Cuentos para contar.

sábado, 17 de diciembre de 2016

La más bella flor

Erase una vez una rosa; la última flor del verano. Pronto llegaría el otoño, y se la llevaría con el resto de las flores que habían florecido en verano.
Acababa de salir, y  miraba entusiasmada a su alrededor: El sol calentándole, las gotas de rocío lavándola cada mañana, el  cosquilleo de las abejas recogiendo el néctar que se pegaba en sus peludas pata, las frágiles mariposas aleteando sobre ella con sus coloridas alas,.......................
ero no todo era belleza, veía preocupada como algunas de sus hermanas perdían sus pétalos, que arrugados y descoloridos caían al suelo, dejándolas desnudas y marchitas.
Por la noche, la luna que era su amiga, vio su preocupación.
- ¿qué te sucede? - le preguntó.
- Yo también fui joven y hermosa, ¡una esfera perfecta y brillante!, y mírame ahora, cada vez más oscura y llena de cráteres, ¡así es la vida!
- ¡Yo quiero seguir siendo hermosa!
La luna se quedó pensativa.
- Hay una forma de burlar al tiempo.
- ¡ Cual, cual!
- ¡el invierno!, el puede hacer que todo se congele, ¡incluso el tiempo!, haciendo que se pare.
- ¡Habla con el, haré lo que sea por conservarme joven y bella!
La luna habló con el invierno, que se encontraba en otro hemisferio de la tierra, y éste, accedió a llevarse con el a la rosa.
El invierno congeló a la rosa, que así conservó su belleza, yendo de su mano de un hemisferio a otro de la tierra; pero también su corazón quedó congelado.

La luna, que seguía hablando con la rosa, un día le preguntó:
-¿Qué te sucede?, ya no sonríes como antes, y eso que sigues hermosa a pesar de que pase el tiempo.
- Si, pero me siento muy sola, añoro a mis hermanas, a las mariposas, a las abejas, al sol,............
- Si quieres, hablaré con la primavera, pero tendrás que renunciar a tu belleza.
- ¡ No me importa, no quiero seguir sola!
Y la primavera se llevó a la rosa con ella.
La lluvia y el sol abrieron del todo sus pétalos rojos, desprendiendo su delicado perfume, y las abejas y las mariposas volvieron a columpiarse entre sus pétalos.
Entonces sucedió que cuando estaba en la plenitud de su belleza, una niña la cortó, y se la dio a su madre, que estaba muy enferma en el hospital. Cuando la madre vio la flor, lloró de alegría, y sus lágrimas regaron la rosa, convirtiendo aquel momento en uno de los más bellos instantes que vivieron la niña, la madre, y la flor; y cuando el invierno se llevó sus pétalos dejándola marchita, recordó aquel momento, y se sintió la más bella flor que jamás existió sobre la tierra.