Cuentos para contar.

sábado, 29 de octubre de 2016

El pirata Malapata y la muchacha pálida

En las bravas aguas del Caribe, El Delfín Volador, apenas tocaba el agua empujado por el viento que impulsaba sus velas convertidas en alas. Sin embargo, a pocas yardas, El Galgo Veloz, la fragata más rápida y ligera del Rey, acortaba distancia ante la enfurecida mirada de Malapata.
- ¡Que mil serpientes venenosas se metan por mis venas!, ¡cómo es posible!
- Es mucho más ligera que nosotros capitán, y hay que descubrirse por la pericia del timonel - dijo Rodi.
- ¡Desplegar todo el trapo!, le enseñáramos lo que es correr a ese sabueso cojo.
- ¡No capitán, el viento es muy fuerte y romperíamos el mástil!, lo mejor sería hacerle frente, nuestra potencia de fuego es mayor.
Malapata hizo caso a los sabios consejos de su contramaestre, y El Delfín plegó sus velas, escorándose ligeramente para poner a tiro a la fragata del Rey.
Cuando se puso a distancia de fuego los cañones del Delfín atronaron en el aire, sin dar en su objetivo. Este viró la proa para enfilar su artillería, y una nueva andanada de hierro surcó el cielo.
- ¿Qué le sucede al cañón de proa? - preguntó Rodi - ¡no ha disparado!
- ¡Ese maldito bastardo de Cobra debe de estar de nuevo borracho como una cuba!
Malapata se dirigió hacia allí hecho una furia.
- ¡Cobra, hijo de una hiena! - gritó al llegar al cañón de proa. El pirata se encontraba en el suelo, con una botella de ron, vacía, en la mano.
- Si capitán........... - consiguió balbucear.
- ¡Maldita sea!, ¡me tendré que encargar yo mismo!
Malapata prendió la mecha del cañón con una antorcha, sin saber que Cobra había metido por su boca una cantidad exagerada de pólvora. El cañón explotó en las mismísimas narices de Malapata.
Rodi, alarmado por el ruido, fue corriendo hacia la proa; había un gran boquete en el casco, y los trozos del cañón habían destrozado el lugar. Milagrosamente, Malapata sobrevivió, a pesar del gran número de magulladuras por todo el cuerpo, y una sordera temporal por el zambombazo, lo que no le impedía seguir maldiciendo en todo momento.
- ¡La mala hierba.........! - comentó Rodi.

Por fortuna, el accidente no afectó de forma importante a la estructura del Delfín, que pudo escapar de su perseguidor, tras mermar considerablemente su capacidad de ataque con la artillería..
Malapata tuvo que permanecer varios días en cama, maldiciendo y bebiendo ron, para remitir el dolor de sus heridas.
Cuando se recuperó, subió a cubierta para sentir de nuevo el aire fresco y salado que expiraba el mar,aunque su sordera le impedía escuchar los irritantes gritos de las gaviotas y el rumor de las olas golpeando el casco. Sin embargo, sus ojos de lince distinguieron en la lontananza, incluso antes de los del vigía, una sombra que aparecía y desaparecía entre las olas.
- ¡Rumbo noroeste! - bramó Malapata - hay algo flotando en el agua.
al acercarse vieron que se trataba de una pequeña embarcación, sin remos, en la que yacía fallecida una pálida muchacha con la piel quemada por el sol.
- ¡Amarrar el bote y subir a la muchacha! - gritó el capitán. pero sus hombres vacilaban.
- ¿Qué os ocurre atajo de medusas viscosas? - volvió a aullar Malapata.
Rodi, comprendiendo la situación, escribió en una hoja: "Capitán, la tripulación teme de que se trate de un espíritu maligno, está claro que le han abandonado a su suerte."
- ¡Malditas nenas lloricas, subirla inmediatamente si no queréis que os saque los ojos a mordiscos!
A regañadientes, subieron a la chica a bordo, y le acomodaron en el camarote de Malapata.

Malapata miraba a la muchacha tendida en la cama con su vestido blanco sucio y hecho jirones arropando su casi esquelética figura, su largo pelo blanco y enmarañado llegándole hasta la cintura, su pálida piel enrojecida por el sol,...........Rodi vio en esa mirada una expresión de dulzura que nunca hubiera imaginado en el rostro normalmente colérico del pirata, y se esperó lo peor.

Por la noche, Durán, El portugués, candil en mano, hacía guardia en la cubierta del Delfín. Las estrellas y la luna habían desaparecido del firmamento, como huidas de alguna terrible presencia. Durán escuchó unos ruidos ente unos toneles, y pensó que serían ratas, pero las dos luces brillantes que vio, como llamas, no se correspondían a los de un roedor.
- ¡Quien anda allí! - gritó empuñando su puñal.
De pronto, un pavoroso aullido rasgó el silencio de la noche: ¡de entre los toneles, asomó la más pavorosa criatura que El portugués había visto en su vida, y aunque era hombre valeroso, apreciaba demasiado su vida como para hacerle frente; así que le arrojó el puñal y salió corriendo, tan precipitadamente, que tropezó con unos cabos, quedándose sin sentido al golpearse la cabeza con la cubierta.

Malapata despertó con los primeros rayos de sol, y subió a cubierta. Cual fue su sorpresa al ver a Durán en el suelo, y más allá a la muchacha, mirando al sol, que parecía flotar en el horizonte. Ignorando a Durán, al que creía ebrio, se acercó a la muchacha; sus ojos de color gris claro parecían las puertas abiertas de su alma.
- ¡Capitán, hay una bestia a bordo! - gritó Durán, que acababa de despertarse. Malapata no podía apartar la vista de la muchacha. Entonces subió Rodi.
- ¡Estaba allí, entre los toneles! - volvió a gritar Durán mirando al contramaestre- ¡nos devorará a todos!
- Tranquilo Portugués, creo que has tenido un mal sueño. - le respondió Rodi.
Alertados por los gritos, el resto de la tripulación se asomó somnoliente a la cubierta. Entonces  la muchacha, sin dejar de mirar al horizonte, se puso a cantar la más desolada e hierática canción que los piratas habían escuchado nunca.
Uno tras otros, los bravos piratas cayeron en un profundo sueño. Todos menos Malapata, que, veía estupefacto como sus hombres se desplomaban sobre la cubierta.
Un fuerte golpe, que hizo temblar el casco del Delfín, hizo también perder el equilibrio de Malapata, que casi cae sobre la cubierta; el barco había chocado con unos arrecifes. Malapata saliendo de su ensimismamiento, cogió el timón, y puso a salvo la integridad del Delfín. Luego encerró a la muchacha, sin comprender nada de lo que había sucedido, e intentó despertar a sus hombres arrojándoles  agua helada con un cubo.

Malapata hablaba con Rodi:
- ¿Qué opinas de lo que ha ocurrido? - preguntó El capitán.
- -He estado investigando en la biblioteca, y creo que la muchacha es un espíritu lunar, un ánima cuya voz es como el canto de las sirenas, que atrae y duerme a todo aquel que la escucha, y de noche se transforma en un gran lobo negro sediento de sangre.
- ¡Por los huesos del Yeti!, ¡le abandonaremos en la primera isla con la que nos crucemos!, aunque.............................. ¡es tan hermosa!
- ¡Capitán!, ¡si no lo hacemos nos devorará a todos!
Malapata se quedó pensativo.
- Se me ha ocurrido algo mejor..............podríamos hacer un gran negocio con sus capacidades vocales..............
La malévola sonrisa de Malapata le mostró a Rodi claramente que nadie podría hacerle declinar los disparatados planes que acababa de concebir.
Malapata pensaba utilizar la voz de la muchacha para dormir a sus víctimas, y así poder saquearlas con total impunidad. Tuvieron que tomar precauciones, amordazando a la muchacha durante el día, y encerrándola en una jaula cuando caía la noche. Los aguerridos piratas, apenas podían dormir por los terroríficos aullidos de la bestia, y los golpes que resonaban como truenos en sus cabezas al arremeter furiosa contra las rejas.

Durán fue el encargado de cuidar a la muchacha, que parecía estar ida, en otro mundo. El portugués le alimentaba,  le lavaba con gran delicadeza, le arropaba, y protegía del sol su pálida piel con crema de zanahoria. Por la noche, le metía en la jaula, donde le había hecho un lecho de paja, y le dejaba carne fresca para saciar el apetito de la bestia en la que se transformaba.

Empezaron con pequeños poblados. Desfilaban por las calles disfrazados de comediantes, mientras anunciaban un supuesto espectáculo de magia y teatro. Cuando todo el pueblo se encontraba reunido en la plaza del pueblo, la muchacha salía al escenario y cantaba, dejando a todo el mundo dormido, salvo a Malapata y sus hombres, que entonces saqueaban el pueblo y volvían a su barco con el botín.

La codicia de Malapata le llevó a plantearse mayores retos, y se propuso asaltar el mismísimo palacio real. Para ello, eligió una fecha especial: El cumpleaños del rey.

La ciudad se encontraba engalanada con farolillos y banderines multicolor que unían los balcones de las casas.En Palacio, se celebraba una fastuosa fiesta, a la que acudirían las más prestigiosas familias europeas, y los más altos cargos clericales y políticos. Durante todo el día y la noche, se representaban en el salón real los mejores espectáculos del momento, ante la aristocracia allí reunida, que luciendo sus joyas y sus mejores galas, comían opíparamente los sabrosos manjares que elaboraban continuamente en la cocina real, regados por los más exquisitos caldos de la bodega.

El rey, con gesto cansino de su mano, hizo que el actor vestido de Dios griego y el resto de ninfas y centauros que representaban la tragedia griega, abandonaran el improvisado escenario frente al trono. A continuación, lo ocupó un estrafalario grupo de saltimbanquis, forzudos y bufones comandados por un mago de oronda figura y una muchacha pálida y delgada con el rostro cubierto por un velo. Al rey le resultó familiar el mago, oculto por largas barbas y cabellos blancos. Los saltimbanquis daban vueltas de campana y formaban torres humanas, mientras los forzudos levantaban balas de cañón, y los faquires echaban llamas por la boca.
De pronto, el mago, con gran solemnidad, arrojó algo al suelo, produciéndose una fuerte explosión y un espeso humo, que llamó la atención de todos los presentes.
- Majestad, ilustrísimas autoridades - dijo el mago con voz profunda - ¡les traigo desde las lejanas y exóticas tierras de oriente, la más hermosa y misteriosa joya existente en aquellos lugaras: "Lunaris", cuya voz convierte en ruido el canto de los ruiseñores!
El mago atrajo hacia él a la muchacha, le quitó el velo, y desató la mordaza que tapaba su boca. Una extraña melodía, como un coro de oscuros espíritus surgiendo del abismo, inundó de sombras el salón real.
El efecto fue inmediato, todos los allí presentes se desplomaron dormidos al suelo, como árboles sin raíces. Todos menos el mago y su troupe, que como ya habréis adivinado, se trataba de Malapata y sus hombres.
Malapata volvió a amordazar a la muchacha, y se quitaron los disfraces y los tapones de las orejas.
- ¡Vamos chicos, desvalijar a todos estos ricachones! -gritó Malapata - ¡no dejéis nada de valor!
Collares, anillos, broches, doblones,..........................¡el botín era inmenso!, pero estaba anocheciendo.
- Démonos prisa capitán - dijo Rodi - la muchacha se va a transformar en cualquier momento.
Malapata contemplaba entusiasmado un collar de enormes diamantes que había cogido del cuello de la reina, sin escucharle.
El sol desapareció en el horizonte, y la luna se convirtió en el ojo de la noche. Rodi, preocupado, no dejaba de mirar a la muchacha. Entonces vio espantado como de repente, su cuerpo empezó a retorcerse cubriéndose de pelo, de su boca desencajada crecieron enormes colmillos, y sus ojos grises se convirtieron en tizones rojos.
- ¡Capitán, tenemos que irnos! - gritó.
- ¡Estás loco! - respondió mientras intentaba arrancar un diente de oro de la boca del obispo. Pero el terrible aullido de la bestia le hizo cambiar de opinión.
- Creo que tienes razón, será mejor que nos larguemos - recapacitó.
Cogió el saco lleno de joyas, y sigilosamente se dirigió hacia la puerta del salón, sin perder de vista a la bestia. Esta, gruñendo y echando espuma por la boca, miraba sucesivamente a él y a sus hombres, que también intentaban alcanzar la puerta. Cuando lo lograron, cerraron la puerta y echaron a correr como alma que lleva el diablo.
A sus espaldas escucharon los fuertes golpes que producía la bestia al precipitarse contra la puerta. Se encontraban en el jardín cuando esta cedió. La bestia les alcanzó en 4 zancadas, y saltando por encima de ellos, se les plantó delante. Les miró uno a uno, parecía estar eligiendo quien iba a ser el primer plato, cuando sus ojos se pararon ante los de Durán, y su cuerpo crispado se relajó.
Rodi, se dio cuenta de lo que sucedía, y agarrando a Durán le hizo adelantarse unos pasos, este temblaba como las alas de un colibrí.    
- Vamos, acércate más - le decía Rodi al oído - te a reconocido, no te hará nada.
La bestia se le acercó y abrió sus fauces, pero fue para lamer las mejillas de Durán.
Mientras, Malapata y el resto de sus hombres, retrocedían lentamente, hasta echar a correr en cuanto se alejaron unos pasos.

En el Delfín volador, Rodi intentaba calmar a Malapata, que recorría la cubierta maldiciendo.
- ¡Malditas nenas, gangosas ballenas jorobadas con liendres, os voy a colgar del palo mayor para que las gaviotas os saquen los ojos!
- Vamos capitán, quien va a pensar en el botín cuando una pavorosa bestia surgida del averno te está persiguiendo.................................Ya tu si - rectificó al ver la mirada que le lanzó Malapata - Por lo menos nos hemos burlado del rey y toda la corte robándoles en sus mismísimas narices.
- ¡Y que lo digas! - le respondió Malapata con una burlona sonrisa mientras, sacaba de debajo de su camisa la corona del monarca.
                 




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