Cuentos para contar.

domingo, 21 de agosto de 2016

El árbol de música

Llevaba meses intentando acabar la partitura que le habían encomendado. Se trataba de una ambiciosa obra en la que llevaba años trabajando, y a la que sólo le quedaba su último movimiento.
Paseaba por el bosque buscando inspiración cuando se puso a llover. Se refugió debajo de un árbol. Vio un resplandor, y a continuación escuchó un trueno; la tormenta estalló encima de su cabeza. Sabía que era peligroso guarecerse de ella debajo de un árbol, ya que sus ramas atraen los rayos, por lo que corrió hacia unas rocas que formaban una pequeña cueva. Empapado y temblando de frío, se sentó en el suelo, encogiendo sus piernas para intentar entrar en calor. Entonces escuchó una bellísima melodía acompañada de percusiones y violines. ¿De donde provenía esa música?, ¿Qué increíble orquesta tocaba de aquella manera bajo la tormenta? ¡Pero lo más increíble, fue que reconoció en aquella música el movimiento final que había estado buscando durante meses para su gran obra!
Salió de la cueva corriendo, y se dirigió al lugar de donde provenía la música. Entonces la tormenta se calmó, y dejó de llover. En ese momento la música paró, dejando al músico desconcertado. Buscó por los alrededores alguna casa o lugar de donde podría haber salido la música, sin encontrar nada.
Al llegar a su casa, transcribió lo que había escuchado en el bosque, y terminó la partitura de su gran obra con gran satisfacción, a pesar del resfriado que había pillado.

La obra fue un gran éxito, pero el músico estaba inquieto, ya que el último movimiento no lo había compuesto él.
Se dirigió de nuevo al bosque donde escuchó la melodía, y se sentó en la cueva como la vez anterior.
De nuevo, una tormenta rompió el cielo en mil pedazos, y la música volvió a sonar.salió corriendo de la cueva, y se dirigió hacia donde procedía la música: ¡Era un árbol! El viento se colaba por sus ramas huecas produciendo sonidos como de flauta y clarinete, acompañados por rítmicas percusiones al caer las gotas de agua sobre sus gotas, e imaginativas armonías que provenían de la tierra, al rasgar el agua de un río subterráneo las raíces, como si fueran violines y violonchelos. Sacó una libreta y anotó la música que producía el árbol, maravillado por su hermosura.
Fue otro gran éxito, la carrera del músico ascendía como un cohete; no tenía más que acercarse al árbol cuando había tormenta, y copiar la música que de él surgía. Pronto dejó de componer, y se volvió ambicioso y ruin a pesar del éxito.
Se avecinaba una violenta tormenta. Las autoridades dieron la alerta roja, prohibiendo a los ciudadanos salir de sus casas. Pero al músico le habían hecho un importante encargo, y tenía que componer algo como sea.
Haciendo caso omiso a la prohibición, fue al bosque donde se encontraba el árbol de música. Zarandeado por el viento, llegó hasta él: De sus ramas parecían surgir gemidos espantosos, las hojas golpeadas por las gotas con un caótico ritmo acompañaban los chirridos que producían las raíces arañadas por el río subterráneo. Se llevó las manos a los oídos para no escuchar la infernal melodía. Entonces un rayo hirió al árbol, incendiando su tronco, y electrocutando al músico que se encontraba debajo.
Una vez amainada la tormenta, el guardia forestal encontró al músico medio muerto, y le llevó al hospital más próximo.
Pasó dos años en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte, pero milagrosamente se recuperó, aunque no del todo, ya que el rayo le hizo estallar los tímpanos, dejándole sordo.
Aún así, el músico fue capaz de componer, tal como lo había hecho antes de encontrar El árbol de música, y de nuevo el éxito le sonrió.
Nunca desveló su gran secreto; cada vez que había tormenta, se acercaba al Árbol de música, que ahora era un tronco quemado, y escuchaba en su cabeza las más hermosas melodías.

viernes, 12 de agosto de 2016

El niño poesía y el heladero mágico (1) en: "La mascota imaginaria"

Hoy era un día triste, la abuela de Marta acababa de morir, y se celebraba el funeral. En el cementerio todos lloraban; todos menos Marta.

-¡Luci, Luci!, ¿dònde estás?
Marta miró detrás del sillón, en el trastero, debajo de la cama,.........nada, Luci no aparecía por ningún lado. Pasaron los días, y Luci seguía sin aparecer.

En la vieja fábrica de helados, Félix ponía a punto uno de sus últimos inventos. Entonces entró Asier.
- ¿Què haces? - dijo sobresaltando al heladero.
- ¡Por Dios!, ¡eres más silencioso que un gato.
- Lo siento.¿Qué es esta máquina?
- Es "el materializador de fantasías", con ella puedes meterte en las fantasías de los demás.
- ¿Las hace realidad ?
- Crea una realidad holográfica interactiva partiendo de las fantasías del sujeto..............., bueno en definifiva es como si entraras en su cabeza y vivieras sus fantasías.
- ¡Guau!, ¡Qué interesante!
- Si, pero es peligros, podrías acabar atrapado en ellas para siempre.
- ¿Podemos probarla?
- Podemos y debemos, tenemos un caso en el que será necesaria su utilización.
- ¿De qué se trata?
- Ya conoces a Marta, una niña que va a tu colegio.
- Marta.....................esa niña tan reservada.
- La misma, resulta que ha perdido a Luci, su mascota.
- ¿Su mascota?, ¿ y para que necesitamos "El materialización de fantasías"?
- ¡Pues para encontrarla!, ¡como si no!
Asier se quedó extrañado.
- Bueno se me ha olvidado comentarte que Luci es una mascota imaginaria.
- ¡Ah bueno!, ya lo entiendo.
- Marta estará por venir.
En esos momentos sonó el timbre.
Marta entró timidamente en el cuartel general de nuestros héroes.
- Tranquila - le dijo Félix ofreciéndole unos helados. Cuando se tranquilizó, se sentaron los tres en unos butacones, y se pusieron unos cascos que estaban conectados a una extraña máquina con forma de pirámide invertida sobre un cubo: "El materializador de fantasías".
- Ahora Marta tienes que recordar la última vez en la que jugaste con Luci.
Los tres cerraron los ojos. Las luces de la pirámide empezaron a parpadear, y de pronto, se encontraron en una selva; ¡unos nativos les perseguían! Asier se quedó mirando como las lanzas y las flechas pasaban cerca de su cabeza, y se clavaban en los árboles.
- ¡Ala, es superreal! - dijo.
- ¡No te quedes quieto, corre!- grito Félix
- Pero si no es de verdad.
- ¡Es como si lo fuera!, ¡vamos! - dijo el heladero agarrándole del brazo. Marta ya había salido corriendo, Luci, su perrito, le seguía asustado.
La jungla se iba cerrando, la exuberante  vejetación les dificultaba el paso. Tras apartar unas grandes hojas, encontraron las ruinas del un antiguo templo.
- Aquí estaremos a salvo - dijo Marta - los indígenas no se atreven a entrar aquí.
Efectivamente, éstos agitaban sus lanzas y gritaban en las lindes del templo.
- Es aquí donde se perdió Luci -le preguntó a Marta Félix mientras recuperaba el aliento.
- Si, ahora saldrá corriendo como si algo le asustara.
Y así ocurrió.
- ¡Pues a buscar! - dijo Félix - iremos cada uno por un sitio para abarcar todas las ruinas. Nos reuniremos aquí. ¡En marcha!
Al rato, se reunieron en el punto que habían acordado.
- ¿Habéis encontrado algo? - Preguntó Félix.
- Yo no - dijo Asier - pero vi una extraña estatua que me causó impresión. Se trataba de una especie de demonio con alas de murciélago, cuerpo de serpiente y 6 brazos; llevaba además una horrible máscara.
- ¡El devorador! - gritó Marta asustada - ¡ Ha sido él! ¡se ha llevado ha Luci!
- Tranquila Marta, ¿Quien es El devorador?
- Es un demonio intergaláctico que se alimenta de almas.
- Llévanos hasta la estatua Asier.
Fueron los tres hacia allí, Mata se encontraba visiblemente alterada.
La estatua era realmente conmovedora. De pronto, dos luces rojas empezaron a brillar en los orificios de los ojos de la máscara, y los seis brazos que salían del cuerpo de serpiente empezaron a moverse.
- ¡ Está volviendo a la vida! - gritó Asier.
El demonio empezó a lanzar rayos por los ojos, destrozando ramas que caían sobre nuestros amigos. Corrieron hacia unos grandes setos, que formaban un laberinto, donde perdieron de vista al demonio, y donde ellos, también se perdieron.
Andaron durante mucho tiempo entre los grandes setos, dando vueltas y más vueltas, hasta que llegaron a un muro que les impedía seguir. De pronto, entre los setos, aparecieron zarzas, que crecían y crecían. Estas aparecían por todas partes, rodeándoles, y amenazándoles con insertarles en sus espinas como espadas.
- ¡Vamos hacia allí! - gritó Marta señalando una campanilla de tamaño gigantesco.
Marta llegó la primera, y saltó dentro de la flor. Asier y Félix se miraron sorprendidos, y al ver los afilados pinchos que amenazaban con convertirles en pinchos morunos, saltaron también dentro de la campanilla.
Fue como bajar por un larguísimo tobogán a toda velocidad.
Los dos rodaron por el suelo. Al levantar la vista, vieron a Marta que miraba fijamente un gran cartel:
" Divertilandia, el centro comercial más divertido."
- ¡Entremos, venga! -  dijo entusiasmada.
Dentro había de todo: Chuches, juguetes, disfraces, txiki-park, cine, Mc Donals, ¡y todo gratuito!
Ah!, y tienda de mascotas, donde fueron a buscar a Luci. En ella había todo tipo de mascotas: monos, cocodrilos, serpientes, unicornios, dragones,¡hasta dinosaurios!, pero ni rastro de Luci.
Mientras Marta se divertía en el txiki-park, Félix y Asier comían hamburgesas en el Mc donals.
- Es como si en realidad tuviera miedo de encontrar a Luci - comentaba Asier, al ser capaz de ver sus emociones con su superpoder.
-  Es posible.tenemos que estar muy atentos a lo que sienta, y hacer todo lo que ella quiera hacer, aunque nos parezca extraño.
Al rato, se dirigieron a Información, Marta pensó que quizás allí les podrían decir algo.
Siguieron las señales hasta unas escaleras que llevaban a  un piso superior donde se veía desde todas partes un gran cartel donde ponía Información, allí debería estar la oficina. Pero eran unas escaleras muy extrañas, cada vez que subían un peldaño, éste bajaba, y se quedaban en el mismo sitio, y cuanto más rápido querían subir, más rápido bajaba el peldaño.
- Es imposible subir - dijo Marta frustrada. Entonces, se abrió una trampilla al principio de la escalera, y éstas empezaron a bajar, como si fueran mecánicas. Pasaron entre extraños mecanismos y engranajes, y siguieron bajando.
- ¿Hacia donde vamos? - peguntó Asier - Marta está aterrada.
- No es para menos, creo que estamos bajando al subconsciente. ¡Quien sabe lo que nos espera allí!
Llegaron hasta un bosque con un extraño paisaje ¡donde crecían brócolis y tenedores gigantes!
- ¿Qué significará esto? - dijo el heladero.
- Recuerdo que una vez Marta se pinchó con un tenedor en el comedor, y todos se rieron de ella.
- Ya claro, y odia el brócoli como todos los niños.
Entonces escucharon un ladrido.
- ¡Luci, es Luci! - grito Marta mientras corría hacia el lugar del que provenían los ladridos.
De pronto el suelo empezó a temblar, y la tierra se abrió, surgiendo de ella "El devorador". Su tamaño era gigantesco.
- ¡Correr! - gritó Félix.
Pero el monstruo les atrapó con sus seis brazos alzándolos por encima de su cabeza.
- ¡Marta! - dijo Asier - tienes que quitarle la máscara.
- ¡No puedo, no puedo!
Una enorme boca con varias filas de dientes se abrió en el pecho del devorador, y hasta allí acercó su mano con intención de tragarse al  heladero.
- ¡Vamos Marta, tienes que hacerlo, o nos comerá a todos, sólo tú puedes hacerlo! - insistió Asier.
- ¡Basta! - gritó Marta.
El devorador le miró extrañado, entonces Marta agarró la máscara que cubría su cara y la arrancó.
Detrás se encontraba el rostro dulce ya arrugado de su abuelita, y con un fogonazo que cubrió al devorador, su cuerpo de serpiente se convirtió en el frágil cuerpecito de la anciana.
La abuela y la niña se fundieron en un fuerte abrazo.

- Ahora si que podemos dar por zanjado el caso - decía Félix
- No creas, Luci a vuelto a desaparecer.
- Si pero ya no creo que le importe.
Marta antes de dormirse, cogió la fotografía que tenía en la mesilla en la que se encontraba abrazada a su abuela, y después de besarla la puso de nuevo en su sitio.

(1) El niño que inventaba palabras y el hombre que las entendía