Cuentos para contar.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Leire y sus juegos

"El robot dinosaurio destrozaba la ciudad, derivando los edificios con la cola, para atrapar a sus aterrorizados habitantes y tragárselos. Con ellos, el malvado Puercovich elaboraba la deliciosa mermelada de arándanos que tanto le gustaba. Pero entonces, apareció La Princesa de Hielo, y disparó su rayo superultracongelante, dando de lleno al dinosaurio. Este, quedó atrapado en el hielo, pero con los rayos láser de sus ojos, lo derritió. La princesa, utilizó su móvil de última generación para hacer una llamada, y volando sobre sus cabezas, Superpuch, el osito de peluche gigante, bajó de los cielos. Agarró al dinosaurio con sus dos brazos, y utilizando su poderoso abrazo amoroso, inutilizó al dinosaurio. Puercovich, que lo conducía desde dentro, escapó de la boca del dinosaurio con su nave espacial, y mandó a su ejército de zombies para que tomaran la destrozada ciudad. Se libró una terrible batalla entre los zombies y los animales de goma que fueron a liberarla................"
- ¡Leire, a dormir, que ya es tarde!
- ¡Ahora!
- ¡Pero como tienes la habitación, ya puedes recogerlo todo antes de acostarte!
- ¡Vale!
Leire guardó todo en el baúl-desastre de los juguetes, y se metió en la cama, quedándose dormida al instante. Los habitantes de la ciudad deberán esperar hasta que Leire despierte, aunque probablemente, ya se habrá olvidado de ellos.

Los padres de Leire hablaban con su profesora.
- Es una buena niña, muy cariñosa, y con una gran imaginación, pero tiene que centrarse en sus tareas, se pasa todo el tiempo jugando, y se olvida de sus deberes.
- ¡Es una niña! - protestó el padre.
- Sus compañeros también, pero son mucho más aplicados.
- ¿Y qué podemos hacer? - preguntó la madre.
- Disciplina, disciplina es lo que necesita: Ponerle horarios, estímulos mediante recompensas y castigos.....

Nada más llegar a casa, los padres cogieron el baúl de los juguetes, le pusieron un candado, y lo subieron al trastero. No se dieron cuenta de que La Princesa de Hielo se encontraba bajo la cama. Al llegar Leire, se encontró que sus juguetes habían desaparecido.
- ¡Mamá, papá, y mis juguetes!
- Ven hija - le dijo su madre desde el sofá de la sala.
- Mira, tu padre y yo hemos hablado con la profesora, y nos ha dicho que te distraes mucho. Por eso, hemos guardado los juguetes en el desván, y no podrás jugar con ellos hasta que no hagas los deberes.
- ¡Pero mamá!, ¿y La Princesa de Hielo, y Superpuch,......?
- Tendrán que esperar hasta que mejoren tus notas.
- ¡No!. ¡Quiero jugar con ellos ahora!
- ¡Pero quien te has creído!, ¡Vete a tu habitación, y no salgas hasta que no acabes tus deberes!
Leire corrió a su habitación, cerró la puerta de un portazo, y lloró tumbada boca abajo sobre la colcha de su cama.

Cuando el padre de Leire llegó a casa, se encontró con una grúa y un camión delante de la puerta. También había un coche de policía.
- ¿Qué sucede agente?- preguntó dirigiéndose a los policías que estaban dentro del coche. Se quedó de piedra; ¡eran dos clics-policia de tamaño natural!
- Se trata de un secuestro - dijo uno de ellos - si no los liberan a las buenas, destrozaremos la casa.
El padre retrocedió estupefacto, subió corriendo las escaleras, y entró precipitadamente.
- ¡Has visto eso! - le dijo a su esposa nada más entrar. Pero ésta no pudo responder, ¡ya que se encontraba congelada en la cocina!
- ¡Dame la llave! -escuchó a sus espaldas, ¡La Princesa de Hielo, en carne y hueso, tendía amenazante su mano hacia él - o te convertiré a tí también en hielo.
- ¡No Princesa, espera, no le hagas daño! - gritó Leire, que fue apareció corriendo en la cocina.
Entonces se escuchó una explosión, provenía del desván; Puerchovich había conseguido recargar las pilas del dinosaurio mecánico con el ordenador de juguete portátil, que estaba también en el baúl.
- ¡Transformación! - gritó el cerdo, apretando un botón de su mando a distancia, y el dinosaurio empezó a crecer y a transformarse en un terrible monstruo mutante. La casa empezó a desmoronarse, y el padre cogió el cuerpo congelado de su esposa, y salió con Leire antes de que la casa se viniera abajo.
- ¡Humanos, humanos, necesito humanos para hacer mi mermelada! - decía Puercobich entre siniestras carcajadas.
El monstruo mutante era una especia de masa gelatinosa llena de tentáculos y ojos, con una enorme boca. Alargaba sus tentáculos pegajosos atrapando a la gente que andaba por allí para tragárselos. Entonces apareció como de la nada un enorme osito de peluche : ¡Era Superpuch!, que intentaba abrazar al monstruo, sin conseguirlo, porque éste se le escurría entre los brazos. La Princesa de Hielo, al ver que Superpuch no podía con el monstruo, se dispuso a congelarlo con su anillo mágico. En ese momento, Puercobich cogió a Leire, y le apuntó con una pistola.
- ¡No lo hagas, o la convertiré en mermelada, con mi pistola mermelarizante!
Pero antes de que pudiera hacer nada, una grúa cogió con su gancho a Puercobich por los pantalones, y se lo llevó por los aires; un clic-obrero de tamaño natural, la conducía................

Leire escribía en la cocina. En la sala, sus padres hablaban con la maestra.
- Parece que hemos conseguido algo - comentaba el padre.
- El escribir las historias que imagina hace que se centre en algo práctico, y le ayuda a concentrarse.
- Parece que está dando sus frutos - decía sonriente la madre.

"Todo parecía normal; la bestia, convertida en niña por la manipulación genética de los extraterrestres, iba a clase y se comportaba como cualquier niña de su edad, pero mientras escribía en la cocina, se produjo la alineación planetaria que desató de nuevo a la bestia................"
- ¿Qué sucede? - dijo la maestra alarmada al escuchar un fuerte ruido.
- No lo se, viene de la cocina.................................