - le dijo Saturnino - no se de lo que me estás hablando, pero lo que si se, es que no deberías tratar así a la gente.
- ¿Tratarla como?
- ¡Como si fueran tus juguetes!, ¡Cada uno tiene que ser como es!
- Pero entonces no me divierto - dijo la niña enfurruñada.
- No se trata de que te diviertas tú sola, se trata de que nos divirtamos todos.
La niña se quedó pensativa.
- ¡Es demasiado complicado!, ¡será mejor que te vayas y dejes en paz mis sueños!
Después de decir ésto, se dio la vuelta y se metió de nuevo en la celda.
"¡Menudo carácter!" - pensaba Saturnino, cuando de repente, el palacio se empezó a transformar ante sus ojos en una pasarela de moda, en la que la niña desfilaba con llamativos vestidos, bajo los flashes de las cámaras de los periodistas, y la gente que aplaudía a radiar. Entonces, Saturnino se subió a la pasarela, y se puso a desfilar, ante la indignación de la niña.
- ¡Pero que demonios haces! -  le gritó.
- Yo también quiero desfilar, ¡es muy divertido! -  le dijo Saturnino moviendo el trasero.
- ¿Quieres dejar de fastidiar mis sueños?
- Con una condición - respondió Saturnino poniéndose serio.
- ¡Cual!
- Que devuelvas mi nave a su forma original.
Le mostró la tostadora que llevaba en la mochila. La niña le miró enfadada.
- ¡Está bien!,
Entonces cerró los ojos, se concentró, y la tostadora se transformó en El gorrión moteado.
- ¡Ahora lárgate!, ¡y no vuelvas más por aquí! - gritó.

Ya en el espacio, Saturnino comprobaba el estado de su nave.
- Parece que todo está en orden.
- Si Satur, funcionando a pleno rendimiento.
- Perfecto. Esa niña se merece unos azotes, ¿no crees?
- ¡Y que lo digas!
- Bueno Gorrión, necesito una información; dime lo que sepas sobre "Los soñadores", ¡por lo visto soy uno de ellos!
- Enseguida Sastur. Buscando datos.
Tras unos pocos segundos, El gorrión continuó: - Cuenta la leyenda, que el universo con todo lo que contiene fue creado por "El soñador", de acuerdo con sus sublimes sueños. Pero se sentía sólo, por lo que dotó a los seres que había creado de libertad, para que fueran como él. "El soñador" no era todopoderoso, sobre la muerte no tenía poder, era mortal, como las criaturas que había creado. Entonces, "El soñador", transmitió su don a algunas de sus criaturas, para que cuidaran del resto cuando hubiera fallecido.
- ¡La leyenda es cierta!, pero ¿como puedo encontrar a "Los soñadores"?
- Según la leyenda, hay una estirpe de "Soñadores" en cada mundo, encargada de cuidarlo. Podríamos encontrarlos en cualquier planeta.
- ¡Es cierto!, y puesto que yo soy un "Soñador", significa que mi familia forma parte de una estirpe de "Soñadores". ¡Vayamos entonces a Saturnalia, tenemos asuntos familiares importantes que tratar!







miércoles, 5 de marzo de 2014

El juguete fantástico

Detrás de una roca, Juan observaba a la rana, que hinchaba y deshinchaba el cuello como si se hubiera comido un globo. Se arrastró por la tierra, protegido por altas hierbas. Un par de metros le separaba de ella. Se incorporó; el chasquido de una rama fue como un resorte, que hizo saltar a la rana fuera de su alcance. La siguió por un cañaveral, hasta un claro, donde se levantaba, protegida por las cañas, una pequeña casa de madera. Abrió curioso la puerta, y entró; unas luces de colores se encendieron, una alegre música circense empezó a sonar. Miró a su alrededor sorprendido; la estancia parecía más grande por dentro que por fuera. En su interior, se encontró una inmensa y extraña maquinaria que ocupaba toda la estancia: Enormes ruedas dentadas movían pistones que proyectaban líquidos de colores por un entramado de tuberías circulares; bombillas que se encendían y apagaban por aquí y por allá emitiendo toda clase de ruiditos simpáticos; paneles de botones y manivelas; palancas que salían del suelo;........................... Contempló fascinado todo aquello, se acercó, y apretó un botón: Unas poleas se movieron, haciendo elevar una plataforma, que al coincidir con otra, hizo rodar una bola, que cayó en un balancín, cuyo extremo encendió un interruptor, que puso en funcionamiento un ventilador, que hinchó un globo, que explotó cuando su superficie alcanzó la punta de un alfiler,..................................... Apretó otro botón, y algo completamente diferente empezó a suceder. Pasó el resto de la tarde, y de las tardes de aquel caluroso e inolvidable verano, combinando y recombinando las infinitas posibilidades de aquella fantástica máquina.

Con la cabeza apoyada en la mano, miraba sin ver los planos del nuevo proyecto que debía presentar ante la junta de accionistas al día siguiente. "Una estúpida tostadora" - pensaba Juan. Se levantó y sacó dos cafés bien cargados de la máquina de cafés. Iba a ser una noche muy larga. La alarma del móvil le despertó. Levantó la cabeza del escritorio - ¡Dios!, ¡me he dormido! - exclamó, echando el dolorido cuello hacia atrás; esbozos de un sueño se iban difuminando en su mente: Luces, botones, compuertas que se abren y cierran, fluidos de colores,............, era el mismo que se repetía todas las noches últimamente. A sus 30 años, Juan se podía considerar un triunfador. Con 20 fue contratado por una prestigiosa empresa de electrodomésticos como director de proyectos e innovación, al terminar la carrera de ingeniería técnica entre los mejores de su curso; estaba casado con el amor de su vida, y tenía 2 guapos e inteligentes hijos. ¿Qué más podía pedir?
- Señor Aresti, le traigo el billete de avión - le dijo su guapa secretaria.
- ¿Qué billete?
- El del vuelo a Italia.
- ¡Ah si, la conferencia!, gracias Patricia.
Una pequeña ola de aburrimiento perturbó el calmoso y predecible lago en el que se había convertido su vida. Miró indolente el billete; "La Toscana, Italia, ¿No era allí donde veraneaba de niño con mi familia?" pensó. Por un momento, fue ése niño, persiguiendo ranas y lagartijas en el bosque; pero enseguida, el lago recuperó la calma.

Se tumbó cansado en la cama del hotel, después del largo vuelo. Mañana repetiría las mismas palabras, los mismos gestos, que tantas y tantas veces había pronunciado y hecho: " ¡La tostadora de microondas: La última revolución en desayunos y meriendas!" Se sentía más un vendedor que un verdadero innovador; su curiosidad hace mucho tiempo que se limitaba a saber lo que sucedería en el próximo capítulo de su serie de televisión favorita.
Al día siguiente, la conferencia transcurrió como tantas otras; los mismos chistes, las mismas preguntas, los mismos acuerdos en el bar con distintos personajes,................... Después, cogió un taxi para volver al hotel. Miraba distraído por la ventanilla, cuando el corazón le dio un pequeño vuelco. - ¡Pare! - le gritó al taxista. A un lado de la carretera, había un cartel no muy grande ya ajado por el tiempo: "Hostal Paraíso: Sus vacaciones familiares en plena naturaleza". Una flecha situada debajo, indicaba que estaba a 200 metros de distancia. Bajó del taxi y siguió la flecha. Por su cabeza pasaban imágenes de su infancia, aquellos calurosos días de playa y excursiones campestres con la familia. ¡Y allí estaba el hostal Paraíso, tal como lo recordaba! - ¿Señora Luisa, es usted? - le preguntó a una anciana que dormitaba en el porche.
- ¿Perdone? - le contestó sobresaltada.
- Hola, soy Juan, Juan Aresti. De niño venía a veranear aquí todos los años con mi familia.
- Juan............Juan, ¡aquel pequeño diablo que me llenaba la casa de ranas y lagartijas!
- ¡El mismo!
- ¡Cómo pasa el tiempo!
- ¿Tiene alguna habitación libre?, resulta que estoy de paso, y estaba buscando alojamiento.
- Habla con Martina, mi hija, yo ya no tengo edad para los negocios.
- ¿Martina?, ¿Aquella niñita resabiada?
- Ahora es toda una mujer, y con carácter, como su madre.
Entonces apareció Martina, y los 3 recordaron viejos y buenos tiempos ente vasos de vino y empanada.

Aquella noche, Juan durmió a pierna suelta en el hostal Paraíso. Al día siguiente, después de un abundante desayuno casero con pan tostado y mermelada, fue a dar una vuelta por los alrededores. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan relajado y vivo. Llegó a un pequeño estanque; al lado, se extendía un cañaveral. Avanzó entre las cañas, a medida que una pequeña emoción se asomaba en su interior, hasta dar a luz un recuerdo sepultado por el tiempo. Allí, en un claro, se encontraba la cabaña en la que años atrás, descubrió la fascinación y el misterio del mundo. Abrió la puerta, que se desencajó, levantando una nube de polvo. La humedad enmoheció en un momento sus recuerdos. Un desolado paisaje de tubos oxidados, cristales rotos, y marañas de cables, le devolvió a la realidad; el tiempo y la naturaleza, habían hecho bien su trabajo. Recorrió con la vista el ruinoso espectáculo. Cogió una manivela del suelo, y la encajó en un panel, girándola pensativo. "-¿porqué no........?" - pensó - ¡vamos allá!
Al día siguiente, alquiló una furgoneta y se acercó al centro comercial más cercano, donde compró toda clase de herramientas y materiales de construcción. Pasó los días siguientes en la cabaña del bosque. La paz del estanque se rompió por el ruido de martillazos, taladros y alegres canturreos. Pasaron 3 meses; abrió la puerta de la cabaña, una luces de colores se encendieron, una alegre música circense empezó a sonar, enormes ruedas dentadas movían pistones que proyectaban líquidos de colores por un entramado de tuberías circulares,.................................................. ¡Allí estaba de nuevo: La máquina,......................y la fascinación!

Juan no se conformó con reconstruir la máquina; dejó su trabajo, y fue con su familia a vivir a la Toscana. Allí, dedicó sus excelsos conocimientos técnicos en mejorar y ampliar la máquina, y así, la pequeña cabaña de madera, se convirtió en el parque de atracciones más innovador y fascinante de Europa, al que miles de personas iban a visitar, ¡y a disfrutar y disfrutar...............................!