Cuentos para contar.

sábado, 17 de diciembre de 2016

La más bella flor

Erase una vez una rosa; la última flor del verano. Pronto llegaría el otoño, y se la llevaría con el resto de las flores que habían florecido en verano.
Acababa de salir, y  miraba entusiasmada a su alrededor: El sol calentándole, las gotas de rocío lavándola cada mañana, el  cosquilleo de las abejas recogiendo el néctar que se pegaba en sus peludas pata, las frágiles mariposas aleteando sobre ella con sus coloridas alas,.......................
ero no todo era belleza, veía preocupada como algunas de sus hermanas perdían sus pétalos, que arrugados y descoloridos caían al suelo, dejándolas desnudas y marchitas.
Por la noche, la luna que era su amiga, vio su preocupación.
- ¿qué te sucede? - le preguntó.
- Yo también fui joven y hermosa, ¡una esfera perfecta y brillante!, y mírame ahora, cada vez más oscura y llena de cráteres, ¡así es la vida!
- ¡Yo quiero seguir siendo hermosa!
La luna se quedó pensativa.
- Hay una forma de burlar al tiempo.
- ¡ Cual, cual!
- ¡el invierno!, el puede hacer que todo se congele, ¡incluso el tiempo!, haciendo que se pare.
- ¡Habla con el, haré lo que sea por conservarme joven y bella!
La luna habló con el invierno, que se encontraba en otro hemisferio de la tierra, y éste, accedió a llevarse con el a la rosa.
El invierno congeló a la rosa, que así conservó su belleza, yendo de su mano de un hemisferio a otro de la tierra; pero también su corazón quedó congelado.

La luna, que seguía hablando con la rosa, un día le preguntó:
-¿Qué te sucede?, ya no sonríes como antes, y eso que sigues hermosa a pesar de que pase el tiempo.
- Si, pero me siento muy sola, añoro a mis hermanas, a las mariposas, a las abejas, al sol,............
- Si quieres, hablaré con la primavera, pero tendrás que renunciar a tu belleza.
- ¡ No me importa, no quiero seguir sola!
Y la primavera se llevó a la rosa con ella.
La lluvia y el sol abrieron del todo sus pétalos rojos, desprendiendo su delicado perfume, y las abejas y las mariposas volvieron a columpiarse entre sus pétalos.
Entonces sucedió que cuando estaba en la plenitud de su belleza, una niña la cortó, y se la dio a su madre, que estaba muy enferma en el hospital. Cuando la madre vio la flor, lloró de alegría, y sus lágrimas regaron la rosa, convirtiendo aquel momento en uno de los más bellos instantes que vivieron la niña, la madre, y la flor; y cuando el invierno se llevó sus pétalos dejándola marchita, recordó aquel momento, y se sintió la más bella flor que jamás existió sobre la tierra.

sábado, 29 de octubre de 2016

El pirata Malapata y la muchacha pálida

En las bravas aguas del Caribe, El Delfín Volador, apenas tocaba el agua empujado por el viento que impulsaba sus velas convertidas en alas. Sin embargo, a pocas yardas, El Galgo Veloz, la fragata más rápida y ligera del Rey, acortaba distancia ante la enfurecida mirada de Malapata.
- ¡Que mil serpientes venenosas se metan por mis venas!, ¡cómo es posible!
- Es mucho más ligera que nosotros capitán, y hay que descubrirse por la pericia del timonel - dijo Rodi.
- ¡Desplegar todo el trapo!, le enseñáramos lo que es correr a ese sabueso cojo.
- ¡No capitán, el viento es muy fuerte y romperíamos el mástil!, lo mejor sería hacerle frente, nuestra potencia de fuego es mayor.
Malapata hizo caso a los sabios consejos de su contramaestre, y El Delfín plegó sus velas, escorándose ligeramente para poner a tiro a la fragata del Rey.
Cuando se puso a distancia de fuego los cañones del Delfín atronaron en el aire, sin dar en su objetivo. Este viró la proa para enfilar su artillería, y una nueva andanada de hierro surcó el cielo.
- ¿Qué le sucede al cañón de proa? - preguntó Rodi - ¡no ha disparado!
- ¡Ese maldito bastardo de Cobra debe de estar de nuevo borracho como una cuba!
Malapata se dirigió hacia allí hecho una furia.
- ¡Cobra, hijo de una hiena! - gritó al llegar al cañón de proa. El pirata se encontraba en el suelo, con una botella de ron, vacía, en la mano.
- Si capitán........... - consiguió balbucear.
- ¡Maldita sea!, ¡me tendré que encargar yo mismo!
Malapata prendió la mecha del cañón con una antorcha, sin saber que Cobra había metido por su boca una cantidad exagerada de pólvora. El cañón explotó en las mismísimas narices de Malapata.
Rodi, alarmado por el ruido, fue corriendo hacia la proa; había un gran boquete en el casco, y los trozos del cañón habían destrozado el lugar. Milagrosamente, Malapata sobrevivió, a pesar del gran número de magulladuras por todo el cuerpo, y una sordera temporal por el zambombazo, lo que no le impedía seguir maldiciendo en todo momento.
- ¡La mala hierba.........! - comentó Rodi.

Por fortuna, el accidente no afectó de forma importante a la estructura del Delfín, que pudo escapar de su perseguidor, tras mermar considerablemente su capacidad de ataque con la artillería..
Malapata tuvo que permanecer varios días en cama, maldiciendo y bebiendo ron, para remitir el dolor de sus heridas.
Cuando se recuperó, subió a cubierta para sentir de nuevo el aire fresco y salado que expiraba el mar,aunque su sordera le impedía escuchar los irritantes gritos de las gaviotas y el rumor de las olas golpeando el casco. Sin embargo, sus ojos de lince distinguieron en la lontananza, incluso antes de los del vigía, una sombra que aparecía y desaparecía entre las olas.
- ¡Rumbo noroeste! - bramó Malapata - hay algo flotando en el agua.
al acercarse vieron que se trataba de una pequeña embarcación, sin remos, en la que yacía fallecida una pálida muchacha con la piel quemada por el sol.
- ¡Amarrar el bote y subir a la muchacha! - gritó el capitán. pero sus hombres vacilaban.
- ¿Qué os ocurre atajo de medusas viscosas? - volvió a aullar Malapata.
Rodi, comprendiendo la situación, escribió en una hoja: "Capitán, la tripulación teme de que se trate de un espíritu maligno, está claro que le han abandonado a su suerte."
- ¡Malditas nenas lloricas, subirla inmediatamente si no queréis que os saque los ojos a mordiscos!
A regañadientes, subieron a la chica a bordo, y le acomodaron en el camarote de Malapata.

Malapata miraba a la muchacha tendida en la cama con su vestido blanco sucio y hecho jirones arropando su casi esquelética figura, su largo pelo blanco y enmarañado llegándole hasta la cintura, su pálida piel enrojecida por el sol,...........Rodi vio en esa mirada una expresión de dulzura que nunca hubiera imaginado en el rostro normalmente colérico del pirata, y se esperó lo peor.

Por la noche, Durán, El portugués, candil en mano, hacía guardia en la cubierta del Delfín. Las estrellas y la luna habían desaparecido del firmamento, como huidas de alguna terrible presencia. Durán escuchó unos ruidos ente unos toneles, y pensó que serían ratas, pero las dos luces brillantes que vio, como llamas, no se correspondían a los de un roedor.
- ¡Quien anda allí! - gritó empuñando su puñal.
De pronto, un pavoroso aullido rasgó el silencio de la noche: ¡de entre los toneles, asomó la más pavorosa criatura que El portugués había visto en su vida, y aunque era hombre valeroso, apreciaba demasiado su vida como para hacerle frente; así que le arrojó el puñal y salió corriendo, tan precipitadamente, que tropezó con unos cabos, quedándose sin sentido al golpearse la cabeza con la cubierta.

Malapata despertó con los primeros rayos de sol, y subió a cubierta. Cual fue su sorpresa al ver a Durán en el suelo, y más allá a la muchacha, mirando al sol, que parecía flotar en el horizonte. Ignorando a Durán, al que creía ebrio, se acercó a la muchacha; sus ojos de color gris claro parecían las puertas abiertas de su alma.
- ¡Capitán, hay una bestia a bordo! - gritó Durán, que acababa de despertarse. Malapata no podía apartar la vista de la muchacha. Entonces subió Rodi.
- ¡Estaba allí, entre los toneles! - volvió a gritar Durán mirando al contramaestre- ¡nos devorará a todos!
- Tranquilo Portugués, creo que has tenido un mal sueño. - le respondió Rodi.
Alertados por los gritos, el resto de la tripulación se asomó somnoliente a la cubierta. Entonces  la muchacha, sin dejar de mirar al horizonte, se puso a cantar la más desolada e hierática canción que los piratas habían escuchado nunca.
Uno tras otros, los bravos piratas cayeron en un profundo sueño. Todos menos Malapata, que, veía estupefacto como sus hombres se desplomaban sobre la cubierta.
Un fuerte golpe, que hizo temblar el casco del Delfín, hizo también perder el equilibrio de Malapata, que casi cae sobre la cubierta; el barco había chocado con unos arrecifes. Malapata saliendo de su ensimismamiento, cogió el timón, y puso a salvo la integridad del Delfín. Luego encerró a la muchacha, sin comprender nada de lo que había sucedido, e intentó despertar a sus hombres arrojándoles  agua helada con un cubo.

Malapata hablaba con Rodi:
- ¿Qué opinas de lo que ha ocurrido? - preguntó El capitán.
- -He estado investigando en la biblioteca, y creo que la muchacha es un espíritu lunar, un ánima cuya voz es como el canto de las sirenas, que atrae y duerme a todo aquel que la escucha, y de noche se transforma en un gran lobo negro sediento de sangre.
- ¡Por los huesos del Yeti!, ¡le abandonaremos en la primera isla con la que nos crucemos!, aunque.............................. ¡es tan hermosa!
- ¡Capitán!, ¡si no lo hacemos nos devorará a todos!
Malapata se quedó pensativo.
- Se me ha ocurrido algo mejor..............podríamos hacer un gran negocio con sus capacidades vocales..............
La malévola sonrisa de Malapata le mostró a Rodi claramente que nadie podría hacerle declinar los disparatados planes que acababa de concebir.
Malapata pensaba utilizar la voz de la muchacha para dormir a sus víctimas, y así poder saquearlas con total impunidad. Tuvieron que tomar precauciones, amordazando a la muchacha durante el día, y encerrándola en una jaula cuando caía la noche. Los aguerridos piratas, apenas podían dormir por los terroríficos aullidos de la bestia, y los golpes que resonaban como truenos en sus cabezas al arremeter furiosa contra las rejas.

Durán fue el encargado de cuidar a la muchacha, que parecía estar ida, en otro mundo. El portugués le alimentaba,  le lavaba con gran delicadeza, le arropaba, y protegía del sol su pálida piel con crema de zanahoria. Por la noche, le metía en la jaula, donde le había hecho un lecho de paja, y le dejaba carne fresca para saciar el apetito de la bestia en la que se transformaba.

Empezaron con pequeños poblados. Desfilaban por las calles disfrazados de comediantes, mientras anunciaban un supuesto espectáculo de magia y teatro. Cuando todo el pueblo se encontraba reunido en la plaza del pueblo, la muchacha salía al escenario y cantaba, dejando a todo el mundo dormido, salvo a Malapata y sus hombres, que entonces saqueaban el pueblo y volvían a su barco con el botín.

La codicia de Malapata le llevó a plantearse mayores retos, y se propuso asaltar el mismísimo palacio real. Para ello, eligió una fecha especial: El cumpleaños del rey.

La ciudad se encontraba engalanada con farolillos y banderines multicolor que unían los balcones de las casas.En Palacio, se celebraba una fastuosa fiesta, a la que acudirían las más prestigiosas familias europeas, y los más altos cargos clericales y políticos. Durante todo el día y la noche, se representaban en el salón real los mejores espectáculos del momento, ante la aristocracia allí reunida, que luciendo sus joyas y sus mejores galas, comían opíparamente los sabrosos manjares que elaboraban continuamente en la cocina real, regados por los más exquisitos caldos de la bodega.

El rey, con gesto cansino de su mano, hizo que el actor vestido de Dios griego y el resto de ninfas y centauros que representaban la tragedia griega, abandonaran el improvisado escenario frente al trono. A continuación, lo ocupó un estrafalario grupo de saltimbanquis, forzudos y bufones comandados por un mago de oronda figura y una muchacha pálida y delgada con el rostro cubierto por un velo. Al rey le resultó familiar el mago, oculto por largas barbas y cabellos blancos. Los saltimbanquis daban vueltas de campana y formaban torres humanas, mientras los forzudos levantaban balas de cañón, y los faquires echaban llamas por la boca.
De pronto, el mago, con gran solemnidad, arrojó algo al suelo, produciéndose una fuerte explosión y un espeso humo, que llamó la atención de todos los presentes.
- Majestad, ilustrísimas autoridades - dijo el mago con voz profunda - ¡les traigo desde las lejanas y exóticas tierras de oriente, la más hermosa y misteriosa joya existente en aquellos lugaras: "Lunaris", cuya voz convierte en ruido el canto de los ruiseñores!
El mago atrajo hacia él a la muchacha, le quitó el velo, y desató la mordaza que tapaba su boca. Una extraña melodía, como un coro de oscuros espíritus surgiendo del abismo, inundó de sombras el salón real.
El efecto fue inmediato, todos los allí presentes se desplomaron dormidos al suelo, como árboles sin raíces. Todos menos el mago y su troupe, que como ya habréis adivinado, se trataba de Malapata y sus hombres.
Malapata volvió a amordazar a la muchacha, y se quitaron los disfraces y los tapones de las orejas.
- ¡Vamos chicos, desvalijar a todos estos ricachones! -gritó Malapata - ¡no dejéis nada de valor!
Collares, anillos, broches, doblones,..........................¡el botín era inmenso!, pero estaba anocheciendo.
- Démonos prisa capitán - dijo Rodi - la muchacha se va a transformar en cualquier momento.
Malapata contemplaba entusiasmado un collar de enormes diamantes que había cogido del cuello de la reina, sin escucharle.
El sol desapareció en el horizonte, y la luna se convirtió en el ojo de la noche. Rodi, preocupado, no dejaba de mirar a la muchacha. Entonces vio espantado como de repente, su cuerpo empezó a retorcerse cubriéndose de pelo, de su boca desencajada crecieron enormes colmillos, y sus ojos grises se convirtieron en tizones rojos.
- ¡Capitán, tenemos que irnos! - gritó.
- ¡Estás loco! - respondió mientras intentaba arrancar un diente de oro de la boca del obispo. Pero el terrible aullido de la bestia le hizo cambiar de opinión.
- Creo que tienes razón, será mejor que nos larguemos - recapacitó.
Cogió el saco lleno de joyas, y sigilosamente se dirigió hacia la puerta del salón, sin perder de vista a la bestia. Esta, gruñendo y echando espuma por la boca, miraba sucesivamente a él y a sus hombres, que también intentaban alcanzar la puerta. Cuando lo lograron, cerraron la puerta y echaron a correr como alma que lleva el diablo.
A sus espaldas escucharon los fuertes golpes que producía la bestia al precipitarse contra la puerta. Se encontraban en el jardín cuando esta cedió. La bestia les alcanzó en 4 zancadas, y saltando por encima de ellos, se les plantó delante. Les miró uno a uno, parecía estar eligiendo quien iba a ser el primer plato, cuando sus ojos se pararon ante los de Durán, y su cuerpo crispado se relajó.
Rodi, se dio cuenta de lo que sucedía, y agarrando a Durán le hizo adelantarse unos pasos, este temblaba como las alas de un colibrí.    
- Vamos, acércate más - le decía Rodi al oído - te a reconocido, no te hará nada.
La bestia se le acercó y abrió sus fauces, pero fue para lamer las mejillas de Durán.
Mientras, Malapata y el resto de sus hombres, retrocedían lentamente, hasta echar a correr en cuanto se alejaron unos pasos.

En el Delfín volador, Rodi intentaba calmar a Malapata, que recorría la cubierta maldiciendo.
- ¡Malditas nenas, gangosas ballenas jorobadas con liendres, os voy a colgar del palo mayor para que las gaviotas os saquen los ojos!
- Vamos capitán, quien va a pensar en el botín cuando una pavorosa bestia surgida del averno te está persiguiendo.................................Ya tu si - rectificó al ver la mirada que le lanzó Malapata - Por lo menos nos hemos burlado del rey y toda la corte robándoles en sus mismísimas narices.
- ¡Y que lo digas! - le respondió Malapata con una burlona sonrisa mientras, sacaba de debajo de su camisa la corona del monarca.
                 




domingo, 18 de septiembre de 2016

Baxi

Estaba oscureciendo, se había lebantado un fuerte viento que hacía temblar a todas las hojas de los árboles, en el cielo la luna asomaba su pálido rostro.
- ¡Vamos, corre! - le apremiaba Antxón a Uxúe - ¡está anocheciendo!
- ¡Voy todo lo rápido que puedo!
Al rato Uxúe se paró.
- ¿Qué haces? - le gritó Antxón.
- ¡No puedo más!
Escucharon entonces un terrible ahullido, y alguien o algo saltó de la rama de un árbol cayendo delante de ellos. Los niños corrieron espantados hasta llegar a casa.

- ¡De verdad que lo vimos! - decía Uxúe en el patio del colegio.
- ¡Y casi nos coje! - apuntó Antxón.
Se formó un corro alrededor de ellos.
- ¿Cómo era? - les preguntaron.
-¡Horrible!; tenía cuernos enormes y una boca con 4 filas de colmillos, en vez de pelo estaba cubierto de serpientes, con alas de murciélago y garras en vez de manos y pies.
- ¡Era "El Basajaun" (1)!
- Pero conseguimos escapar, ¡nos habría devorado si nos pilla como hace con el ganado!
Los niños se estremecieron de sólo escucharlo.

Leire y su familia subían por la sierra buscando el lugar ideal para acampar, y ve5r la lluvia de esdtrellas que todos los años se producía en aquellos días. El cielo eltaba sdespejado, y prometía un espectáculo digno de verse. Montaron la tienda de campaña y dieron buena cuenta de la tortilla de patatas que habbían llevado poara cenar. Después jugaron a cartas y contaron historias hasta que les entró sueño.
Esto era lo que más le gustaba a Leire, que con su imaginación se inventaba increíbles historias. El aita, contó una de miedo:
"Os voy a contar una leyenda que leí en internet buscando información sobre el lugar en el que estamos: La leyenda del "Basajaun".
"El Basajaun" es un ser mitológico, el señor del bosque, protector de la naturaleza. Es grande y posee una fuerza y agilidad extraordinarias. Su pelo y su barba le cubren todo el cuerpo hasta llegar al suelo, y uno de sus pies tiene la forma circular de una pezuña.
Cuentan que en un principio protegía a los rebaños de los lobos, y avisaba de las tormentas dando grandes ahullidos. Pero fue traicionado por los hombres, que le robaron el secreto de la fabricación de la sierra, del eje de molino y la técnica para soldar metales. Desde entonces se conbirtió en un ser maligno que provocaba plagas e inundaciones, e incluso devoraba los rebaños de los hombres."

-¡Guau, que buena historia!
- ¡Shhhhhhhhh, e oído un ahullido ahí fuera!, ¡Quizás sea "El Basajaun"!
- ¡Qué miedo!
- Venga vamos a dormir, que no tenemos mucho tiempo para descansar.
El aita puso el despertador a las 3 de la mañana, la hora en la que estaba anunciada la lluvia de estrellas, y se durmieron con el sonido de los grillos y las aves nocturnas.

A las 12 de la noche, Leire se despertó con ganas de hacer pis. Salió de la tienda y buscó un árbol donde agacharse y aliviar la bejiga. Entonces vio como se movían unos matorrales, y es cuchó un balido. Se acercó, y un corderito salió corriendo para esconderse tras unas rocas.
- No tengas miedo - dijo Leire acercándose muy despacio. Pero el corderito estaba muy asustado, y volvió a escapar. Pero el corderito no escapaba sólo de ella: Un gruñido sonó a su espalda, y luego el ruido de muchas patas saltando sobre la tierra. Una sombra cruzó veloz delante de ella, las ramas secas crugían por todas partes. Vio entonces una manada de lobos rodeando al corderito.
Leire cogió una rama del suelo, y agitándola gritó:
- ¡Eh, venir a por mi!
Los lobos en principio se asustaron, pero enseguida se dieron cuenta de que tenían otro plato en el menú.
Leire corriió hasta unos árboles, y agilmente subió por uno de ellos. Los lobos rodearon el árbol; gruñían y saltaban intentando subir.
Pasó el tiempo, los lobos no desistían, y la rama en la que estaba Leire empezó a ceder por el peso. Intentó agarrarse a otras ramas, pero fue resbalando hasta caer. Pero no cayó al suelo; 2 brazos fuertes y peludos le habían atrapado en el aire, que cuidadosamente le dejaron en el suelo, y estos brazos se alzaron amenazantes hacia los lobos. Después se oyó un terrible ahullido que estremeció hasta a las piedras, y los lobos salieron despavoridos.
Leire se acercó a la terrible presencia.
- ¿Eres "El Basajaun"?, ¡Guau que grande eres! - Los pequeños ojos que brillaban en la oscuridad le miraron sorprendidos - No pareces tan malo como te pintan.
-¡No soy malo! - Bramó - ¡Los hombres sois ruines y traicioneros!
- No todos, hay algunos malos, eso es todo.
"El Basajaun" se sentó en el suelo.
- Quizás tengas razón - dijo - he visto lo que has hecho para salvar al corderito, poniendo en riesgo tu propia vida.
- Ves, no somos tan malos ¡eh Baxi! -  le dijo dándole un codazo.
- ¿Baxi?
- Te llamaré así, es más corto, ¡y más chuli!
La sonrisa tierna y sincera de Leire le hizo sentir lo mucho que había amado al hombre en otros tiempos.
- Creo que tendré que replantearme mi actitud ante vosotros - dijo pensativamente - pero ahor me temeis, ¿como vais a volver a confiar en mi?
- Déjame pensar - dijo Leire.
Al poco tiempo dio un brinco.
-¡Ya lo tengo!, ¡construiremos un parque de atracciones, es algo que le gusta a todo el mundo!
Baxi le miró incrédulo
- ¡Tú déjame a mi! - continuó Leire - pero antes vamos a buscar al corderito, su madre tiene que etar muy preocupada.

Así fue como "El Basajaun", Baxi, se puso manos a la obra, y con las indicaciones de Leire, crearon un parque de atracciones lleno de diversiones en pleno bosque, con grandes tirolinas, paseos a caballo, rocas para escalar, grutas subrerráneas, juegos para niños,....................
Fue un grandísimo éxito,y se llenó de familias y amantes de la naturaleza que se lo pasaban en grande, y Baxi se conbirtió de  nuevo en amigo de los hombres y protector de la naturaleza.

Un ahullido volvió a oirse desde la profundidad del bosque antes de cada tormenta, y Leire se acercaba allí todos los años para ver la lluvia de estrellas con su familia y Baxi.


(1) Mitología vasca



viernes, 9 de septiembre de 2016

La ciudad de los deshechos

El psicólogo, con las piernas cruzadas, le miraba sin decir nada.
"¡Que tío más raro!" - pensaba Yon.
- ¿Qué sientes? - le preguntó.
- No se.
De nuevo el silencio.
- ¿Qué piensas?
- Nada.
Un nuevo silencio.
- No tienes muchos amigos ¿verdad?
- No.
- Te gusta construir cosas ¿no es así?
- Si.
- Pero no está bien pasarse todo el día en tu cuarto con tus cacharros.
- ¿Porqué?
- Bueno............tienes que jugar con otros niños, relacionarte................ Te apuntaremos a un club de tiempo libre, verás que divertido.
Yon salió del despacho del psicólogo. Su madre le esperaba fuera.
- ¿Qué tal cariño?
- Bueno.
- ¡Verás como entre todos superamos esa maldita timidez!, verdad cariño.
Yon asintió sin gana.
- Ahora tengo que hacer unos papeleos, vamos.

Yon se aburría soberanamente en la oficina.
"Soy un superhéroe"- pensó subiéndose al banco.
- ¡Siéntate bien!- le recriminó su madre.
Cogió unos panfletos que había en una estantería; "encontraré el mapa del tesoro"- pensó revolviéndolos.
- Con eso no se juega niño - le dijo el vigilante de seguridad.
Se acercó a la máquina de tíckets; "conduciré mi nave espacial lejos de los alienígenas" - pensó apretando los botones.
- ¡Yon, por Dios, estate quieto! - le volvió a regañar su madre, a la que le llamaron de una de las mesas.
- ¡No te muevas de aquí! - le gritó.
Yon miró a su alrededor; en una de las baldosas se podía leer algo. Se acerco: "no pisar" ponía, y sin pensárselo, saltó sobre ella.
La baldosa le tragó, y atravesó un largo túnel de luces brillantes hasta un extraño lugar. Había árboles, flores, vacas,..... pero ¡formados por deshechos!  Plásticos, latas, cables, móviles y demás. daban forma a todo lo que allí había.
De pronto escuchó un grito: - ¡El montador, dios mío!, ¡debo estar soñando!
Se trataba de una especie de robot humanoide formado, como todo lo que había allí, por desperdicios:
Su cabeza era un microondas con dos móviles como ojos, y su cuerpo una lavadora de la que salían tubos y cables formando sus piernas y brazos. Sus manos eran tenedores y cucharas roñosos, y sus pies grandes latas de conservas.
- Tranquilo, soy sólo un niño. Me llamo Yon.
- ¿No eres El Montador? Los libros sagrados dicen que es un humano.
- No, yo pisé una baldosa y acabé aquí.
- ¡Vaya! que yo sepa nadie a visto por aquí a un ser humano nunca.
- ¿Qué sitio es éste?
- El País de los Deshechos. Creo que es evidente.
- ¡Está todo hecho con deshechos!
- Claro, El Montador coge las piezas del Gran Vertedero, y lo crea todo; coches, casas, árboles, personas.........
- ¡Vaya!
- Venga. vamos a la ciudad, te la enseñaré. Por ciento, me llamo Tras.
- De acuerdo Tras, vamos.
Si el campo era fascinante, la ciudad era algo extraordinario, ¿os lo podéis imaginar?: Coches formados por lavadoras y televisores, casas cuyos muros eran un conglomerado de plásticos, latas y botellas, ¡y personas!, que parecían robots destartalados.
A sugerencia de Tras, yon se cubrió con plásticos y cables para no parecer un ser humano de carne y hueso, ya que provocaría un gran revuelo.
- ¡Todo esto es increíble! - comentó Yon - pero debo volver a casa.
- ¿Volver?, pues no se como, sólo los Seres Puros, dicen que vienen de allí.
- ¿Seres Puros? - Tras no respondió - ¿Tras?, ¿Que te sucede? - le dijo dándole una pequeña sacudida.
- Nada, nada, será el chip. Todos tenemos uno con la fecha de nuestro apagado, y cuando esta queda cerca, empezamos a fallar hasta que nos apagamos del todo, ¡es ley de máquina!
- No te preocupes, te puedo arreglar, se me da bien.
- No amigo, cuando nos llega el momento, ¡El Destructor viene con su Carro de Fuego y nos devora!, ¡es nuestro sino! Pero bueno, ¿en qué estábamos?............a si, los Seres Puros. Pues bien, son seres hechos de un mismo material, y vienen del país de los hombres, como te decía. Además, su existencia no es más que un mito, aunque hay quien dice haberlos visto.
- podríamos buscarlos, pero antes probaré con el móvil, quizás tenga cobertura.
Yon sacó el móvil de su bolsillo.
- ¡Guarda eso! - gritó Tras - poniendo la mano sobre él, y mirando para todos los lados - ¿funciona?
- Si claro, lo acabo de cargar.
- ¡Shhhhh..............!
- ¡Vaya, un móvil que funciona por si solo! - escucharon detrás de ellos; un ser con un monitor de ordenador en la cabeza, y varias tostadoras como cuerpo, les hablaba - Tengo la mala costumbre de escuchar las conversaciones ajenas, y creo que podría ayudaros. Conozco a alguien capaz de establecer contacto con lo Seres Puros. Venir conmigo.
Les llevó por unos callejones hasta un edificio, que parecía incluso más destartalado que el resto de la ciudad. Subieron hasta una oscura habitación.
- Esperar aquí - les dijo.
- Tras un momento, le hizo pasar a otra habitación aún mas siniestra; llena de botellas con velas dentro que colgaban del techo, motores polvorientos por el suelo, y engranajes grasientos en las paredes.
- ¡Queréis contactar con los Seres Puros! - dijo una voz de sierra eléctrica acatarrada, proveniente de un  enorme cacharro, que parecía un camión que se había estrellado con una ferretería.
- ¿qué queréis de ellos?
- Queremos ir al mundo de los hombres - dijo Tras tartamudeando.
Se produjo un inquietante silencio.
- Yo, Nex, El Elegido, os ayudaré.Tenéis un móvil que funciona por si mismo, ¡dádmelo!
Yon se lo dio. lo miró entusiasmado, lo guardó, y volvió a mostrar su expresión más grave.
- Bien, ahora formaremos un círculo; ¡agarraros las manos!
Así lo hicieron. Nex cerró los ojos y miro hacia arriba.
- ¡Seres puros, cuya sustancia impoluta forma vuestra esencia, yo os invoco!
De pronto apareció en medio un ser hecho de cristal.
- ¡Que queréis, formas impuras! - dijo.
- Dinos como llegar al mundo de los hombres.
- ¡El único acceso al mundo de los hombres es El Gran Vertedero!
Y desapareció tal como había aparecido.
- Ya lo habéis oído - dijo Nex cuando salió del trance - Suerte - añadió sonriendo.

Tras temblaba al salir de la casa.
- ¡Un ser puro!, ¡era un ser puro! - decía ensimismado.
- No se que decirte, yo creo que era un holograma, me pareció ver como un parpadeo en el que desaparecía y volvía a aparecer aquel supuesto ser puro.
- De todas formas nadie puede entrar en El Gran Vertedero.
- ¡Por qué!
- ¡Es la mayor herejía que se puede cometer!, ¡Sólo desmontado se puede entrar!
Yon se quedó pensativo.
- Pero yo si podría entrar, yo no soy como vosotros.
- No se, no se..........
- Dime como llegar, a mi no me sucederá nada.
Tras llevó a Yon hasta las afueras de la ciudad; el sol formado por bombillas de todo tipo, dio paso a una luna de luces de neón.
- Mira - dijo Tras - ¿Ves aquellas montañas que se distinguen a lo lejos?; es El Gran Vertedero.
- ¡Es enorme!
- A crecido de forma desmesurada los últimos años, mientras que la ciudad está desapareciendo.
- Quizás hay alguna relación entre el crecimiento del Gran Vertedero y la desaparición de la ciudad.
- ¡Claro que la hay!, ¡El Montador nos ha abandonado!, ¡somos unos pecadores!
- ¡Venga hombre!, esa no será la razón.
Tras miraba el suelo desolado.
- Descubriré la causa de todo ésto, no te preocupes. - le dijo para consolarle.
- Bueno amigo, que tengas suerte, y El Montador te acompañe.
Se dieron la mano.
- Bueno Tras, me tengo que ir - pero Tras no le soltaba - ¡Tras, que te sucede! - se había quedado paralizado.
- El chip...... - consiguió decir antes de fundirse las luces que iluminaban su rostro.
Entonces todas sus piezas se soltaron, formando un montón en el suelo.
- ¡Tras!
Yon escuchó un ruido de motores, y apareció entre el humo un camión de la basura ¡Qué echaba fuego por loas turbinas que llevaba en la parte trasera!.
- ¡El Destructor!
Tubo que saltar a un lado para no se arrollado. El camión cogió los restos de Tras con una grúa, y los echó al contenedor que tenía detrás. Yon aprovechó para subirse en él. A una velocidad endiablada, se dirigieron a las montañas que se dibujaban siniestras en el horizonte bajo la luna de neón.Llegaron al Gran Vertedero. Bajo los faros del Destructor, Yon  podía ver montañas de basura que se extendían hasta donde le llegaba la vista. El destructor, vació el contenido de su contenedor, y siguió su camino. Yon se bajó, y guardo los restos de Tras en su mochila, y se puso a andar entre los desperdicios.
Al cabo de un rato, escuchó una alarma, fue hacia allí, y vio un camión de basura como el del Destructor, pero éste no echaba fuego. Se subió en él. Parecía funcionar automáticamente, sin nadie que lo condujera.
El camión recogía basura con la grúa, y la echaba en el contenedor. Vio montones de esos camiones, que se afanaban por recoger los desperdicios, y todos, se dirigían ordenadamente hasta una oscura fábrica llena de grúas y chimeneas que echaban un humo negro y denso.
Se pusieron en una fila de camiones que se perdía dentro de la fábrica. La fila avanzaba lentamente entre grandes maquinarias, grúas y cintas transportadoras. No parecía haber nadie allí. Yon observaba todo con los ojos bien abiertos.
Se bajó del camión. Vio como éstos vaciaban su contenido en una cinta transportadora que desaparecían en una enorme máquina que bufaba y echaba vapor entre sus chirriantes engranajes. La rodeó hasta su parte trasera, de donde salían cintas transportadoras que contenían materiales de la misma composición.
- ¡Es una fábrica de reciclaje!
Se subió a una de las cintas, si las leyendas eran ciertas, le llevaría hasta casa.
La cinta transportadora llevaba plásticos. Terminaba un poco más adelante.
Al llegar a su fin, yon miró hacia abajo, no se veía nada, pero cerró los ojos y se dejó llevar. Cayó en una vagoneta, que recorría una vía a toda velocidad. La vagoneta subió, bajó, y cogió curvas cerradas, como una montaña rusa. Yon se lo estaba pasando muy bien. Entonces llegó a un túnel de luces brillantes, como el que había atravesado al pisar la baldosa; y sin saber como, apareció de nuevo en la oficina donde estaba su madre. Esta le buscaba por todas partes.
- ¡Pero donde te habías metido! - gritó al verle - ¡ya no se que hacer contigo! ¡venga, vámonos! - dijo cogiéndole de la mano. Yon no se resistió.
¿Habría sido todo un sueño?, ¿se lo habría imaginado?
Llegaron a casa. Yon se tumbó en la cama, estaba cansado por la aventura. Entonces se acordó de Tras, y fue corriendo a abrir la mochila: ¡allí estaban!, ¡las piezas de Tras! Cogió sus herramientas, y se puso manos a la obra.
Pasó toda la noche atornillando, soldando y empalmando cables, hasta que Tras volvió de nuevo a funcionar.
-¿Donde estoy? - dijo al encenderse las luces de su rostro.
- ¡Tras, amigo!, ¡funcionas! - dijo abrazándolo con fuerza.
- ¡Me vas a descacharrar!
- Perdona, estoy tan contento.
Cuando la madre de Yon vio a Tras, pensó que era otro de sus cacharros inútiles, lo que no se podía imaginar era que en realidad era su mejor amigo.

Tras estaba fascinado con el mundo de los hombres, aquellos seres cubiertos por ese material tan extraño que llamaban carne. Allí vio a los seres puros, y a otros muchos, pero la mayoría, a diferencia de él, no funcionaban por si mismos, y necesitaban electricidad o pilas.
- Oye Tras - le dijo Yon un día - tenemos que encontrar al Montador - sólo él podrá salvar tu mundo. ¿Como podemos dar con él?
- Los Libros Sagrados cuentan que un día El Montador cogió unos aparatos rotos e inservibles y creó algo nuevo con ellos, que volvió a funcionar. Desde entonces se dedica a eso, él creó La Ciudad de los Desperdicios.
Yon se quedó pensativo.
- ¡Claro, eso es!, ¡el chatarrero!, recuerdo que recogía todos los aparatos estropeados o que ya no se usaban, ¡vamos!
Tras se puso un abrigo largo de yon y un sombrero de su padre, que practicamente le tapaban por completo, y se fueron a la vieja chatarrería. Un cartel de cerrado colgaba de la puerta. Por el aspecto abandonado de la casa, parecía que llevaba mucho tiempo así. En el patio se amontonaban aparatos oxidados. Llamaron a la puerta.
- ¡Voy , voy! - escucharon.
La puerta se abrió; un hombre mayor y de aspecto desaliñado les miró con aspereza.
- ¿qué queréis?
- ¿Eres el chatarrero? -  preguntó Yon.
- Ya no.
Iba a cerrar la puerta cuando se fijó en Tras; y le miró fijamente.
- Así que se trata de esto - dijo para si - entrar, entrar.
La casa se encontraba llena de trastos, como el patio.
- Viene de allí, ¿no es así chico? - le preguntó a Yon señalando a Tras.
- ¡Es la casa del Montador! ¡no me lo puedo creer!
- ¿Habla? - dijo sorprendido el chatarrero.
- En su mundo todos lo hacen.
- ¿has estado allí.?
- Si, pisé una baldosa y acabé allí.
Yon se contó su peripecia en El Mundo de los Deshechos.
- ¡Fascinante!, ahora te contaré mi historia:
Vengo de una estirpe de chatarreros, mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo,.....todos se dedicaron a recoger chatarra y a venderla, por eso siempre me he visto rodeado de trastos y aparatos inservibles. De niño, en vez de ir al parque a jugar, me quedaba en el patio destripando y aprendiendo como funcionaban aquellas máquinas ahora inútiles, ¡me fascinaban!; y lo aprendí, ¡vaya que si lo aprendí! Pero yo quería crear cosas nuevas, distintas; y lo hice. Entonces pasó algo increíble, verás: Con un viejo ordenador, un tostador y el motor de un cortacéspedes, construí mi primer robot, que se movía y funcionaba con pilas. Una noche, el robot se puso en funcionamiento ¡el solo!,  y salió de la casa. Le seguí hasta una vieja fundición abandonada, y se subió a un montacargas polvoriento. Este se puso en marcha, por arte de magia, y descendió hasta perderse de vista. De nuevo el montacargas subió, y el robot ya no estaba. Armándome de valor, me subí al montacargas, pero no pasó nada.
Desde aquel día , construí un montón de autómatas de todo tipo, y todos, tarde o temprano, se dirigían a la vieja fundición, para desaparecer por siempre.
- ¡Entonces tu eres el constructor de la ciudad de donde viene Tras!
- Eso parece.
- Pues tienes que seguir construyendo o desaparecerá.
- No, no, ya no puedo construir nada. Padezco una enfermedad que me afecta a los huesos.¡Llevo años sin coger un martillo!
-Yo si puedo hacerlo, si me enseñas, yo lo haré por ti.
El viejo chatarrero se quedó pensativo, y al cabo de un rato, esbozó una gran sonrisa.
- ¡De acuerdo, tu serás mis manos!

La chatarrería se volvió a abrir, y nuevos y deslumbrantes cacharros inútiles volvieron a invadir su patio. Dentro de la casa, se escuchaban día  y noche el ruido de martillos, soldadoras y demás herramientas, y La ciudad de los Deshechos se llenó de nuevo de extraños e imaginativos autómatas. ¡Y que decir de Yon y Tras, convertidos en inseparables amigos del alma!









domingo, 21 de agosto de 2016

El árbol de música

Llevaba meses intentando acabar la partitura que le habían encomendado. Se trataba de una ambiciosa obra en la que llevaba años trabajando, y a la que sólo le quedaba su último movimiento.
Paseaba por el bosque buscando inspiración cuando se puso a llover. Se refugió debajo de un árbol. Vio un resplandor, y a continuación escuchó un trueno; la tormenta estalló encima de su cabeza. Sabía que era peligroso guarecerse de ella debajo de un árbol, ya que sus ramas atraen los rayos, por lo que corrió hacia unas rocas que formaban una pequeña cueva. Empapado y temblando de frío, se sentó en el suelo, encogiendo sus piernas para intentar entrar en calor. Entonces escuchó una bellísima melodía acompañada de percusiones y violines. ¿De donde provenía esa música?, ¿Qué increíble orquesta tocaba de aquella manera bajo la tormenta? ¡Pero lo más increíble, fue que reconoció en aquella música el movimiento final que había estado buscando durante meses para su gran obra!
Salió de la cueva corriendo, y se dirigió al lugar de donde provenía la música. Entonces la tormenta se calmó, y dejó de llover. En ese momento la música paró, dejando al músico desconcertado. Buscó por los alrededores alguna casa o lugar de donde podría haber salido la música, sin encontrar nada.
Al llegar a su casa, transcribió lo que había escuchado en el bosque, y terminó la partitura de su gran obra con gran satisfacción, a pesar del resfriado que había pillado.

La obra fue un gran éxito, pero el músico estaba inquieto, ya que el último movimiento no lo había compuesto él.
Se dirigió de nuevo al bosque donde escuchó la melodía, y se sentó en la cueva como la vez anterior.
De nuevo, una tormenta rompió el cielo en mil pedazos, y la música volvió a sonar.salió corriendo de la cueva, y se dirigió hacia donde procedía la música: ¡Era un árbol! El viento se colaba por sus ramas huecas produciendo sonidos como de flauta y clarinete, acompañados por rítmicas percusiones al caer las gotas de agua sobre sus gotas, e imaginativas armonías que provenían de la tierra, al rasgar el agua de un río subterráneo las raíces, como si fueran violines y violonchelos. Sacó una libreta y anotó la música que producía el árbol, maravillado por su hermosura.
Fue otro gran éxito, la carrera del músico ascendía como un cohete; no tenía más que acercarse al árbol cuando había tormenta, y copiar la música que de él surgía. Pronto dejó de componer, y se volvió ambicioso y ruin a pesar del éxito.
Se avecinaba una violenta tormenta. Las autoridades dieron la alerta roja, prohibiendo a los ciudadanos salir de sus casas. Pero al músico le habían hecho un importante encargo, y tenía que componer algo como sea.
Haciendo caso omiso a la prohibición, fue al bosque donde se encontraba el árbol de música. Zarandeado por el viento, llegó hasta él: De sus ramas parecían surgir gemidos espantosos, las hojas golpeadas por las gotas con un caótico ritmo acompañaban los chirridos que producían las raíces arañadas por el río subterráneo. Se llevó las manos a los oídos para no escuchar la infernal melodía. Entonces un rayo hirió al árbol, incendiando su tronco, y electrocutando al músico que se encontraba debajo.
Una vez amainada la tormenta, el guardia forestal encontró al músico medio muerto, y le llevó al hospital más próximo.
Pasó dos años en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte, pero milagrosamente se recuperó, aunque no del todo, ya que el rayo le hizo estallar los tímpanos, dejándole sordo.
Aún así, el músico fue capaz de componer, tal como lo había hecho antes de encontrar El árbol de música, y de nuevo el éxito le sonrió.
Nunca desveló su gran secreto; cada vez que había tormenta, se acercaba al Árbol de música, que ahora era un tronco quemado, y escuchaba en su cabeza las más hermosas melodías.

viernes, 12 de agosto de 2016

El niño poesía y el heladero mágico (1) en: "La mascota imaginaria"

Hoy era un día triste, la abuela de Marta acababa de morir, y se celebraba el funeral. En el cementerio todos lloraban; todos menos Marta.

-¡Luci, Luci!, ¿dònde estás?
Marta miró detrás del sillón, en el trastero, debajo de la cama,.........nada, Luci no aparecía por ningún lado. Pasaron los días, y Luci seguía sin aparecer.

En la vieja fábrica de helados, Félix ponía a punto uno de sus últimos inventos. Entonces entró Asier.
- ¿Què haces? - dijo sobresaltando al heladero.
- ¡Por Dios!, ¡eres más silencioso que un gato.
- Lo siento.¿Qué es esta máquina?
- Es "el materializador de fantasías", con ella puedes meterte en las fantasías de los demás.
- ¿Las hace realidad ?
- Crea una realidad holográfica interactiva partiendo de las fantasías del sujeto..............., bueno en definifiva es como si entraras en su cabeza y vivieras sus fantasías.
- ¡Guau!, ¡Qué interesante!
- Si, pero es peligros, podrías acabar atrapado en ellas para siempre.
- ¿Podemos probarla?
- Podemos y debemos, tenemos un caso en el que será necesaria su utilización.
- ¿De qué se trata?
- Ya conoces a Marta, una niña que va a tu colegio.
- Marta.....................esa niña tan reservada.
- La misma, resulta que ha perdido a Luci, su mascota.
- ¿Su mascota?, ¿ y para que necesitamos "El materialización de fantasías"?
- ¡Pues para encontrarla!, ¡como si no!
Asier se quedó extrañado.
- Bueno se me ha olvidado comentarte que Luci es una mascota imaginaria.
- ¡Ah bueno!, ya lo entiendo.
- Marta estará por venir.
En esos momentos sonó el timbre.
Marta entró timidamente en el cuartel general de nuestros héroes.
- Tranquila - le dijo Félix ofreciéndole unos helados. Cuando se tranquilizó, se sentaron los tres en unos butacones, y se pusieron unos cascos que estaban conectados a una extraña máquina con forma de pirámide invertida sobre un cubo: "El materializador de fantasías".
- Ahora Marta tienes que recordar la última vez en la que jugaste con Luci.
Los tres cerraron los ojos. Las luces de la pirámide empezaron a parpadear, y de pronto, se encontraron en una selva; ¡unos nativos les perseguían! Asier se quedó mirando como las lanzas y las flechas pasaban cerca de su cabeza, y se clavaban en los árboles.
- ¡Ala, es superreal! - dijo.
- ¡No te quedes quieto, corre!- grito Félix
- Pero si no es de verdad.
- ¡Es como si lo fuera!, ¡vamos! - dijo el heladero agarrándole del brazo. Marta ya había salido corriendo, Luci, su perrito, le seguía asustado.
La jungla se iba cerrando, la exuberante  vejetación les dificultaba el paso. Tras apartar unas grandes hojas, encontraron las ruinas del un antiguo templo.
- Aquí estaremos a salvo - dijo Marta - los indígenas no se atreven a entrar aquí.
Efectivamente, éstos agitaban sus lanzas y gritaban en las lindes del templo.
- Es aquí donde se perdió Luci -le preguntó a Marta Félix mientras recuperaba el aliento.
- Si, ahora saldrá corriendo como si algo le asustara.
Y así ocurrió.
- ¡Pues a buscar! - dijo Félix - iremos cada uno por un sitio para abarcar todas las ruinas. Nos reuniremos aquí. ¡En marcha!
Al rato, se reunieron en el punto que habían acordado.
- ¿Habéis encontrado algo? - Preguntó Félix.
- Yo no - dijo Asier - pero vi una extraña estatua que me causó impresión. Se trataba de una especie de demonio con alas de murciélago, cuerpo de serpiente y 6 brazos; llevaba además una horrible máscara.
- ¡El devorador! - gritó Marta asustada - ¡ Ha sido él! ¡se ha llevado ha Luci!
- Tranquila Marta, ¿Quien es El devorador?
- Es un demonio intergaláctico que se alimenta de almas.
- Llévanos hasta la estatua Asier.
Fueron los tres hacia allí, Mata se encontraba visiblemente alterada.
La estatua era realmente conmovedora. De pronto, dos luces rojas empezaron a brillar en los orificios de los ojos de la máscara, y los seis brazos que salían del cuerpo de serpiente empezaron a moverse.
- ¡ Está volviendo a la vida! - gritó Asier.
El demonio empezó a lanzar rayos por los ojos, destrozando ramas que caían sobre nuestros amigos. Corrieron hacia unos grandes setos, que formaban un laberinto, donde perdieron de vista al demonio, y donde ellos, también se perdieron.
Andaron durante mucho tiempo entre los grandes setos, dando vueltas y más vueltas, hasta que llegaron a un muro que les impedía seguir. De pronto, entre los setos, aparecieron zarzas, que crecían y crecían. Estas aparecían por todas partes, rodeándoles, y amenazándoles con insertarles en sus espinas como espadas.
- ¡Vamos hacia allí! - gritó Marta señalando una campanilla de tamaño gigantesco.
Marta llegó la primera, y saltó dentro de la flor. Asier y Félix se miraron sorprendidos, y al ver los afilados pinchos que amenazaban con convertirles en pinchos morunos, saltaron también dentro de la campanilla.
Fue como bajar por un larguísimo tobogán a toda velocidad.
Los dos rodaron por el suelo. Al levantar la vista, vieron a Marta que miraba fijamente un gran cartel:
" Divertilandia, el centro comercial más divertido."
- ¡Entremos, venga! -  dijo entusiasmada.
Dentro había de todo: Chuches, juguetes, disfraces, txiki-park, cine, Mc Donals, ¡y todo gratuito!
Ah!, y tienda de mascotas, donde fueron a buscar a Luci. En ella había todo tipo de mascotas: monos, cocodrilos, serpientes, unicornios, dragones,¡hasta dinosaurios!, pero ni rastro de Luci.
Mientras Marta se divertía en el txiki-park, Félix y Asier comían hamburgesas en el Mc donals.
- Es como si en realidad tuviera miedo de encontrar a Luci - comentaba Asier, al ser capaz de ver sus emociones con su superpoder.
-  Es posible.tenemos que estar muy atentos a lo que sienta, y hacer todo lo que ella quiera hacer, aunque nos parezca extraño.
Al rato, se dirigieron a Información, Marta pensó que quizás allí les podrían decir algo.
Siguieron las señales hasta unas escaleras que llevaban a  un piso superior donde se veía desde todas partes un gran cartel donde ponía Información, allí debería estar la oficina. Pero eran unas escaleras muy extrañas, cada vez que subían un peldaño, éste bajaba, y se quedaban en el mismo sitio, y cuanto más rápido querían subir, más rápido bajaba el peldaño.
- Es imposible subir - dijo Marta frustrada. Entonces, se abrió una trampilla al principio de la escalera, y éstas empezaron a bajar, como si fueran mecánicas. Pasaron entre extraños mecanismos y engranajes, y siguieron bajando.
- ¿Hacia donde vamos? - peguntó Asier - Marta está aterrada.
- No es para menos, creo que estamos bajando al subconsciente. ¡Quien sabe lo que nos espera allí!
Llegaron hasta un bosque con un extraño paisaje ¡donde crecían brócolis y tenedores gigantes!
- ¿Qué significará esto? - dijo el heladero.
- Recuerdo que una vez Marta se pinchó con un tenedor en el comedor, y todos se rieron de ella.
- Ya claro, y odia el brócoli como todos los niños.
Entonces escucharon un ladrido.
- ¡Luci, es Luci! - grito Marta mientras corría hacia el lugar del que provenían los ladridos.
De pronto el suelo empezó a temblar, y la tierra se abrió, surgiendo de ella "El devorador". Su tamaño era gigantesco.
- ¡Correr! - gritó Félix.
Pero el monstruo les atrapó con sus seis brazos alzándolos por encima de su cabeza.
- ¡Marta! - dijo Asier - tienes que quitarle la máscara.
- ¡No puedo, no puedo!
Una enorme boca con varias filas de dientes se abrió en el pecho del devorador, y hasta allí acercó su mano con intención de tragarse al  heladero.
- ¡Vamos Marta, tienes que hacerlo, o nos comerá a todos, sólo tú puedes hacerlo! - insistió Asier.
- ¡Basta! - gritó Marta.
El devorador le miró extrañado, entonces Marta agarró la máscara que cubría su cara y la arrancó.
Detrás se encontraba el rostro dulce ya arrugado de su abuelita, y con un fogonazo que cubrió al devorador, su cuerpo de serpiente se convirtió en el frágil cuerpecito de la anciana.
La abuela y la niña se fundieron en un fuerte abrazo.

- Ahora si que podemos dar por zanjado el caso - decía Félix
- No creas, Luci a vuelto a desaparecer.
- Si pero ya no creo que le importe.
Marta antes de dormirse, cogió la fotografía que tenía en la mesilla en la que se encontraba abrazada a su abuela, y después de besarla la puso de nuevo en su sitio.

(1) El niño que inventaba palabras y el hombre que las entendía




sábado, 23 de julio de 2016

Disneyland

Fueron las mejores vacaciones de mi vida. Mi prima Lauri y yo fuimos a pasar unos días con mis padres a un camping cerca de París. Lo que no sabíamos era que a media hora de allí ¡se encontraba Disneyland!
Al día siguiente de llegar al camping nos dijeron que íbamos a ir a un lugar muy especial donde lo pasaríamos en grande. Ya en la carretera, había carteles con el rostro de Mickey, lo que nos ilusionó, pero cuando vimos delante de nosotros los mágicos torreones del palacio de La Bella Durmiente, pasamos de un estado de absoluta perplejidad a otro de excitación máxima.
¡Era todo increíble! : La casa de Peter Pan, La Cueva de los Piratas, El Laberinto de Alicia,............¡estaban todos!, princesas, brujas, enanos...................
Nos montamos en todas las atracciones: Tazas que daban vueltas y vueltas, Dumbos voladores que subían y bajaban a nuestra voluntad, barcas navegando entre música y muñecos que bailaban, trenes que circulaban a toda velocidad, y el majestuoso tiovivo del rey Arturo, con los más poderosos y bravos corceles que habíamos visto nunca, lanzados a pleno galope.
Hubo dos momentos realmente mágicos, cuando vimos el espectáculo de Fronce, en el que vestidas de Elsa cantamos junto a ella y Ana las canciones de la película, y cundo fuimos invitadas a la mismísima casa de Mickey, ¡donde nos recibió en persona!
A media tarde, nos sentamos en una mesa, rendidos, a tomar un helado y recuperar fuerzas.
- Oye Lauri - le dije a mi prima - ¿Donde dormirán las princesas? Seguro que en el hotel que hemos visto a la entrada. Aunque Elsa pasará calor, a ella le gusta la nieve.............
- ¡No seas tonta!, ¡no son princesas de verdad!, ¡son actrices!
- ¡No!, ¡son reales, igual que Mickey y los demás!
- No discutáis chicas - dijo mi madre.
- ¡Mamá! ¿verdad que son reales?
- Bueno.........no se.
Una vez terminados los helados, fisgamos en las tiendas, acabando cargados de bolsas con vestidos camisetas, tiaras, chuches,..........,¡era todo tan bonito!
Yo, seguía en mis trece;
- Pues Elsa debe de tener el aire acondicionado a tope, y un congelador gigante para Olaf.
- ¡Que no son reales! - gritó Laura. Entonces tuve una gran idea;
- Podríamos seguir a la cabalgata cuando termina, y así podríamos ver donde viven.
- ¡ Estás loca...........!, bueno está bien, haber si así te caes del burro.
Y así lo hicimos.
Con una pegadiza y emocionantísima canción que invitaba a bailar, empezó la cabalgata; las hadas que parecían flotar sobre el suelo abrían paso a las carrozas, donde desfilaron todas las princesas y los demás personajes, sin parar de bailar y saludar a todo el mundo con gran simpatía.
Aprovechando que mis padres se afanaban en grabar el desfile con el móvil, nos colamos en la carroza del Rey león, escondiéndonos entre unas grandes hojas.
- ¡Nos la vamos a cargar! - dijo Lauri. Yo también tenía miedo, pero era más fuerte mi curiosidad.
- No te preocupes, merecerá la pena - le dije.
Lo que os voy a contar ahora, pocas personas lo saben, ¡es un secreto!; peo no me puedo aguantar, además dice Lauri que nadie me creerá, y es mejor que así sea.
Las carrozas pasaron por una gran puerta por la que se salía del parque, y por la que no dejaron pasar a nadie. Desde nuestro escondite vimos como Mougli, Bagera y los demás, dejaban de bailar y sonreír, y hablaban entre si. Se les veía cansados. La música dejó de sonar, y avanzamos unos metros por un camino rodeado de grandes árboles, hasta llegar a una enorme piedra. Entonces, Adalino se adelantó y dijo en voz alta:
- ¡Abrete, sésamo!
La enorme roca rodó sobre si misma, dejando a descubierto una cueva de la que surgía una intensa luz.
Lo que allí vimo, superaba con creces todo lo visto en el parque, incluso nuestros más disparatados sueños:
Grandes puertas daban paso a los mágicos reinos de las princesas. Junto al reino helado de Fronce, se encontraba el palacio de La Bella y Bestia, al lado del País de Nunca Jamás y la sabana del Rey León......
y cada carroza se adentró en su reino, donde princesas y demás, disfrutaron de un merecido descanso.
La bronca que nos ganamos cuando volvimos al parque fue monumental, menos mal que Mickey intercedió por nosotros, alegando que nos habíamos perdido.

Las aventuras que vivimos en los reinos de los cuentos merecen una mención aparte; y lo mejor de todo fueron las setas que nos dio el gato de Alicia, con las que podemos volver a ellos siempre que queremos, o volando de la mano de Peter Pan, en la alfombrar de Jazmín, dando un silbidito.....................



viernes, 17 de junio de 2016

Calabaracín (el niño que creció de una calabaza): La granja

¡Hola!, soy un niño de seis años, pero soy un niño un tanto especial. Mi nombre es Calabaracín, ¿Sabéis porqué?, ¡porque nací de una calabaza!, lo que oís, el granjero cogió una enorme calabaza que crecía en su huerta para hacerse un pastel, la abrió ¡y se encontró conmigo!, como pulgarcita, que creció de una flor; pero no creo que fuera por el hechizo de un hada. Salí de la calabaza ya crecido, aunque no sabía nada de nada, no había ido al colegio para aprender, y todo era nuevo para mi. El granjero que me encontró andaba  muy ocupado con sus vacas, ovejas, tomates, lechugas y demás, por lo que no tenía tiempo para enseñarme nada, y la verdad, tampoco era muy listo. Tampoco tenía dinero para mandarme a la escuela, por lo que tuve que aprender todo por mi mismo.
Pero empecemos por el principio. El día en el que me encontró Fred, que así se llamaba el granjero, me dijo muy serio:" Hijo, soy un hombre muy ocupado, por lo que no voy a poder atenderte, pero aquí tendrás siempre un plato caliente y una cama mullida".
Es un buen tipo, aunque un poco corto de entendederas. Se levantaba con el sol, y se ocupaba de todas las tareas de la granja hasta que se volvía a poner, acostándose rendido de tanto trabajar. Yo procuraba molestarle lo menos posible, y aprender por mi mismo tantas cosas maravillosas que me rodeaban.

Me fascinaban las vacas; se notaba que eran las más sabias y respetadas. Con movimientos pausados, movían sus voluminosos cuerpos por los pastos, preocupadas únicamente en comer hierba. Pero cuando te acercabas, se te quedaban mirando con esos grandes ojos, profundos, que parecían conocer todos los misterios del universo...............
En segundo lugar, por rango de importancia, estaban los caballos: ¡Qué porte!, ¡qué majestuosidad!, sobre todo cuando trotaban por el prado con las crines al viento. Eran como príncipes altivos, pero como ellos, impetuosos e ingenuos.
Pero allí los que manejaban el cotarro eran los cerdos; fuertes y agresivos, retozaban por el barro después de devorar todo lo que veían sus ojillos codiciosos. Era mejor no entrometerse en sus asuntos, podías acabar con un buen mordisco, o un pisotón.
Las orgullosas cabras, también tenían su parcela de poder, pero su individualidad les volvía más débiles.
Las ovejas y las gallinas ocupaban lo más bajo del escalafón social., tímidas las primeras y asustadizas las segundas, correteaban todo el día por la granja en busca de alimento, siempre con el corazón en un puño.

viernes, 10 de junio de 2016

Nassem y las gafas mágicas (3)

Algo increíble sacudió los monótonos y grises días del campamento; un afamado director de cine fue allí para filmar escenas de un documental que estaba realizando. El director, en bermudas y chaleco, daba instrucciones al cámara y a los técnicos de sonido, que se afanaban en su labor ante el tumulto de curiosos que se agolpaban alrededor de ellos. Nassem, que se encontraba a unos metros, vio como el director llamó a alguien de entre la gente; se trataba de Abdul. Le dijo unas palabras, y subieron los dos al helicóptero en el que había llegado el famoso director, alzando el vuelo y ahuyentando a la muchedumbre con los remolinos que levantaban las hélices.
Nassem se llevó la mano al bolsillo donde llevaba las gafas mágicas, y como se había imaginado, no estaban allí: Abdul se las había robado.

La situación de los refugiados Sirios no cambiaba, por la indiferencia de los mandatarios europeos, Y la vida en el campo de refugiados de Lesbos se volvía cada vez más insostenible. Pero Nassem no se rindió, y saliendo del círculo vicioso en el que habían caído la mayoría de sus compañeros, se propuso ayudar a las personas que le rodeaban en todo lo que pudiera. Así, llevaba comida a una anciana que casi no  podía andar, cuidaba en la enfermería a un hombre enfermo que no tenían a nadie que le acompañase, e incluso enseñó a leer y escribir a un niño huèrfano como él.
Al cabo de un tiempo, fue enviado a una casa de acogida junto con otros niños huérfanos, y allí fue adoptado por un matrimonio alemán, que cuido de él e incluso le procuraron estudios. Fue a la universidad, donde estudió derecho, y cuando se licenció, fundó una asociación para ayuda a los refugiados de guerra, que tuvo un gran reconocimiento internacional por la intensa labor que realizaba Nassem.
También conoció una chica con la que se casó y tuvo 2 hijos, formando así la familia que había perdido en el bombardeo.

Nassem se encontraba dando una conferencia sobre derechos humanos en la universidad de harvard. Cuando terminó, entre los aplausos  y el reconocimiento del público, se le acercó un hombre de su misma nacionalidad, que escondía su rostro marcado por los excesos en unas gafas oscuras.
- Nassem, hermano, ¿Me recuerdas? - le dijo.
- ¡Abdul!
- Veo que te va bien.
Se dieron un emotivo abrazo.
- ¿Qué me cuentas?
Abdul se quitó las gafas; vio en sus ojos el cansancio y la derrota.
- No me ha ido tan bien.
- ¿No ganaste un Oscar?
- Si, el director que me descubrió en el campamento de refugiados me dio un papel en una de sus películas, y si es cierto que gané un Oscar, y me hice muy popular,pero caí en las drogas y el lujo, sabes, podía conseguir todo lo que quería..............pero no sabía en realidad lo que quería. Veo que tu si.
- ¿Puedo ayudarte?
- No, no, gracias. Quería devolverte algo.
Abdul sacó unas gafas del bolsillo de su cazadora, cuyo estuche reconoció al instante, y se las dio.
- No me han servido de mucho. Perdona.
Y se marchó con lo mirada baja.
Nassem abrió el estuche, y  sostuvo las gafas en su mano un instante. Luego las guardó y se las metió en el bolsillo. Nunca más volvió a ponérselas, no le hizo falta.



viernes, 3 de junio de 2016

Nassem y las gafas mágicas (2)

Aquella noche Nassem y abdul durmieron en una mullida cama, con la tripa llena.

Al día siguiente Bart les enseñó el barco. Les llevó a la sala de máquinas, donde los grandes motores mugían a pleno rendimiento, incluso estuvieron en la cabina de mando, donde el timonel gobernaba el barco y el capitán impartía las órdenes oportunas.
Después de comer, se sentaron en unas tumbonas para tomar el sol.
- Esto es vida, eh Nassem!, las gafas funcionan a la perfección.
Pero Nassem no parecía contento.
- No se, acuérdate de nuestros compañeros, ellos lo están pasando mal, y nosotros............
- La vida es así, algunos tienen suerte y otros no.
- No es justo.
- ¿Quien habla de justicia? Mira yo voy a ser actor, de los de Hollywood, y pasaré por encima de quien sea para conseguirlo. ¿Y tú?
- No lo se - dijo tras pensarlo.
Abdul se recostó en la hamaca y cerro los ojos quedándose dormido. Nassem se acercó a la barandilla del barco para perder la vista en el horizonte. Entonces vino a su cabeza la imagen de su madre, y la de su padre, y su hermano; estaban en la playa, jugando entre las olas, y na luz de esperanza iluminó sus ojos; pero nada sucedió. Se quitó las gafas decepcionado, y las guardó.


El Niessem llegó a la coqueta isla griega de Lesbos, donde descargó su mercancía humana. Les llevaron a un campo de refugiados situado a las afueras de la capital. Se trataba de cientos de tiendas de campaña sobre un suelo agreste, rodeadas de alambradas, que le daba más el aspecto de un campo de concentración que de otra cosa.
Allí las condiciones de vida no eran mejores que las del barco, empeoradas por los grupos mafiosos que se aprovechaban de la ayuda humanitaria para hacer sus propios negocios.
Abdul y Nassem perdían el tiempo con los demás chicos, sin nada que hacer entre las polvorientas calles de campo, fumando pitillos y esnifando pegamento que conseguían al cambiarlos por ropa o alimentos que robaban.
En el albergue donde dormían, había una niña de unos 10 años con un bebé en brazos; este no paraba de llorar.
- ¿No tienes padres? - le preguntó Nassem.
- Si - dijo tímidamente - pero no se donde están.
- ¿Es tu hermano? - le preguntó señalando al bebé.
- Si.
-¿Porqué llora?
- No lo se.
Nassem puso su mano en la frente del bebé, y vio que ardía.
Miró a su alrededor, pero no vio a nadie que pudiera ayudarle. Entonces sacó sus gafas mágicas del bolsillo, y se las puso.
- ¡Porqué llora ese condenado niño! - escuchó - ¡No hay quien duerma!
Un hombre entró gritando en el albergue.
- Es que tiene fiebre señor - le dijo Nassem.
- ¡Maldita sea!
El hombre sacó un móvil e hizo una llamada. Al rato apareció una ambulancia, que se llevó al bebé a su hermana y a Nassem al hospital.
Sabía que en el hospital sucedería algo, y así fue; el padre de la niña había caído enfermo, y se encontraba allí con su madre, y no fue casualidad que ésta se cruzara con su hija entre las numerosas camas que abarrotaban el lugar.

martes, 31 de mayo de 2016

Nassem y las gafas mágicas (1)

El piloto del caza apretó el botón y el misil salió disparado hacia su objetivo, alcanzando el edificio de 6 plantas en el que vivía Nassem. En ése momento, se encontraba jugando en la calle, y la onda expansiva hizo que saliera por los aires, dejándole sin sentido. Menos suerte tuvieron sus padres y sus hermanos, que comían en la casa cuando cayó la bomba. Cuando despertó se encontró rodeado de escombros. Buscó a tientas sus gafas, pero solo encontró las monturas, dobladas de una forma inverosímil.

- ¡Nassem despierta, nos vamos!
El zarandeo de Abdul le llevó de nuevo hasta el albergue de la cruz roja donde dormía. Se incorporó aturdido del jergón, y buscó sus gafas. Recordó que se le habían roto en el bombardeo. Entre la niebla provocada por la miopía, comprobó que el ajetreo era considerable.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- ¡Se acercan los terroristas!, ¡nos llevan a otro sitio!
Estos habían traspasado las defensas de la ciudad. Los voluntarios de la Cruz Roja agrupaban a los niños para llevárselos en el carguero Niessel, rumbo a Europa.
Las calles estaban desiertas, las pocas personas con las que se cruzaban andaban apresuradas y nerviosas, se respiraba una tensa calma.
Nassem, desorientado sin sus gafas, se separó del grupo, perdiéndose entre las estrechas calles del casco antiguo. Dándose cuenta de la situación, llamó a gritos a Abdul, pero nadie respondió. Con un nudo en el estómago y el corazón martilleándole el pecho, se sentó en el suelo, apoyando la espada en una pared desconchada.
- Parece que hayas visto un fantasma - escuchó.
- Me he perdido.
Nassem intentó distinguir el rostro del que venía aquella voz.
- Ven acompáñame, tengo algo para ti, veo que has perdido tus gafas
El hombre llevaba una túnica de color carmesí y sonrisa risueña. Su cuerpo orondo se movía ágil entre las callejuelas, Nassem tenía que correr para seguirle.
Llegaron a un bazar destartalado, atestado de objetos y cachibaches; desde telas de lino hasta móviles y bebidas.
- Deben de estar por aquí -dijo el hombre mientras hurgaba entre los cajones del mostrador - ¡aquí están!
Sacó una pequeña caja de madera en las que estaban inscritas unas palabras en un antiguo dialecto árabe, y extrajo de ella unas gafas con unos cristales redondos extremadamente gruesos, engarzados en una montura dorada.
- Estas te vendrán bien, pero debes ponértelas sólo cuando aquello que veas no te guste en absoluto, y quieras verlo de la forma que tu quieras.
- Pero yo necesito gafas todo el tiempo.
- Ah bueno...........pues ponte alguna de éstas.
Abrió un cajón lleno de gafas, y Abdul se las probó hasta dar con las que le venían bien.
- ¡Venga corre, el barco está apunto de zarpar! - le apresuró el hombre.
Nassem salió corriendo. Al rato se dio cuenta que no sabía hacia donde iba, y que seguía perdido.
Entonces abrió la caja de madera que continuaba en su mano, y se puso las extrañas gafas que contenía. Nada parecía haber cambiado, cuando escuchó la sirena de un barco. Fue hacia allí, y sin saber como, se encontró en el puerto, donde distinguió la silueta del Niessem amarrado a la dársena, y a su amigo Abdul, que junto a sus compañeros, subía por la escalinata del carguero para embarcar en él.

El Niessem cruzaba las aguas del Mediterráneo con su cargamento humano. Además de los niños del orfanato, se amontonaban en sus bodegas familias enteras que huían del horror de la guerra, ayudados por la labor humanitaria de  la Cruz Roja.
Les dieron una manta, una pastilla de jabón y un plato de aluminio, y delimitaron una parte del barco de la cual no podían pasar. Comían una vez al día y se lavaban con una manguera de agua fría. Por la noche, la mayoría bajaba a la bodega para guarecerse del frescor nocturno.Nassem y abdul se quedaban en cubierta, y tapados con sus mantas, volaban entre las estrellas, lejos, muy lejos de allí.
Una noche en la que las estrellas parecían hablarles, Nessem le contó a su amigo lo que le había sucedido antes de embarcar, y le enseñó las gafas mágicas.
- ¿Porqué no las usas? - le preguntó Abdul extrañado.
- No se.............me da miedo.
- Venga, póntelas y haber que sucede.
Se las puso.
- No parece que pase nada - dijo Abdul impaciente. Nassem se encogió de hombros.
Entonces un hombre se les acercó.
- Chicos, ¿conocéis a Nassem?, Nassem Tayeb.
- Soy yo - respondió éste sorprendido.
- ¿Es tu amigo? - dijo el hombre señalando a Abdul.Nassem asintió.
- Pues seguidme.
Salieron de la zona donde se hacinaban los refugiados, y les llevó por unos estrechos pasillos hasta la cocina del barco.
- Supongo que tendréis hambre - les dijo - ¡Chang, ponles algo caliente a éstos chicos!
Chang el cocinero del barco, les calentó una sabrosa sopa de fideos con gallina.
Mientras los dos amigos daban buena cuenta de la sopa, el hombre se sentó con ellos en la mesa.
- Conozco a tu padre - le dijo a Nassem - es un gran tipo, hemos hecho buenos negocios. ¿Como anda?
- Murió.
- ¡Vaya, lo siento! ¿Está tu madre a bordo?
- También a muerto.
El hombre guardó silencio. Su aspecto era serio.
- ¡Maldita guerra! - rumió.
- Cuando terminen llévales al camarote de babor Chang. Si tenéis algún problema preguntar por mi. Soy Brat, el segundo de abordo.
Les dio unas palmadas en los hombros y se marchó.





viernes, 29 de abril de 2016

La pulga viajera

Tina era una pulga muy curiosa. Vivía en Agus, un peludo perrazo, ya viejo, que apenas salía de casa. Aburrida, Tina decidió cambiar de hogar, y se mudo a Mat, un hámster que le acababan de regalar al benjamín de la casa. Allí, la vida era más aburrida todavía; es cierto que Mat era mucho más inquieto que Agus, y se pasaba el día, bueno más bien la noche ya que los Hamsters son animales nocturnos, olisqueándolo todo, corriendo entre los tubos de su jaula, o descargando su energía en la rueda giratoria.
Entre el cambio de horarios, y el mareo que le producía la rueda, no tardó en buscar un nuevo huesped: La gatita Pati. La cosa se animó, Pati se colaba todas las noches por la trampilla de la puerta, y perseguía pequeños roedores con los que jugaba antes de comérselos. Así conoció los truculentos misterios de la noche.
Una noche, Tina saltó a un topo con el que jugaba Pati, y este se escabulló debajo de la tierra, y recorrió sus entrañas, entre oscuros y abruptos pasadizos.
Ya de día, se coló en un caballo que trotaba por allí, y  corrió entre montañas, prados floridos y verdes valles.
El caballo descansaba en una playa, y Tina conoció el mar. Entonces vio a una foca en la orilla; no lo dudo, allí fue; y nado entre bancos de sardinas y ballenas, buceando ente rojos corales y barcos hundidos que quizás escondían tesoros.
La foca subió a una isla de hielo donde un oso blanco dormía. Con él recorrió las llanuras nevadas, el viento azotando las rocas, mientras una aurora boreal pintaba de verde el cielo.
Una gaviota que paró para descansar, fue su nuevo anfitrión, y voló entre las nubes con el viento a favor, desafiando a las tormentas.
La gaviota llegó a un puerto, donde descargaban un rebaño de camellos. A lomos de uno de ellos, anduvo entre las arenas del desierto, con sus interminables dunas tostadas por el sol.
En un oasis, bajo una palmera, descansaba el camello. Tina, cansada de tantas emociones, decidió volver a su antiguo hogar; una perrita vagabunda que merodeaba por allí.
Pero no era su destino acabar sus días entre el pelo de un perro, y Laika, que así se llamaba la perrita, fue capturada por unos científicos rusos, que la metieron en una nave espacial, y la mandaron al espacio, convirtiéndola en el primer ser vivo en girar alrededor de la tierra.
Tina sintió la infinitud del universo, las estrellas enlazándose, formando constelaciones lejanas, la vía láctea derramándose en la oscuridad, la luna que casi podía tocar, la tierra, azul,  majestuosa y hermosa.
Entonces pasó un cometa............................................

Quien sabe donde está ahora Tina, quizás surcando el espacio interestelar, o en algún extraño y misterioso planeta en los confines del universo.


jueves, 7 de abril de 2016

El cine mágico

Leire e Icíar, su madre, cogieron el autobús para ir al centro comercial. En los cines estrenaban la última película de Disney: "Princesas a todo ritmo", y Leire estaba loca por verla. Compraron palomitas con caramelo tamaño XL, Coca Colas en baso grande, y así, bien preparadas para la sesión cinematográfica, se pusieron a la cola del cine. Cuando estuvieron dentro, miraron en la entrada el número de la sala. Para su sorpresa, vieron que se trataba de la sala 0.
- ¡Qué raro! - dijo Icíar - la página de internet por la que cogí las entradas era un poco rara, pero no me fijé en ésto.......
- Mira mamá allí es.
Delante de ellas estaba la sala 0
- Pues vamos.
Dentro, la sala estaba vacía, lo que les sorprendió. Se sentaron en la zona central, y se pusieron las gafas tridimensionales, ya que la película era en tres dimensiones.
Se apagaron las luces, y de repente se encontraron rodeadas por una jungla con grandes árboles, lianas, y flores exóticas.
- ¡Ya empieza! - gritó Leire entusiasmada.
- ¡Menudo realismo!
De pronto, escucharon un silbido delante de ellas: Una serpiente enorme se deslizaba por el tronco de un árbol, sacando su bífida lengua.
- ¡Es enorme! - dijo Leire.
- ¡Silencio!
- Si no hay nadie.
Oyeron un nuevo silbido detrás de ellas; al lado de Icíar otra serpiente más grande aún, se acercaba amenazante. Dos serpientes mas reptaban entre las hojas delante de ellas.
- ¡Estamos rodeadas! - gritó.
- No parece una película de princesas, más bien una de superhéroes. La estarán anunciando.
En ese momento, con un ajustado traje rojo, una capa azul, y un antifaz, apareció un superhéroe, que volando, aterrizó entre las serpientes, las cogió una a una, y fue atándolas hasta hacer un gran lazo con ellas. Después se acercó a Icíar y Lerie.
- No es un buen lugar para unas damas - dijo, y sin dejarles reaccionar, les cogió por la cintura ¡Y se las llevó volando por el aire!, ¡No se lo podían creer! Cruzaron montes, valles y ciudades, entre los fuertes brazos del superhéroe. Al llegar a una carretera al lado de unos campos de trigo, descendió.
- Bueno, aquí estarán más seguras - les dijo dejándolas en el suelo - ¡Hasta pronto!
- ¡Qué guay! - dijo Leire - pero yo quiero ver a las princesas.
Icíar no decía nada, se encontraba en estado de shock.
- ¡Mira mamá, viene un coche!
Un Cádillac descapotable se acercaba a toda velocidad. Cuando llegó a su altura, paró. Dentro había dos chicas con gafas de sol, una alta y delgada, la otra baja y gruesa. Vestían de una forma muy extravagante, con pantalones pitillo, cazadora de cuero, y muñequeras de pinchos.
- ¡Qué tal chicas! - les dijeron - Venga, subir, os llevamos.
Icíar y Leire se sentaron en la parte de atrás.
- ¿A donde vais?
- Pues............, nose, a la ciudad más próxima -le dijo Icíar.
- ¡Pues vamos!
La chica apretó a fondo el acelerador; el rugido del motor se confundía con la música rock que sonaba a pleno volumen en el equipo de música.
- ¿Cómo os llamáis?
- Yo me llamo Leire, y mi mamá, Icíar.
- Hola..... - Dijo cohibida.
- Yo soy Jakie - dijo la más gruesa.
- Y yo su hermana Elwoina - la más delgada.
- ¿Sois princesas?
- ¿Cómo lo sabes?
- Por vuestras tiaras.
- ¡Qué observadora!, aunque a nosotras no nos van los rollos de palacio.
Escucharon unas sirenas detrás de ellas.
- ¡La pasma!
Jakie dio un nuevo acelerón, entre los gritos de júbilo de las princesas. El coche de policía les seguía de cerca; ¡era una persecución en toda regla! Delante de ellas, apareció otro coche de policía cortándoles el paso. De un volantazo, Jakie se metió entre unos maizales; Icíar y Leire gritaban abrazadas.
- Tranquilas chicas - dijo Elwoina - a mi hermana no le gana nadie conduciendo.
Salieron a campo a través, a los dos coches de policía se le habían unido cuatro más, el ruido de las sirenas era ensordecedor. De repente, vieron como a unos metros delante de ellas, el campo terminaba en un precipicio. Jakie, con gran sangre fría, dio un nuevo volantazo, dejando el coche entre unos arbustos, que lo cubrían por completo. Los coches de policía pararon en seco delante del precipicio.
- ¡Si, si! -gritaban las princesas chocando sus manos, y las de Leire e Icíar.
Cuando los policías se fueron, Jakie condujo de nuevo hasta la carretera.
- ¡Ha sido superemocionante! - decía Leire emocionada.
- Un poco peligroso.....
-¡Venga mamá, hay que divertirse! - dijo Jakie.
- Si nos damos prisa llegaremos a  tiempo para el concierto - dijo Elwoina.
- ¿Un concierto? - preguntó Leire.
- Damos un concierto de rock para recaudar fondos y poder reconstruir un hogar para unos niños  huérfanos.
- ¿Por eso os perseguía la policía?
- Si, el alcalde quiere construir allí un centro comercial, ¡es un maldito bastardo!
- ¡esa no es la forma de hablar de una princesa - le recriminó Icíar.
- ¡Pero si de unas princesas rockeras! - respondió Jakie. Y aceleró, subiendo el volumen de la música.
Al llegar al lugar del concierto, vieron que la policía rodeaba el recinto.
- ¿Cómo vamos a entrar?
- Tengo una idea - dijo Leire - iremos por las alcantarillas.
- ¡Necesitaremos los planos!
- Dejármelo a mi, soy una experta informática.
Cogió su móvil, y entrando en la web del ayuntamiento, descargó los planos de las alcantarillas. Cogieron un par de linternas que llevaban en el coche, y bajaron por la alcantarilla más próxima.
Siguiendo los planos, llegaron hasta dentro del teatro donde se iba a celebrar el concierto, y salieron justo en el escenario. Allí ya estaba todo preparado: La batería las guitarras, el bajo, los metales, el órgano, las luces ya encendidas, y un público enfervorizado que llenaba el teatro.
EL concierto fue memorable; las princesas, Leire e Icíar, cantaron y bailaron ante un público entregado que no paro tampoco de cantar y bailar. Los policías y el alcalde, esperaban alrededor del escenario a que terminara el espectáculo para detener a las princesas. No se atrevía a hacerlo delante de tanta gente, ya que pronto eran las elecciones, y no podía quedar mal.
Al terminar, mientras los músicos de la banda seguían tocando, las princesas, Leire e Icíar, cogieron el dinero de la taquilla, y bajaron de nuevo por la alcantarilla, hasta llegar donde habían dejado el coche.
Fueron con él hasta la ciudad donde se encontraba el orfanato que querían derribar por viejo, y les entregaron el dinero a las monjas que lo regían, ante el regocijo de una veintena de niños, que recuperaron la sonrisa y las ganas de vivir.
- ¡Ha sido una aventura extraordinario! - decía Leire entusiasmada - sois muy generosas.
- Bueno, la verdad es que no es sólo generosidad - dijo Jakie - aquí es donde nos hemos criado, ¿no es así Elwoina?
- Así es, la verdad es que nuestra sangre no es real, nuestros padres nos adoptaron porque no podían tener hijos, pero éste fue nuestro verdadero hogar.
- ¡Qué historia más bonita!, veo que trae esa imagen de rockeras se esconde un tierno corazón.
- ¡De eso nada!, ¡a rockanrolear! - dijeron las princesas al unísono.
Y cantaron y bailaron toda la noche.

Se encendieron las luces de la sala; en la pantalla salían los créditos con una banda sonora de rock muy marchosa.
A la salida del cine, les esperaba el aita de Leire.
- ¡Qué peli más chula! - le dijo Leie entusiasmada.
- ¿Te ha gustado?
- ¡Mucho!, tienes que verla.
- ¿Y a ti cariño?
- Si..........¡pero no me imaginaba que ésto de las tres dimensiones fuera tan realista!, ¡estoy agotada!
Icíar sacó las entradas picadas del bolsillo, y las tiró a una papelera:
¡No vio como éstas ardían por las buenas,convirtiéndose en cenizas!




domingo, 20 de marzo de 2016

Imagilandia

Se formó un gran tumulto en el parque. Pedro lo encontró entre los árboles, cerca del estanque, y llamó a los demás.
- ¡Mirar que animal tan extraño!
- ¡Nunca había visto nada igual! - dijo María.
Decidieron cuidarlo y hacerse cargo de él.
- Le daremos queso para comer - dijo Luis - tiene cabeza de ratón.
- No, cacahuetes .- dijo Nerea - Las orejas son de elefante.
- Si tiene cuello de jirafa - dijo Ana -  le daremos hojas.
- ¿Y si le damos semillas?, la cola es de pavo real -  dijo Antón.
- Hay que darle insectos, ¿No véis sus alas de murciélago - dijo Mauricio.
- Comerá roedores, su cuerpo es de serpiente. - dijo Elena.
- ¡Pero hombre!, ¡si es un cienpiés!, ¿no véis sus patas? - dijo Ernesto.
- ¡Que no!, comerá carne, con esa melena de león que tiene - dijo Rubén.
Mientras discutían, el animal bajó la cabeza y se puso a comer hierba.

Hagámosle una casa para que duerma - dijo Pedro.
- Será un nido, es un pájaro - dijo Antón.
- No, una madriguera, es un ratón. - dijo Luis.
-Estará mejor en una cueva - dijo Mauricio - para dormir colgado del techo.
- Que va, una camita de paja es lo que le gustaría - dijo Nerea.
De nuevo los niños se pusieron a discutir.
Entonces el animal se subió a un árbol, y se quedó dormido sobre unas ramas con la cabeza metida entre las alas.

Al día siguiente, los niños fueron de nuevo a donde se encontraba el animal, y allí estaba, entre los árboles.
- Le llamaremos "Larguito", por su cuerpo alargado - dijo María.
- Porqué no "Leónidas", con esa melena de León..........
- O Dumbo, menudas orejas tiene - dijo Nerea.
- Mejor "Draco", el vampiro - dijo Mauricio.
- Yo le llamaría "Mikie", por su cabeza de ratón, o "Minnie" si es chica - Dijo Luis.
- ¿Y "Pavarotti? - tiene cola de pavo real, y seguro que canta muy bien - dijo Antón.
Y se puso a cantar: ¡Guaki, guaki, guaki!
Y le llamaron "Guaki"

Jugaron durante todo el día con "Guaki", persiguiéndose y revolcándose en la tierra, y se hicieron grandes amigos.
Un día, que jugaban al escondite, "Guaki" cogió a Pedro con la boca, y lo posó suavemente en su lomo. Hizo lo mismo con María, Luis, Antón, Nerea, Mauricio, Elena, Ernesto, y Rubén, y desplegando su enormes alas de murciélago, ¡Echó a volar! Hizo varias cabriolas, para regocijo de los niños, y se lanzó en picado hasta la luna. Se metía por un cráter, y salía por otro, como cosiéndola con su vuelo. Luego en Saturno, se deslizaron por su anillo, mientras el planeta hacía hula hoop con él. Bebieron zumo de tomate en Marte, que por algo es el planeta rojo, y nadando entre leche, surcaron la vía láctea hasta más allá del infinito. Llegaron a un planeta con forma de diamante que giraba emitiendo destellos de colores al espacio. Y lo que allí vieron, si que se lo podían imaginar, ya que eran niños, aunque nunca creyeron que podría ser real. Y entre nubes de algodón de azúcar, planearon sobre ciudades de plastilina y mares de espuma hasta los bosques de gelatina donde vivía "Guaki" ¡Qué decir del "gatoaraña", "el dragonmosca", o la "vacaracol", todos les recibieron cantando y bailando a ritmo de rock, y la fiesta no terminaba nunca, ya que los minutos rebotaban una y otra vez en las camas elásticas, sin querer terminar.......
Pero se hizo tarde  era la hora de cenar, y los padres de los niños podían preocuparse por ellos. Así que"Guaki" les enseñó un atajo que les llevaba directamente hasta debajo de la cama de la habitación de cada niño, prometiéndoles que al día siguiente jugarían a piratas y tesoros.
Así que padres, si no encontráis a vuestros hijos, mirar debajo de la cama, ¡puede que os llevéis una gran sorpresa!

viernes, 5 de febrero de 2016

El pirata Malapata, el espíritu de Gorgobich, y la bestia prehistórica

En algún lugar ente el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, el espíritu de Gorgobich (1) buscaba, sediento de venganza, la criatura apropiada para reencarnarse, y la encontró, atrapada en el hielo, donde había estado durmiendo durante siglos.

El Delfín Volador, volaba literalmente sobre las bravías aguas del océano en busca de aventuras...........y oro claro. Aliado de los vientos y las mareas, no había barco humano capaz de alcanzarle, pero esta vez, algo que no era humano, les perseguía.
- Tengo una sensación extraña - decía Rodi en la cubierta del Delfín - no veo ni una sola gaviota merodeando por aquí.
- Mejor, esas malditas ratas voladoras sólo saben vociferar y cagar - respondió Malapata.
- Si, pero es raro, además Bernard lleva más de 2 horas intentando pescar algo, y nada, parece que los peces se hubieran esfumado de repente........., o que hayan huido de algo.
- Como no sea de las canciones del Bardo - bromeó Malapata.
Rodi comprendió que estaba en lo cierto, cuando la proa del Delfín se elevó unos metros por la ola que había lebantado la pavorosa criatura que habría su enorme boca repleta de dientes, con la intención de devorarlos.
- ¡Por las barbas de Belcebú! - gritó Malapata, y dando un empujón al timonel, cogió el timón.
Con mano firme, Malapata consiguió evitar el envite de la bestia.
- ¡Soltar todo el trapo! -gritó Rodi.
Aprovechando las olas levantados por la bestia, el Delfín consiguió unos metros de ventaja, surfeando en ellas, pero cual fue su sorpresa, que se encontraron de frente con un galeón del rey, que les cortaba el paso. Con un rápido movimiento de timón, Malapata evitó el choque.
- ¡De buena nos hemos librado!
- Si capitán, buena maniobra. Ahora la bestia nos librará de ellos.
Pero no fue así, La bestia paró en seco delante del galeón, y en vez de atacarle, lo observó un buen rato, como si lo reconociera, y girando, siguió al delfín dando un terrorífico alarido.
- ¡Como es posible!. ¿es que no le gusta la carne de los bastardos? - maldecía el pirata.
Entonces sucedió lo que más temían Malapata y su tripulación, el viento dejó de soplar. ¡Pero la bestia había desaparecido en las profundidades del mar! Un tenso silencio envolvía al Delfín, ni siquiera se escuchaba el chillido de las gaviotas.
- Se ha debido sumergir, para sorprendernos - reflexionaba Rodi - ¡estamos a su merced!
No tardó mucho La bestia de surgir de los abismos; lo hizo despacio, mostrando toda su monstruosa majestuosidad. Sus ojos recorrieron la cubierta del Delfín, buscando algo, y se pararon cuando se encontraron con los de Malapata. Una sonrisa pareció dibujarse en sus boca.
-¿ Me buscabas maldita sardina ahumada!, ¡te pondré en escabeche para la cena - gritó Malapata desenvainado el sable. Pero no tuvo tiempo de usarlo, la enorme boca de La bestia lo encgulló en un suspiro, y con él a Rodi, el timón y buena parte del mástil, con vela y todo.
Malapapa y Rodi tuvieron suertes de pasar indemnes entre los afilados dientes de La bestia, que trituraron el timón y el mástil, y pudieron agarrarse a los huesos de la garganta, para no ser disueltos por los jugos gástricos del estómago. Los dos treparon hasta uno de los plieges de la boca de La bestia.
- ¡Tragado por una maldita babosa de mar!-  bramaba el pirata.
- No es una babosa capitán, es un megadolón.
- ¿Un qué?
- Un megadolón, un animal prehistórico que vivió antes de la aparición de los dinosaurios.
- ¡Cómo es posible!
- No lo se, pero se trata del más poderoso depredador que ha existido sobre la tierra o bajo el mar.
De pronto, un humo negro les cubrió, y delante de sus narices, se transformó en un espantoso esqueleto carbonizado con un sombrero de almirante.
- Me lo imaginaba almirante Górgobich, sólo un maestro de las ciencias ocultas como usted podría haberse reencarnado en una bestia tan pavorosa.
- Muy sagaz Rodi, pero esta vez nadie os va a salvar de la muerte, un pequeño empujón y os convertiréis en alimento para ésta entrañable criatura.
- Pero antes tendrás que saldar viejas deudas que tienen con ciertos oscuros señores.
- ¿De que demonios hablas?
- Demonios si, exactamente. Cuando vi que la bestia no atacaba el galeón del rey, me di cuenta de todo el asunto, y cogí mi libro de conjuros.
Abriéndolo, Rodi leyó en voz bien alta:
"¡Espantus máximus reliquium dei! ¡invoco a los guardianes del infierno!"
Una puerta de fuego se abrió en el aire. De allí surgió la más abominable criatura que jamás vio el ojo humano.
-¿Quien tiene la osadía de abrir las puertas del infierno? - tronó en el aire - ¡sólo si un alma cae en sus abismos volverá a cerrarse!
- Si, si, claro - dijo Rodi tranquilamente - será además un alma que andáis buscando: La del almirante Górgovich.
Rodi señaló al esqueleto calcinado, que con la mandíbula desencajada por el miedo, no daba crédito al giro de los acontecimientos.
- ¡Górgobich!, ¡te buscábamos!, ¡nadie escapa a la soga del destino!
Una llamarada surgió de la puerta de fuego, tragándose al espíritu de Górgobich, que se descomponía entre terribles alaridos.
Antes de desaparecer por la puerta, el demonio se dirigió a Malapata:
- ¡Nos veremos muy pronto!
Malapata intentó tragar saliva (no le quedaba), y celebró que todavía estaba vivo.
- Tranquilo capitán, ya encontraremos la forma de burlar al destino - le dijo Rodi para darle ánimos - Ahora lo que tenemos que pensar es en la forma de salir de aquí.
Rodi miró pensativo a su alrededor; entre los dientes había enganchado un cofre.
- El cofre puede ser nuestra salvación - dijo, y escalaron entre los huesos de la bestia hasta el cofre.
Malapata, con su sable, desencajó el cofre de los dientes, y lo abrió; estaba lleno de joyas y doblones de oro.
- Habrá que vaciarlo para meternos dentro - dijo Rodi.
- ¡Nunca!, ¡antes me despellejaría vivo!
- ¡Capitán, el oro o la vida!
- ¡Prefiero la muerte! - respondió Malapata orgulloso.
- ¿Te has olvidado de las palabras del demonio?
La expresión de Malapata era el fiel reflejo de la cruenta lucha que se libraba en su interior.
- Vamos capitán, conseguiremos más oro, pero par eso tenemos que salir de ésta.
Con lágrimas en los ojos, Malapata ayudó a Rodi a vaciar el cofre, no sin antes llenarse los bolsillos con todo lo que pudo.
Una vez vacío el cofre, se metieron dentro, y empujándolo a una, cayeron por la garganta de la bestia hasta el estómago. El hierro forjado del cofre, resistió el ataque de los ácidos que segregaba el aparato digestivo, y siguió bajando por un oscuro y poco honorable conducto, hasta salir expulsado al océano.
El cofre cayó hasta las profundidades del mar, y desde allí Rodi y Malapata bucearon hasta la superficie.
No tardó El delfín en recogerles, donde la tripulación reparaba los daños tras el ataque de la bestia. Estos no daban crédito a sus palabras, pero acabaron creyéndoles, al conocer la pericia e inteligencia del capitán y su guardamaestre.

Ya en la cubierta del Delfín, Malapata y Rodi discutían.
- ¡No podemos dejar suelta a esa bestia, destrozará todo el ecosistema del océano!
- ¿Y qué quieres que hagamos? ¿qué la pesquemos con un anzuelo y nos la comamos a la parrilla? Haría falta un anzuelo muy grande - dijo Malapata con ironía.
- Muy grande........,¡tengo una idea!

El megalodón nadaba tranquilamente entre el banco de sardinas. No se atrevía a atacarles, ya que éstas le doblaban en tamaño. Tendría que conformarse con atrapar pequeños gusanos, que aún así tenía que cortar en varios trozos con sus poderosas mandíbulas para poder comérselos.

Malapata y Rodi tomaban ron en la popa del delfín.
- Ha sido una extraña aventura - comentaba Malapata - espíritus, demonios, bestias prehistóricas,......
- ¡Gigantes! - agregó Rodi.
- Gigantes, si, pero la próxima vez que quieras convertir a alguien en gigante con tus conjuros, ¡conviértete a tí!
- Venga capitán, no me digas que no fue una buena idea, ¡tenías un aspecto impresionante, con esa altura!
- Bueno, no es para tanto. Era la única forma de agarrar al bicho por la cola y llevarlo al País de los gigantes. Allí no es ningún peligro para nadie; aunque todavía me duele el dedo meñique por el mordisco que me dio esa sabandija.
- ¿Por eso llorabas hace un rato?
Malapata se alejó de nuevo a llorar; ¡todavía se acordaba del oro que tuvo que arrojar a las entrañas de la bestia para salvar la vida!


(1)El Pirata Malapata y los espíritus de la naturaleza






viernes, 15 de enero de 2016

Las avispas (historias de Rina, la gata callejera)

Anochecía; no había sido un buen día para Rina, sólo unos trozos de pan duro mojado que les habían echado a los patos del estanque, habían sido su único alimento. Entonces, de la puerta trasera de un restaurante, salió un hombre gordo vestido de cocinero, con una bolsa de basura. Rina se escondió debajo de un contenedor de basura. El hombre abrió el contenedor y echó la bolsa dentro. Rina se contuvo de no salir disparada al escuchar el estrepitoso ruido que se produjo al chocar la tapa con la pared del contenedor. El cocinero volvió al restaurante, olvidándose de cerrar de nuevo el contenedor. Rina esperó unos instantes para asegurarse de que el hombre se había ido, y salió sigilosamente de debajo del contenedor. De inmediato Notó un fuerte olor que provenía del mismo, movió el labio superior para que las partículas caloríficas entraran por su paladar además de por su nariz,y distinguió entre los olores de putrefacción, el de comida recién hecha.  Flexionó su patas, y de un ágil salto se introdujo en el contenedor. El estallido de olores provenía de la bolsa que acababa de tirar el hombre; estaba mal atada, y trozos de pescado y bistec entre hojas de lechuga y espaguetis con tomate se desparramaban sobre bolsas de basura. Comió hasta hartarse, y luego se refugió entre unos cartones para pasar la noche.
Al día siguiente volvió junto al contenedor; la tapa seguía abierta, y un puñado de bolsas amontonadas impedía cerrarlo. Hacía calor, y Rina se tumbó sobre un viejo colchón, al lado del contenedor, esperando la aparición del hombre gordo, que dejaba allí aquellos suculentos manjares, como un desinteresado papá Noel. A eso del mediodía, volvió a parecer el hombre gordo con su traje de cocinero, dejó la bolsa de basura que llevaba en el contenedor . Rina, aunque adormecida por el sopor, escuchó los pasos bamboleantes del hombre, y se escondió entre unas cajas, desde donde esperó a que éste se alejara. Se acercó al contenedor, pero había un ruido nuevo, como un zumbido, que se multiplicaba cuanto más se acercaba. Se detuvo para afinar todos sus sentidos; sobrevolando las bolsas amontonadas en el contenedor, 2 enormes avispas asiáticas, revoloteaban inquietas. Rina salió corriendo, su instinto de supervivencia era mayor que su hambre.
Pasó el tiempo, la comida escaseaba, y Rina recordaba el festín que se había dado aquella noche en el contenedor de basura. Se acercó cautelosamente, recordando también a las avispas, y allí estaban. Esta vez eran más de 6, y entraban y salían del contenedor, como siguiendo un plan preestablecido. Rina las siguió con la vista, y vio que se dirigían hacia el alerón de un tejado próximo. Allí, protegido de la intemperie, había una inmensa construcción marrón con forma ovalada que las avispas recorrían ajetreadas; era el nido, donde la avispa reina ponía los huevos de los que saldría una nueva generación de avispas. Le entró el pánico al verlo, pero el dolor de estómago hizo que se apostara entre unos cartones para esperar acontecimientos.
Anochecía, y las avispas, siguiendo su ritmo natural, empezaban a ralentizar su actividad. Había hecho un día bochornoso, pero la venida de un frente frío, provocó una intensa tormena en la zona, con fuertes vientos. En esos momentos, Rina había salido de su escondite, al ver que las avispas volvían poco a poco a su nido. Entonces se desató la tormenta, y los fuertes vientos zarandearon el nido hasta hacerlo caer. Cayó cerca de donde Rina se encontraba. Las avispas, furiosas y desconcertadas se abalanzaron sobre Rina, con el único fin de proteger a su reina, aunque fuera con su vida. Rina huyó, sin fijarse que se dirigía hacia un callejón sin salida. Se encontró de repente con un muro húmedo y garabateado, que ni siquiera un gato podía escalar. Sintió un picotazo, una avispa enredada en el pelo de su lomo le había picado. Se volvió intentando morder a otra que se dirigía a sus ojos; el zumbido sordo que le rodeaba estuvo a punto de paralizarla, pero un nuevo pinchazo le hizo reaccionar, y rodó por el suelo aplastando a las avispas que cubrían su cuerpo. Vio entonces una vieja alfombra, y sacudiéndose espasmódicamente, se metió debajo de ella. Las avispas se abalanzaron sobre el bulto que sobresalía de la alfombra, y clavaron sus aguijones. Por fortuna, la alfombra era lo suficientemente gruesa como para que estos no alcanzaran la piel de Rina. Entre temblores y sudor, a causa de las picaduras, perdió el sentido.
Cuando despertó, salió de debajo de la alfombra, todavía temblando y bañada en sudor. Vio una veintena de avispas muertas con su aguijón clavado allí donde ella había estado, y la alfombra empapada por la intensa lluvia que había caído. Se encontraba muy débil, pero el veneno de las picaduras no había sido letal. Se arrastró por el callejón hasta el contenedor de basura: ¡El viento lo había volcado!, ¡ y ante sí se extendía un impresionante festín con los más variados y sabrosos manjares!, ¡sólo para ella!